Diego Battiste

Pereira, el FA y la lógica socioeconómica de la política

Tras un comentario de Mujica, la candidatura de Pereira para presidir el Frente Amplio se afianzó sin siquiera estar formalizada

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05 de septiembre de 2021 a las 05:00

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Podría leerse como un gesto de reciprocidad. En una coyuntura inédita, con un Frente Amplio retornando al rol de oposición, fue desde las organizaciones sociales afines a este partido desde donde se allanó el camino, a través del referéndum, para que la coalición de izquierda encontrara la forma para construir una agenda y un relato de oposición. 

Mujica, fiel a su estilo, lo tiró como una campaña de expectativa… “hay flor de candidato” para presidir el Frente Amplio, captando la atención de todo el espectro político y periodístico. Se trataba ni más ni menos que del presidente del PIT-CNT Fernando Pereira. Una apuesta que estimo audaz, no solo por las cualidades del candidato, sino por la señal que se está dando a las organizaciones sociales. 
La candidatura se afianzó sin siquiera estar formalizada. Conjuga variedad de apoyos como los del PCU, el MPP, la Vertiente Artiguista, Fuerza Renovadora y el Partido Demócrata Cristiano. De este modo, se suma a la lista de posibles candidatos junto a el secretario general del PS Gonzalo Civila. Carámbula y Martín Corto, de IR, ya descartaron su candidatura.

El nombre de Pereira también genera ciertas discrepancias y críticas en virtud de que supuestamente exacerba las opiniones de quienes “entienden que hay una connivencia entre el Frente Amplio y el PIT-CNT”, en palabras del dirigente sindical de COFE “Joselo” López en declaraciones a Montevideo Portal. En un sentido similar fueron las declaraciones al diario La República del dirigente sindical Richard Read, quien además cuestiona el momento, ya que aún preside a la central sindical. 

Traer a colación estas declaraciones sirve para ilustrar el foco de este análisis. Parte sustancial de la función de los partidos políticos es la representación de intereses. Eso lo logran en buena medida manteniendo fluidos lazos con la sociedad civil organizada. Este es un ejemplo de ello. 

En su momento, por citar un ejemplo icónico, fue José D’elía quien siendo dirigente sindical y uno de los fundadores de la central sindical conformó la fórmula del Frente Amplio a la presidencia en el año 1984 acompañando a Juan José Crotoggini. Más acá en el tiempo, se puede mencionar a Juan Castillo, que al igual que Pereira dirigió la central sindical, de dilatada trayectoria política en el PCU y director general de Trabajo. 

En la vereda de enfrente podemos remontarnos a los libros de historia para encontrar vastos antecedentes acerca de la representación de los partidos fundacionales. Pero sin ir muy lejos, el ex ministro de Ganadería Carlos María Uriarte fue vicepresidente de la Federación Rural de Uruguay. Su sucesor Fernando Mattos fue presidente de la Asociación Rural del Uruguay. 

Es decir, que es algo natural que se de ese trasiego de cuadros corporativos hacia el ámbito político.  

¿Qué decimos con esto? Que hay una lógica socioeconómica de la política que no puede ser soslayada. Hay diversos grupos organizados que están informados de las consecuencias distributivas de la política del gobierno, razón por la cual, con mayor o menor discreción, tienen preferencias políticas marcadas y militan por ellas. La conducta activa de estos actores en procura de incidir en los actores políticos es parte de su actividad de lobby. 

Técnicamente se podría categorizar estas relaciones como coaliciones distributivas. Ello implica estudiar las políticas públicas, particularmente reformas económicas, y en las distintas áreas, desde las coaliciones de apoyo o de oposición a las mismas, las cuales se integran de partidos políticos y grupos de intereses más o menos explícitos. El fundamento que subyace es el interés de estos grupos (sean empresariales o sindicales) por conquistar o mantener algún tipo de beneficio en términos de una política pública que les es favorable, por ejemplo, a través del tipo de cambio, concesiones, impuestos, subsidios, aranceles, o reservas de mercado. La distribución entonces no es neutral, por lo que se generan legítimamente los incentivos para los grupos de presión.

Y así como los grupos tienen sus preferencias, también lo tienen los partidos y así lo reflejan en sus programas. Por ende, es esperable, y saludable, que haya cierta afinidad entre fuerzas sociales y partidos políticos. 

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