“Nunca me atreví a soñar con trabajar en la NASA”

Noelia González es escritora científica sénior en la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio de Estados Unidos

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23 de julio de 2022 a las 05:00

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Desde niña quería ser periodista y la astronomía siempre llamó su atención. La fernandina Noelia González migró  a Estados Unidos con el firme objetivo de escribir sobre ciencia y en busca de nuevos horizontes. La realidad superó la ficción, se adaptó a un nuevo país y a una industria cambiante y llegó al trabajo que jamás se había atrevido a soñar: escritora científica sénior en la NASA.  Desde su nuevo hogar en Maryland, la uruguaya contó su historia en diálogo con Café & Negocios.


¿A qué te querías dedicar cuando eras niña?
Quería ser periodista. Entendía el periodismo como sinónimo de escribir; y yo amaba (amo) escribir. Hice mi primer poema cuando tenía seis años, intenté escribir novelas a los diez. Claro, más adelante me di cuenta de que el periodismo era mucho más que eso, pero esa pasión guió mi carrera. Y lo sigue haciendo. 

En el 2014 escribiste un artículo en El Observador llamado: “La NASA creará el lugar más frío del universo”, seguramente fue uno de tantos artículos, pero en aquel momento, ¿imaginabas o añorabas trabajar para la NASA?
La verdad, no. Podría decir que llegar a la NASA es un sueño hecho realidad, pero lo cierto es que nunca me atreví a soñar con trabajar en la NASA. Lo que sí es cierto es que a esa altura de mi carrera, que recién empezaba, ya estaba decidida a dedicarme al periodismo científico. 

De hecho, el mismo mes en que publicamos esa nota —febrero de 2014– me aceptaron en la Universidad de California, en Berkeley. Unos meses después me iría ahí a hacer un máster de dos años en periodismo, con especialización en formatos multimedia y cobertura de ciencia, salud y medioambiente. 

A pesar de ser muy joven, tu carrera profesional está repleta de hitos relevantes, ¿cuáles son los que más te marcaron y qué te enseñaron?
Diría que mi primer trabajo de tiempo completo en Estados Unidos, en AJ+, la plataforma digital del medio internacional Al Jazeera. 
Cuando estaba a punto de completar el máster en Berkeley, me escribieron para ver si me interesaba aplicar para un puesto de editora de video con el equipo de AJ+ Español, que en ese momento estaba basado en San Francisco. Sabía editar video, había aprendido las bases en Uruguay y había continuado esa formación en el máster, pero no era a lo que me quería dedicar. Además, iba a estar editando video para redes sociales, algo que, si bien ahora es la norma, en el 2014 era toda una novedad. ¿Es esto periodismo?, me preguntaba. Resulta que sí lo era. Pasé la entrevista, la prueba técnica, y me contrataron. 

Ese trabajo empezó como edición de videos y floreció. A medida que el equipo fue creciendo tuve la oportunidad de desempeñar diferentes roles: pasé de ser editora de video a ser productora, coordinadora de traducciones, presentadora en cámara, coordinadora de minidocumentales para América Latina. Aprendí a escribir posts de redes sociales para acompañar las historias, editar stories de Instagram, producir y presentar videos en vivo a través de Facebook. Cubrí un rango de temas: desde medioambiente y derechos de pueblos originarios, hasta derechos reproductivos, violencia de género, tecnología y política latinoamericana. Y finalmente, ese trabajo del que no estaba muy convencida al principio, terminó abriéndome las puertas de la NASA cinco años después. Conté toda esta historia larga para decir que esa experiencia me enseñó a dejar lugar a las posibilidades, a estar abierta a aprender nuevas habilidades y destrezas, y a las ventajas de adaptarse a una industria cambiante.

¿Cuándo y por qué decidiste migrar a Estados Unidos?
Emigré unos tres años después de haberme recibido de la Licenciatura en Comunicación, la cual cursé en la Universidad de Montevideo (UM). Tenía 23 años y nunca había estado en Estados Unidos. 
Empecé a averiguar para irme a estudiar al exterior apenas decidí que me quería especializar en periodismo científico, un mundo que descubrí en El Observador. En ese entonces, Ana Pais, periodista uruguaya que ahora trabaja en Radioambulante, acababa de crear Cromo, una sección de ciencia y tecnología pionera en el país. Carina Novarese, quien en ese momento era editora multimedia del diario, y quien ha sido mi mentora desde mis años en la UM, me propuso sumarme al equipo. 
Cubrir ciencia tuvo mucho sentido para mí, teniendo en cuenta que de niña y adolescente siempre había participado de clubes de ciencia, siguiendo mi curiosidad por todo lo relacionado con el campo de la química, física, biología y astronomía. Así que acepté sin pensarlo dos veces. En Cromo pude atar todos los cabos: mi pasión por la escritura y mi atracción por el mundo científico. Al poco tiempo me di cuenta de que quería seguir formándome en el mundo académico antes de seguir avanzando en mi carrera. 

