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Por qué el BCU vende millones de dólares y cómo afecta al uruguayo de a pie

La suba de la divisa estadounidense presiona los precios al alza y tiene como consecuencia una baja en el consumo de las familias
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21 de octubre de 2019 a las 05:00

En lo que va de octubre, el BCU se desprendió de US$ 251 millones de sus reservas para amortiguar el debilitamiento del peso uruguayo ante el dólar. En agosto había hecho lo propio cuando vendió casi US$ 400 millones entre operaciones al contado y contratos a futuro con el mismo objetivo. 

La depreciación del peso uruguayo supera el 15,3% en el acumulado de 2019, mientras que los salarios lo hicieron a un ritmo de 8,2% en el año hasta agosto, lo que implica que los consumidores uruguayos tienen menor poder de compra en dólares que lo que tenían hace un año atrás. 

Esa suba de la moneda estadounidense -y por ende depreciación de la uruguaya-, tiene como consecuencia una retracción en el consumo para la economía nacional de los bienes transables -aquellos bienes y servicios que se intercambian en los mercados internacionales-, que tienen un peso aproximado del 40% en la canasta básica de consumo para el cálculo de la inflación. 

Entre las principales finalidades del BCU, según lo define su carta orgánica, está la de mantener la estabilidad de los precios “como forma de preservar la moneda, o sea la capacidad de compra del peso uruguayo”, por lo que una de sus metas es establecer rangos (hoy de 3% a 7%) de inflación, pero que hace un buen tiempo no se cumplen. En los 12 meses cerrados a setiembre, la inflación cerró en 7,8%. La última vez que los precios cayeron en el rango objetivo fue en abril de 2018 (6,5%).

El dólar, un jugador de peso

En una economía bimonetaria como la uruguaya, el dólar es una de las principales variables que influye en los precios de una cantidad de bienes en el mercado local, como pueden ser automóviles, celulares, computadores, electrodomésticos e incluso el combustible (el petróleo se compra en dólares), por lo que una suba de la divisa presiona hacia arriba los precios. A esto hay que sumarle la incidencia de insumos importados que luego se utilizan para bienes que se producen y consumen en Uruguay. 

La directora del Instituto de Economía, Gabriela Mordecki, dijo a El Observador que la suba del dólar afecta los niveles de inflación, ya que aunque el precio en esa moneda se mantenga, el aumento de la divisa con respecto al peso uruguayo hace que el valor sea mayor para quien tiene ingresos en pesos.

“Por tanto, para la gente que cobra en moneda nacional una suba del dólar implica pérdida en la capacidad de compra. Esto se refleja cuando el Instituto Nacional de Estadística (INE) hace la toma de precios para calcular la inflación en forma mensual”, explicó.

Para los importadores, por ejemplo, cuando se compran  productos en dólares, una vez que se venden a un valor con un peso uruguayo depreciado, luego se va a poder acceder a menos dólares con la misma cantidad de pesos que cuando se compró el producto anterior. Ahí radica principalmente la complicación para las empresas importadoras, que se suma además a un resentimiento del consumo a corto plazo.

Con un retroceso de 0,1% en abril-junio respecto al segundo cuarto del año pasado, el consumo de los hogares acumuló tres trimestres consecutivos en caída, aunque ha ido moderando su ritmo de retroceso –la caída del primer trimestre fue de 0,4% y de 0,5% en el último tramo de 2018–, según los últimos datos de Cuentas Nacionales que divulgó el BCU. 

En tanto, luego de haber ingresado en zona de optimismo en julio, en agosto, la confianza del consumidor uruguayo retornó a “zona pesimista”, al registrar un nivel de 48,3 puntos. Así como la apreciación de la moneda local en julio explicó el impulso de la predisposición a la compra de bienes durables, que fue parte de la explicación puntual de la recuperación del ICC durante ese mes, la marcada depreciación del peso frente al dólar en agosto revertió la situación. 

