Olvidate de los humanoides; los robots industriales transformarán el mundo

Las sociedades necesitan toda la imaginación de los escritores de ciencia ficción para utilizar habilidades funcionales comprobadas en lugar de replicar las nuestras

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03 de noviembre de 2022 a las 16:00

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Por John Thornhill

Cuando el escritor Simon Ings recopiló un enorme compendio de 100 de las historias más interesantes escritas sobre robots, a él le llamó la atención una cosa que tenían en común: lo equivocadas que estaban todas.

En la imaginación de los escritores y cineastas de ciencia ficción, los robots casi siempre se presentan como creaciones humanoides que pueden ayudar, cuidar de alguien, tener sexo y, cuando se sienten particularmente perversos, acabar con los humanos. Pero la realidad es que los robots humanoides siguen siendo pésimos a la hora de interactuar con nosotros en el mundo físico en las variadas e instintivas formas en que lo hacen los humanos.

Para lo que los robots humanoides resultan ser buenos es para realizar tareas aburridas, funcionales y repetitivas, como regular el tráfico en las calles, lo cual no representa un gran entretenimiento. El primer robot de este tipo, más tarde conocido como semáforo, hizo su debut cerca de las Cámaras del Parlamento de Londres en 1868.

"Estábamos anticipando amigos, compañeros o, en todo caso, mascotas", escribió Ings en su libro Nosotros, robots: inteligencia artificial en 100 historias. "Lo que obtuvimos fue infraestructura", él agregó.

Merece la pena pensar en eso conforme nos distraemos con la aparición de robots humanoides más realistas, los cuales son los que más se parecen a la ciencia ficción. A principios de este mes, en medio de su habitual exageración, Elon Musk presentó el primer robot humanoide de Tesla, llamado Optimus.

Con 173 cm de altura y 73 kg de peso, el robot bípedo Optimus ha sido diseñado para imitar a un ser humano. Sin embargo, varios expertos en robótica se mostraron decepcionados por su funcionalidad, señalando que, en algunos aspectos, era menos impresionante que el robot Asimo de Honda, el cual jugó al fútbol en 2014 con Barack Obama, el entonces presidente estadounidense.

Similarmente, el robot humanoide Ai-Da que testificó ante una comisión de la Cámara de los Lores a principios de este mes, tuvo que ser reiniciado a mitad de la sesión para poder continuar (una característica, pueden decir algunos, que comparte con ciertos políticos británicos recientes).

Los robots humanoides pueden generar cobertura mediática e inspirar la imaginación del público, pero nunca van a transformar nuestras economías, ni siquiera van a preparar una taza de té decente. Por el contrario, el año pasado se produjo un extraordinario aumento del número de robots industriales y de servicio instalados en fábricas, en almacenes y en lugares de trabajo de todo el mundo: esto seguramente tendrá un impacto mucho mayor. En 2021, más de 517 mil nuevos robots industriales entraron en funcionamiento —31% más que el año anterior—, lo que elevó la cantidad mundial total a un récord de 3,5 millones.

"El uso de la robótica y de la automatización está creciendo a una velocidad vertiginosa", señaló la Federación Internacional de Robótica (IFR, por sus siglas en inglés) en su informe anual de este mes. Los adoptantes más entusiastas de los robots industriales se encuentran en Asia, el cual representó el 74%de todas las implementaciones del año pasado. China lideró el campo, con un aumento del 51 por ciento, seguido de Japón, EEUU y Corea del Sur.

El Reino Unido fue una rara excepción al registrar un descenso del 7%, dejando al país muy por detrás de otras economías avanzadas. Mientras que la industria automovilística alemana ha instalado 1.500 robots por cada 10 mil empleados, la cifra comparable en el Reino Unido es de solo 824.

Este aumento global en la adopción de robots está siendo impulsado por varias tendencias: la demanda de productos más miniaturizados y de más alta tecnología; la disrupción de las cadenas de suministro mundiales causada por la pandemia de covid; y el resultante impulso de reubicar la fabricación, junto con la escasez generalizada de mano de obra.

“Estamos sentados sobre una especie de bomba de tiempo demográfica en muchos países. No tenemos suficiente gente que pueda hacer las cosas a mano”, señaló Patrick Schwarzkopf, un miembro de la junta ejecutiva del IFR.

Schwarzkopf ha indicado que el debate sobre el uso de robots está evolucionando rápidamente. Mientras que algunos economistas habían advertido anteriormente que los robots dotados de inteligencia artificial (IA) acabarían con cantidad de empleos humanos, los legisladores ahora ven la necesidad urgente de acelerar la automatización para llenar los vacíos dejados en la fuerza laboral por los baby boomers que se jubilan.
Incluso con las elevadas tasas de inmigración actuales, la fuerza laboral de Alemania, de 45 millones de personas, se reducirá entre 4 y 6 millones para 2035, señaló Schwarzkopf.

Eso sugiere que nuestras sociedades tendrán que ser mucho más creativas que la mayoría de los escritores de ciencia ficción a la hora de imaginar cómo podemos colaborar más eficazmente con los robots. En lugar de compararlos constantemente con los humanos, deberíamos explotar sus capacidades complementarias.

Como ha sugerido la experta en robótica Cynthia Yeung, nuestra obsesión con los robots humanoides que replican lo que los humanos ya pueden hacer representa la afirmación de la forma sobre la función. Es mucho mejor que la función informe a la forma. Hay que partir de la necesidad humana y luego aplicarle la ingeniería inversa al robot para que haga lo que mejor sabe hacer. 

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