Desde 2017 publiqué en El Observador unos diez artículos orientados a mostrar que los fundamentos de la teoría del calentamiento global antropogénico catastrófico (TCGAC) son endebles. Quiero responder a esta posible objeción: si las cosas son así, ¿cómo se explica que hoy casi todos los gobiernos y las grandes empresas, muchas ONG y gran parte de las instituciones académicas e incluso las iglesias estén comprometidos con dicha teoría?
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