Irme a Estados Unidos fue como dar un salto al vacío: no tenía una idea muy clara de lo que iba a encontrar, pero intuía que se me iban a abrir puertas que no sabía ni que existían. Y así fue. Tener la posibilidad de hacerlo, gracias al apoyo de mi familia y una combinación de becas, fue una bisagra en mi vida tanto profesional como personal. 

¿Cómo fue tu primer contacto con la NASA? ¿Qué sentiste cuando te confirmaron tu trabajo allí?
Mi primer contacto con la NASA fue a través de un exalumno de la Universidad de California en Berkeley que estaba trabajando con la NASA en español. Escribió en una red de exalumnos que el equipo estaba buscando un escritor de ciencia. Al rato le estaba escribiendo por Facebook para que me contara más. Al poco tiempo completé la aplicación online y a los tres días me llamó alguien de la NASA para coordinar una entrevista. Que te llamen de la NASA a tu celular… me puse tan nerviosa que no entendí la mitad de lo que me dijeron. A partir de ahí, el proceso fue bastante rápido. Cuando me hicieron una oferta se me aflojaron las piernas, no lo podía creer. Fue por teléfono y me acuerdo de tratar de mantener la compostura mientras, al mismo tiempo, quería saltar de alegría y salir corriendo a contarle a mi familia. 

¿Qué es lo que más disfrutas de tu trabajo en la actualidad? 
Lo que más disfruto es entrevistar a científicos e ingenieros hispanos que trabajan en la NASA (hombres y mujeres), para después escribir no solo sobre sus roles en las diferentes misiones de la agencia, sino también sobre sus historias personales. Conocer gente con todos los acentos latinoamericanos trabajando en un lugar tan icónico, y al que han llegado por caminos tan distintos, es mi parte preferida. También amo aprender sobre temas que van desde astrofísica hasta ciencias de la Tierra. Mi trabajo implica estudiar casi todos los días, y me encanta.

¿Cómo es un día típico trabajando como escritora científica sénior en la NASA?
Un día típico como escritora científica sénior consiste en entrevistar a uno o más expertos de la NASA para luego trabajar en una pieza (que puede ser texto, video o audio) sobre una misión específica en la que estén involucrados, por ejemplo. También soy editora del sitio web de ciencia de la NASA en español (ciencia.nasa.gov), en donde publicamos contenido original en diferentes formatos, y traducciones del inglés. Y además cumplo otros roles, como relaciones con medios de comunicación y producción de podcast.  

¿Qué cosas o experiencias extraordinarias conociste o te sucedieron a raíz de tu trabajo? 
Mi trabajo en la NASA llevó a la editora de una casa editorial en Londres a ofrecerme escribir un libro de no ficción para niños, una guía sobre el cielo nocturno. De más está decir que acepté, firmé un contrato y estoy trabajando en eso en este momento. Es un proyecto hermoso del que pronto voy a compartir más.

Otra mudanza reciente te obliga a echar nuevas raíces, esta vez junto a tu propia familia ¿cómo enfrentas este desafío?
Sí, hace menos de un mes me mudé junto con mi esposo, mi hija de tres años y nuestras mascotas desde California a Maryland (muy cerca de Washington, D.C.). Es un cambio enorme, y el proceso de la mudanza fue totalmente agotador. El cambio era un requisito de este trabajo en la NASA, y aunque no ha sido fácil lo estamos viviendo con entusiasmo. Ahora estamos en plena adaptación, aprendiendo a movernos por acá, acostumbrándonos al clima húmedo y haciendo nuevos amigos. Ha sido una movida de una proporción parecida a la de la mudanza desde Uruguay a California, pero la mayor diferencia es que esta vez no lo tuve que hacer sola. 

¿Volverías a vivir a Uruguay? ¿Extrañas?
Sí, ¡volvería! Aunque no creo que pueda decir “me voy a radicar ahí por siempre”. Lo mismo con Estados Unidos, de hecho. Mi vida ya está en los dos países, por más que siempre sienta a Uruguay como mi hogar. Allá está mi familia y mis amigas de toda la vida, y eso siempre me va a hacer volver. Y sí, extraño todos los días, desde hace ya ocho años. 

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