Noche de los cristales rotos: el diferencial uruguayo y las enseñanzas de otras pandemias

La conmemoración de La noche de los cristales rotos –los pogromos coordinados de noviembre de 1938 en la Alemania nazi contra la población judía– congregó, como es usual, a las más altas autoridades del gobierno y otras instituciones del país, esta vez bajo un protocolo de distanciamiento físico. 

Pese a que la jornada culminaría con un nuevo récord de casos diarios nuevos (80) y una nueva señal de alerta para el combate de la pandemia, el presidente Luis Lacalle Pou también recibió un reconocimiento a su gestión y al diferencial de Uruguay respecto a la región. 

“Somos el único de 23 países en América Latina en que Bnai Brith está haciendo este evento de forma presencial”, resaltó Eduardo Kohn, representante de la institución judía, ante el auditorio en el que se encontraba también la vicepresidenta Beatriz Argimón, el secretario de Presidencia Álvaro Delgado, ministros y subsecretarios, la intendenta electa de Montevideo, Carolina Cosse, el intendente electo de Canelones, Yamandú Orsi, el presidente del Frente Amplio, Javier Miranda, así como legisladores, diplomáticos, sacerdotes y autoridades militares. 

La noche culminó sin las palabras de Lacalle Pou, que se retiró luego de saludar a casi todos los asistentes y de acceder con gusto al pedido de fotos y selfies, entre ellas la del embajador de Israel, Yoed Magen, y la cónsul Sapir Efron. 

Pandemias y guerras

Tras el habitual encendido de velas en recuerdo de las víctimas de la agresión nazi, la oratoria principal estuvo a cargo del rector de la Universidad ORT, Jorge Grunberg, quien afirmó que "la noche de los cristales rotos no es solo una ocasión para recordar, sino también para interpelarnos”.

“¿Qué hubiéramos hecho de haber estado allí? ¿Cómo pudo ocurrir? ¿Qué aprendimos de esa tragedia?”, preguntó el académico. 

Grunberg se respondió que ese suceso, al igual que muchos otros de la Shoá (nombre del holocausto judío), muestra “el riesgo moral de la inacción”.

“Es un error concebir como un evento pasado desconectado de nuestro tiempo. Aunque cada situación histórica es única, las fuerzas que las impulsan se repiten. La intolerancia, la discriminación, el despojo, la indiferencia, las matanzas organizadas, alcanzaron una proporción inconcebible en la Alemania Nazi, pero también existen en nuestra época”, afirmó, y puso como ejemplo el atentado a la sede de AMIA en Argentina, en 1992. 

El rabino de la NCI, Daniel Dolinsky, recordó una reunión de científicos y pensadores que tuvo lugar en 1919, luego del Primera Guerra Mundial, en la que se analizaba "la tercera ola" de la Gripe Española y se discutía sobre "el día después". 

"En aquel encuentro un médico francés llamado Bruno Halioua dijo lo siguiente: 'No estoy seguro cuánto hemos aprendido de la Gran Guerra, quizá en algún tiempo los seres humanos estemos dispuestos a dirimir nuestras diferencias, una vez más, en contiendas bélicas. Quizás hayamos aprendido poco y nada. Sin embargo, en relación a la maldita gripe española, estoy seguro que de ella saldremos mejores, ya que aprendimos y sabemos que cuando el virus golpea la puerta no pregunta si es rico o pobre". 

"Tengo una noticia para el estimado doctor. Con el diario del lunes le podemos decir que los habremos olvidado", afirmó Dolinsky.

Según el rabino, luego de esos sucesos, y a lo largo de la historia, hubo quienes usaron "la inteligencia y la ciencia" al servicio de la humanidad y quienes lo hicieron "para odiar y destruir". 

"Que todo ocurra en un mismo lugar debe llamarnos a entender que no es suficiente ser inteligentes sino que debemos construir una sociedad solidaria y constructiva", concluyó.