El ejemplo (extremo) argentino 

La situación actual de Argentina puede servir como ejemplo para graficar la incidencia del tipo de cambio. Luego de las elecciones de las PASO y el contundente triunfo del candidato opositor Alberto Fernández, el dólar tuvo un salto abrupto. 

“Se perdió la referencia de precio y los productos importados prácticamente desaparecieron. No es que no había stock, es que no se sabía a qué precio vender porque el dólar aumentó tanto que no se sabía que valor iba a estar en el futuro”, explicó Mordecki.

En un mercado financiero chico como el uruguayo, que puede llegar a transar en promedio unos US$ 30 millones diarios, el posicionamiento de unos pocos agentes relevantes puede causar un movimiento abrupto del tipo de cambio. La reacción del BCU para amortiguar esa volatilidad, aunque no la tendencia que está dada por lo global y en los últimos meses por Argentina, va en la dirección de que los precios no aumenten en forma significativa y los hogares uruguayos pueden mantener su capacidad de consumo. 

Cuando agentes como las AFAP o los bancos privados cambian de portafolio rápidamente, posicionándose hacia el dólar básicamente por un proceso especulativo o porque se están anticipando a una eventual corrección del tipo de cambio, obligan al BCU intervenir ante la mayor demanda de divisas volcando dólares al mercado vía reservas. 

El economista de CPA Ferrere, Germán Deagosto, sostuvo que cuando el BCU interviene comprando dólares aumenta la demanda y evita caídas adicionales que puedan afectar todavía más el frente de la competitividad, mientras que cuando se venden aumenta la oferta y descomprime las presiones alcista sobre el tipo de cambio.

“No interviene para evitar que suba sino para ordenar el proceso de depreciación y evitar que el tipo de cambio ingrese en una trayectoria que no este alineada a sus fundamentos. Por ejemplo, esto es lo que ha pasado a raíz de las crecientes presiones cambiarías que vienen de Argentina. El tipo de cambio tiene que aumentar porque Uruguay está 'caro en dólares' en relación a sus socios y competidores, pero no puede aumentar en la misma magnitud que lo hace en Argentina. Los fundamentos que están detrás de las correcciones cambiarias en una y otra economía son completamente distintos", sostuvo Deagosto.

Mientras el aumento del dólar erosiona el salario en dólares e introduce presiones sobre la inflación (y por esa vía sobre el poder de compra de los salarios),  la suba o la baja del tipo de cambio tienen efectos asimétricos y generan "ganadores y perdedores", comentó el economista. 

“En Uruguay existe un tipo de cambio libre pero administrado. Los capitales tienen la incertidumbre de que lo que vaya a pasar en ese país después de las elecciones y tratan de anticiparse. La gente se pone nerviosa y compra dólares. Si hubiese más certidumbre en Argentina esto no estaría pasando”, añadió el gerente Inversiones de HSBC Premier, Carlos Saccone. 

Ganadores y perdedores 

Para los sectores exportadores –agro e industria-, que a partir de 2014 sufrieron caída en los precios internacionales que le generaron dificultades, una forma de compensar esos shocks negativos es que la moneda nacional se deprecie frente al dólar, ya que eso conlleva un abaratamiento en sus costos al percibir ingresos en dólares y como contrapartida, por ejemplo, pagar salarios en pesos uruguayos.

En la otra vereda, en el sector comercio, el aumento del dólar baja el consumo de los uruguayos, por lo que sobre todo los que venden bienes en la moneda extranjera pueden tener problemas por una retracción de su actividad. Lo opuesto ocurre cuando la divisa baja, que provocará un aumento en el consumo de automóviles o mayores incentivos para viajar al exterior. 

En lo financiero, cuando hay una suba del dólar lo relevante implica en que moneda se tienen ingresos y en cuál deuda. Si las personas tienen ingresos en pesos, pero sus créditos en dólares, un aumento abrupto del tipo de cambio puede generar problemas con los pagos. En Uruguay más del 90% de los ingresos de las familias son en moneda nacional.   

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