Opinión > EDITORIAL

Posición indefendible

El subsecretario del ministerio de Relaciones Exteriores Ariel Bergamino intentó defender la incomprensible posición del gobierno uruguayo ante las violaciones a los derechos humanos y crisis humanitaria en la Venezuela del dictador Nicolás Maduro
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26 de septiembre de 2018 a las 05:00

Argentina, Chile, Colombia, Paraguay y Perú decidieron solicitar a la Corte Penal Internacional (CPI) que investigue al gobierno venezolano sobre los crímenes de lesa humanidad. Es una forma de poner presión a la tiranía apelando a los pactos internacionales para que detengan la sangría que padece Venezuela. 

"Mal podemos adherir a algo de lo que no se nos consultó, ni informó. Nadie va a ningún lugar donde no es invitado. Esa es la razón por la que Uruguay no adhiere a esta iniciativa, porque no fue consultado e invitado", acotó para explicar la posición tan en línea con los sectores radicales del Frente Amplio, obviamente pro-Maduro. 

El amigo del gobierno de los Castro y ex embajador del Uruguay en la isla rechazó en Radio Carve tener certezas de violaciones a los derechos humanos en una Venezuela que debate su destino entre la violencia, la miseria y la corrupción. Son millones los venezolanos que huyen por aire, mar o tierra a otros países. Lo que no dice Bergamino es que, de haber sido invitados a adherir, el gobierno uruguayo no lo hubiese hecho.

El país con mayores reservas petroleras del mundo se convirtió en una usina de expulsión de refugiados forzados al resto del mundo. Por su culpa América Latina vive la mayor crisis migratoria de la que se tenga memoria. Reportes de la organización humanitaria independiente Humans Rights Watch denunció la profunda crisis humanitaria que atraviesa el país y que afecta “sobre todo a las familias de bajos ingresos” y Aminsitía Internacional informó de más de 8000 ejecuciones extrajudiciales. 

Basta escuchar en Uruguay a cualquier venezolano que haya huido del régimen dictatorial de Maduro para saber que sí se violan los derechos humanos básicos. Sería un buen ejercicio leer la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas e intentar ponerle un tic al menos a uno de los principios. Sería una tarea imposible.

“La posición de Uruguay respecto a Venezuela es clara, firme. Tal vez, no sea demasiado rutilante o espectacular, pero en política hay que gobernar y no exhibirse. La postura de Uruguay es clara: nos duele lo que sucede en Venezuela, no nos gustan algunas cosas que están pasando”, intentó justificar Bergamino lo injustificable.

“No estamos dispuestos a hostigar a Venezuela ni tampoco aplaudir lo que sucede. Esto lo hemos planteado en términos bilaterales, porque Uruguay no necesita intermediarios para decir las cosas. La política uruguaya apunta a ayudar a que los venezolanos puedan resolver por sí y ante sí soberanamente los graves problemas que lo aquejan”, destacó.

Con esta actitud el gobierno del FA sigue jugando con fuego. Ya lo hizo con la suspensión de Paraguay del Mercosur, alentados por un Maduro que, en clara violación de las normas internacionales de no intervención,  convocaba en las calles de Asunción al alzamiento militar contra la decisión de un Parlamento legítimo. Ahora es contra los venezolanos y contra Venezuela. La misma que dio asilo y recibió con los brazos abiertos a los exiliados uruguayos que debieron huir en los setenta de una dictadura igual de opresora que la de Maduro. 
 

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