NELSON ALMEIDA / AFP

No importa lo que digan los antivacunas, solo observa lo que hacen

Incluso los países que son reacios a vacunarse, muestran altos niveles de adopción de las inoculaciones; Covid-19 no será diferente

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03 de diciembre de 2020 a las 14:53

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Por Simon Kuper

¿Realmente se vacunará la gente contra Covid-19? La ciudad donde yo vivo, París, actualmente un pozo de miseria gris, anticipa comenzar a vacunar a los mayores de 65 años y a otros grupos vulnerables en enero. Es decir, si la gente acepta la vacuna. De manera alarmante, entre el 43 y el 50 por ciento de los franceses han expresado en recientes encuestas que probablemente, o con certeza, la rechazarán. Muchos creen que las grandes empresas farmacéuticas están aliadas con Emmanuel Macron para beneficiarse de una peligrosa vacuna.

Francia fue el país más escéptico a las vacunas de los 140 países encuestados por Wellcome Trust en 2018. Pero la “vacilación por las vacunas” ha estado creciendo a través del mundo desarrollado. La proporción de personas que conscientemente se niegan a recibir la vacuna contra Covid-19 en EEUU es similar a la de Francia. (Las personas en los países más pobres, quienes a menudo han visto fallecer a sus seres queridos a causa de enfermedades infecciosas, tienden a desear un mayor acceso a las vacunas).

La retórica antivacunas es preocupante. Sin embargo, es sólo retórica. Las redes sociales han hecho de ésta la era más verbosa de la historia. Compartir teorías conspirativas en línea es subversivo y estimulante, ya que hace que la gente sienta que se ha tomado la “píldora roja” (como en la película The Matrix) y ha visto la verdad. Más revelador, sin embargo, es su comportamiento. En la vida real, cuando las cosas se ponen serias, casi todo el mundo elige ponerse la vacuna. “Si se determina que las vacunas Covid-19 son eficaces, son seguras y están ampliamente disponibles, yo supongo que una gran proporción de personas finalmente se las pondrán”, ha opinado Vish Viswanath de la Escuela de Salud Pública de Harvard.

Incluso el comportamiento francés es reconfortante. Las tasas de vacunación aquí han aumentado: el 98.6 por ciento de los bebés nacidos a principios de 2018 recibieron la vacuna “hexavalente” que protege contra seis enfermedades, incluyendo la hepatitis B y el tétano. Es cierto que es obligatoria, pero los padres aún tienen que llevar a sus hijos a ponérsela. Incluso en EEUU, donde los padres pueden rechazar las vacunas más fácilmente, sólo alrededor del 7 por ciento o menos se oponen firmemente a ellas, dependiendo de la vacuna, según el Dr. Viswanath. Él agregó: “Este pequeño grupo recibe una atención desproporcionada”.

Existe una disminución en algunos países: la adopción de la vacuna triple vírica (SPR) para niños por parte de los británicos ha disminuido durante cinco años consecutivos. Pero la mayoría de las personas sólo rechazan las vacunas cuando sienten que el rechazo acarrea un bajo costo. Paradójicamente, la vacuna contra el sarampión funcionó tan bien que los padres se mostraron indiferentes ante la enfermedad. Y dado que casi todos los demás niños son vacunados, los niños no vacunados por lo general pueden beneficiarse de la inmunidad colectiva, excepto en lugares como Hackney en Londres, donde se acumulan los antivacunas y estallan las epidemias. Incluso en ese caso, no hubo reportes de muertes por sarampión en el Reino Unido (y sólo una en Europa occidental) entre julio de 2019 y junio de 2020.

La mayoría de los adultos estadounidenses no se ponen la vacuna contra la gripe, pero, nuevamente, la negativa acarrea un bajo costo: la vacuna tiene solamente un 50 por ciento de efectividad y la gripe rara vez es letal. De manera similar, muchos republicanos sintieron que rechazar las mascarillas era de bajo riesgo, porque las autoridades de salud dijeron que usarlas en su mayoría protegía a otras personas, y todos tendemos a tomar los consejos médicos más en serio cuando afectan nuestra propia seguridad. Mientras tanto, Donald Trump, el líder espiritual de los republicanos, negó que las mascarillas protegieran en lo absoluto.

Una vacuna contra Covid-19 supondrá una prueba mucho más difícil de la determinación de los antivacunas. Ésta es la enfermedad infecciosa más mortal del Occidente en décadas. La vacuna probablemente no será obligatoria; pocos gobiernos hoy en día se atreverían a intentar hacerlo. Pero vacunarte te liberará. Durante los próximos meses, es posible que debas mostrar un comprobante de vacunación al ingresar a un lugar de trabajo, avión, universidad, iglesia, hospital, teatro, estadio y, posiblemente, incluso a un restaurante. Por muy escéptico que afirmes sentirte en las redes sociales, la vacuna pudiera aliviar tus preocupaciones en cuanto a matar al abuelo (o a ti mismo).

Y serías inyectado no por un sonriente presidente Macron o por el jefe de una de las grandes empresas farmacéuticas, sino por una enfermera, por un médico o, posiblemente, por un farmacéutico. Los profesionales de la salud tienden a calificar como las personas más confiables de la sociedad, ha señalado Heidi Larson, de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres (LSHTM, por sus siglas en inglés), quien dirige el Proyecto de Confianza en las Vacunas.

Es comprensible que algunas personas quieran esperar y ver si una vacuna aprobada a tal velocidad es segura. Pero las personas mayores serán vacunadas primero, y los estudios han mostrado que son la cohorte menos vacilante. Una vez que las vacunas comiencen sin que se produzcan efectos adversos, se generará un impulso, ha predicho la Sra. Larson.

Una pequeña minoría rechazará la vacuna. Pero el coronavirus es menos infeccioso que el sarampión, por lo que vacunar a tan sólo entre el 50 y el 70 por ciento de la población pudiera ser suficiente para crear inmunidad colectiva.

Además, durante la última década, los investigadores de la salud han comenzado a pensar más en cómo persuadir a los que dudan de las vacunas. La Sra. Larson ha recomendado decirle a la gente que su vacuna protegerá a los demás. El Dr. Viswanath ha indicado que las autoridades deben estar preparadas para comunicar los incidentes que pudieran alimentar las teorías conspirativas, como que alguien tuviera un ataque cardíaco al día siguiente de recibir la vacuna. El Sr. Trump probablemente difundirá propaganda antivacunas, pero su megáfono ya no tiene el mismo poder.

En resumen, el ladrido de los antivacunas es peor que su mordida. Aquí hay una verdad más amplia: nuestra sociedad suena más alocada de lo que es. Hubo amenazas de violencia antes de las elecciones estadounidenses, pero ninguna se materializó a pesar de las acusaciones del Sr. Trump en relación con la manipulación de votos. Se habla mucho en contra del confinamiento, pero la gran mayoría de la gente sigue la mayor parte de las reglas, incluso en países con tendencias conspiratorias y con baja confianza como Francia e Italia. La gente despotrica en contra de la “ciencia”, pero recibe tratamiento para el cáncer. A menudo, las teorías conspirativas son posturas superficiales.

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