Leonardo Carreño

No todo es lo que parece: ni tan tan, ni muy muy

Algunos brotes rebeldes en la multicolor transmiten una idea de fragilidad de la coalición de gobierno, pero ¿eso es así?

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24 de julio de 2020 a las 21:18

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Es curioso: la izquierda insiste en señalar a la coalición multicolor como una alianza política débil, pero no encuentra cómo golpearla.  Y eso es porque percibe que el gobierno está fuerte, y pegar al voleo es riesgoso.

¿Presidente fuerte y coalición de gobierno débil?

Dos largas reuniones de esta semana evidenciaron la confusión que hay en la oposición para hacer frente al gobierno de Lacalle Pou: una fue en la sede del PIT-CNT entre líderes sindicales, y otra fue en la casa de un politológo y operador político, entre líderes de las principales corrientes del Frente Amplio.

En ambos casos, sindicalistas y legisladores abordaron el mismo tema: si se ha criticado tanto la Ley de Urgencia y se ha hecho advertencias fuertes sobre los males que puede provocar su aplicación, ¿por qué no impulsar un referéndum para derogar la norma?

El análisis de ambos cónclaves giró sobre lo mismo:

i) están convencidos de que habría que hacer lo posible para derogar los artículos no votados por el Frente Amplio,

ii) el olfato les dice que el riesgo de fracaso político es alto, y que en ese caso terminarán regalando a Lacalle Pou una victoria que lo dejaría más fuerte, y reforzaría lazos de unidad en la multicolor.

Si todos coinciden en eso, no era necesario gastar tanto tiempo en analizar si hay que salir a juntar firmas, pero es que hay sindicatos que insisten con el imperativo moral de luchar contra la LUC y hay dirigentes del Frente que entienden que un referéndum es justo lo que la izquierda precisa para recuperar iniciativa política y protagonismo.

Los que insisten en impulsar el recurso, argumentan que la búsqueda de adhesiones por vía larga es de un año, y que si no hubiera apoyo popular inmediato, lo habrá en próximas semanas por un malestar social generado por problemas económicos. “El referéndum podrá canalizar el descontento”, expresan.

Dicen que más allá de discutir el contenido de la LUC, podría ser un plebiscito sobre el gobierno y lograr un “voto castigo”.

La ofensiva del sindicato de funcionarios de Ancap para lograr apoyos ha dado un primer resultado: los que querían desechar la idea aceptaron “abrir un espacio de debate interno” para “ver cuál es el marco de alianzas que se puedan tejer”.

La Fancap sostiene que hay apoyo de varios gremios chicos, que se suman organizaciones sociales, y que si el PIT-CNT abre la puerta a la recolección de firmas, el Frente Amplio se sentirá obligado a ir.

En el FA no encuentran un gancho político fuerte para completar la consigna de “firme para que …”. En la LUC no quedó la desmonopolización de combustibles, ni lo de áreas protegidas… 

¿Ir contra el aumento de penas a delitos? Sería un suicidio político.

***

Emergen dos interrogantes:

¿La izquierda cree que su adversario es frágil o quiere hacer creer eso?

¿La coalición oficialista es fuerte o frágil?

Sobre la primera pregunta: en el Frente creen que el presidente está fuerte en popularidad (lo que es un reconocimiento a las encuestas, tan castigadas injustamente), pero también que el tejido político de su gobierno no tiene solidez. Y quieren verlo más débil de lo que es.

Sobre la segunda pregunta: el adjetivo “frágil” tiene una primera acepción que es “quebradizo, y que con facilidad se hace pedazos” y una segunda que es: “débil, que puede deteriorarse con facilidad”.

La “multicolor” no encaja en la primera acepción, porque no parece haber razones ni movidas para que se “haga pedazos”, pero sí se vincula a la segunda, ya que “puede deteriorarse con (cierta) facilidad”, aunque ello no implique ruptura.

La coalición tiene unidad programática, coincidencia de ideas en general, y un interés común: precisan mayoría y unidad para gobernar bien; y mantener esa armonía para llegar con chance a 2024.

Pero también hay actores políticos que se tientan con la disidencia.

Ernesto Talvi salió a golpear contra Lacalle Pou y su plan de atraer inversores y familias extranjeras.

Leonardo Carreño

Talvi envió un economista al Parlamento para que diputados de Ciudadanos “avalaran” un planteo de revisión del decreto de residencia fiscal.

La movida apareció como una bancada presionando al presidente, pero no era eso, sino que era el enojo de Talvi, por dichos de su sucesor Bustillo, convencido de que Lacalle Pou lo manda a provocar. No es un hecho muy menor, pero no tiene la relevancia que parecía.

El diputado Eduardo Lust dijo que si el gobierno no hace lo posible para destituir al fiscal de Corte, Jorge Díaz, Cabildo Abierto debería irse de la coalición. Pero el líder del partido, Manini Ríos, aclaró que no se haría eso.

Ambas movidas políticas, mal leídas, mostrarían una coalición frágil que se puede hacer pedazos y no es así. Pero  la persistencia de reacciones como las de Talvi o Lust, derivan en un deterioro de los vínculos en la multicolor. En ese caso lo importante será si colorados en un lado y cabildantes en otro, neutralizan o aíslan los pujos rebeldes, o se enredan en eso y complican al gobierno.

Que el Frente siga considerando un referéndum anti-LUC, demuestra que a la izquierda le cuesta mucho acomodarse en su nuevo rol. Tiene un gran potencial político, pero fallas de conducción.

Por su lado, en el oficialismo hay un liderazgo firme pero fallas en la interna, porque algunos dirigentes no calibran el riesgo político de generar ruido por aparentes disidencias, o de amenazar con ruptura.

Lacalle Pou confía en que sus socios sabrán valorar la importancia de la unidad, pero en política no hay seguro para eso.

La multicolor no tiene riesgo de ruptura hoy y su horizonte debiera ser de largo plazo, pero para ello todos los socios deberán asumir aquella expresión en latín que dice concordia res parvae crescunt, y que significa ‘las pequeñas cosas crecen en armonía’. Eso rige para oficialismo y para oposición. 

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