Más de 918 de los heridos fueron por munición real, cinco por balas recauchutadas, 98 por restos de metralla, 196 por golpes y contusiones y más de 700 fueron atendidos por asfixia por gases lacrimógenos.
El Ministerio de Salud local denunció que hubo disparos contra periodistas y personal médico, por los que un paramédico murió y dos fueron heridos.
Las protestas, convocadas por todas las facciones en el marco de la Marcha del Retorno, se espera que continúen este martes, día en que los palestinos conmemoran la Nakba (Catástrofe) que para ellos supuso el nacimiento de Israel.
Según el Ejército israelí, más de 35.000 personas participaron este lunes en las protestas cerca de la divisoria y cientos de ellos trataron de sobrepasar la valla.
El Ministerio de Salud palestino acusó a Israel de cometer "una masacre" contra los manifestantes y el ministro, Jawad Awad, hizo un "llamamiento urgente" a la comunidad internacional para que presione a Israel y que detenga la violencia.
En tanto, el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu agradeció a Trump, que según él "hizo historia" al trasladar la embajada de Tel Aviv a Jerusalén.
El secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, reafirmó el compromiso de su país con una "paz global y duradera entre Israel y palestinos", pero no mencionó a los muertos en un escueto comunicado divulgado en Washington.
Estados Unidos responsabilizó este lunes al grupo radical Hamas por la matanza de manifestantes palestinos en manos de Israel. "La responsabilidad por estas trágicas muertes es directamente del Hamas", dijo un portavoz de la Casa Blanca, Raj Shah, en relación a la violencia registrada en la jornada y que desató una oleada global de indignación.
Al ser presionado este lunes en la Casa Blanca para comentar las muertes palestinas en Gaza por fuego israelí, Shah dijo que "no se puede perder de vista que Hamas tiene responsabilidad por esta situación".
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En tanto, a organización Amnistía Internacional (AI) pidió a Israel que acabe "inmediatamente" con la represión a tiros de las protestas en la Franja de Gaza, que calificó como una "abominable violación" de los derechos humanos.
Por su parte, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, también expresó su preocupación por las sangrientas escenas de esta jornada.
Los israelíes ven en la decisión estadounidense el reconocimiento de una realidad histórica de 3.000 años para el pueblo judío.
Pero la iniciativa unilateral estadounidense causó un enorme disgusto entre los palestinos, que la consideran el resultado del posicionamiento a ultranza adoptado por el presidente Trump a favor de los israelíes desde que asumió el cargo, en 2017. Según ellos, el traslado supone la negación de sus reivindicaciones sobre Jerusalén.
La religión agrava la sensibilidad del asunto, porque se trata de un lugar sagrado para musulmanes, judíos y cristianos.
Trump prometió que mediará entre israelíes y palestinos en un eventual acuerdo diplomático "último". Al anunciar el 6 de diciembre que reconocía Jerusalén como capital de Israel, quiso favorecer la búsqueda de una paz elusiva, "sacando a Jerusalén del tablero", afirmó.
Para la comunidad internacional, Jerusalén Este sigue siendo un territorio ocupado, por lo que las embajadas no deberían instalarse en la ciudad hasta que su estatuto no sea negociado entre ambas partes.
Fiesta en medio de la violencia
El tono de celebración contrastaba abiertamente con las imágenes de muerte y sufrimiento en Gaza durante la inauguración de la embajada en Jerusalén.
La gravedad de la situación es tal que varios gobiernos europeos formularon un urgente llamado a la "calma" y la "moderación", y Kuwait pidió una reunión urgente del Consejo de Seguridad de la ONU para el martes.
Turquía acusó a Israel de practicar "terrorismo de estado" por la represión de este lunes. Al mismo tiempo, los gobiernos de Reino Unido, Francia, Rusia, Noruega, Egipto e Irán, así como la Unión Europa, expresaron su preocupación por la gravedad de la situación.
El gobierno de España afirmó sentirse "consternado por el elevado número de manifestantes muertos y heridos"; la canciller de Noruega, Ine Eriksen Søreide, apuntó que "es inaceptable disparar balas reales contra los manifestantes".
Por ahora, solo los gobiernos de Guatemala y Paraguay anunciaron su intención de sumarse a Estados Unidos y trasladar sus embajadas de Tel Aviv a Jerusalén.
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