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Qué debe pasar antes que los autos eléctricos se apoderen del mundo

Mayoría de automotrices aceleran planes para migrar a esa tecnología
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22 de diciembre de 2017 a las 05:00
Jack Ewing
New York Times News Service

En la ladera de una montaña densamente boscosa de la República Checa, tres hombres con casco y chalecos fosforescentes manchados de lodo cavan en busca del metal que podría dar energía a una nueva revolución industrial. Observan atentamente cómo una perforadora móvil, montada sobre una oruga, golpea y hace girar una broca cientos de metros dentro del lecho de roca. El agua sale a borbotones de la perforación cuando la broca da con un manantial subterráneo.
Los hombres están buscando nuevas fuentes de litio, una materia prima que en este momento se encuentra en China y Chile, y que podría ser tan importante para la industria automotriz como lo es el petróleo en la actualidad.

A una velocidad que nadie esperaba, los autos eléctricos se están volviendo tan económicos y prácticos como los autos de motores convencionales. Los precios de las baterías de iones de litio están cayendo en picada, mientras los avances técnicos están aumentando las distancias de manejo y recortando los tiempo de recarga. "Una vez que se echa a andar la tendencia, todo puede ocurrir muy rápido", afirmó Guido Jouret, director digital de ABB, una empresa de sistemas electrónicos con sede en Zúrich, cuyos negocios incluyen la construcción de estaciones de carga.

Sin embargo, al futuro del auto eléctrico todavía le faltan algunas piezas. Hay escasez de algunas materias primas. No hay suficientes lugares donde recargar. Los autos impulsados con baterías siguen costando miles de dólares más que muchos de los vehículos que funcionan con gasolina.

Las automotoras están apresurándose para superar estos obstáculos. Estas empresas, y las millones de personas que emplean, corren el riesgo de volverse irrelevantes. "Mucha gente está nerviosa por la velocidad con la que todo esto está llegando y cuánto tienen que invertir", afirmó Norbert Dressler, un socio sénior de Roland Berger en Stuttgart, Alemania, quien asesora a la industria del automóvil. A continuación, presentamos lo que debe suceder antes de que los autos eléctricos se apoderen del mundo.

Costo de fabricación más bajo

El precio del tren motriz de un auto eléctrico es de US$ 16.000 versus el de un auto convencional de US$ 6.000. Los autos eléctricos serán populares cuando el costo del motor y otros componentes que hacen avanzar al vehículo –el tren motriz– sea el mismo o menor que el de un auto que quema gasolina o diesel. Qué tan pronto llegará ese día depende solamente del precio de las baterías.
Los precios de las baterías, medidos según la potencia que producen, han caído más de la mitad de lo que costaban en 2011, según analistas de Bank of America Merrill Lynch. La caída inesperada de los precios ha acelerado la planificación.

Los analistas de Merrill Lynch están suponiendo que los vehículos eléctricos serán más baratos en Estados Unidos para 2024. Hace un año, calculaban que sería hasta 2030. Una razón que explica esta caída en el costo de las baterías es que los fabricantes están redoblando la producción. A mayor abastecimiento, menor precio.

Mercado de baterías

El precio del cobalto subió 115% este año, el litio 45% y el grafito más de 30%. Las automotrices están forzando la marcha para garantizar los ingredientes esenciales de las baterías como el cobalto, el litio y el grafito. Necesitan evitar la escasez que podría aumentar demasiado los precios y provocaría que los vehículos eléctricos no fueran asequibles.

No obstante, los fabricantes también se están enfrentando a un problema geopolítico.
Tres cuartas partes de las reservas de litio, un ingrediente crucial en el tipo más común de batería para autos eléctricos, se encuentran en China y Chile, de acuerdo al Servicio Geológico de Estados Unidos. A medida que se dispare la demanda, China podría utilizar sus recursos naturales como un garrote diplomático del mismo modo que Arabia Saudita utiliza el petróleo.

El riesgo de que pocos países puedan controlar la mayoría de los ingredientes de las baterías para autos eléctricos es lo que llevó al equipo de perforación a la ladera de Cinovec en la República Checa. En el siglo XIV, los mineros excavaban para encontrar estaño —"cin" en checo— de las montañas que se encuentran alrededor del pueblo.

Posteriormente, el área fue una fuente importante de tungsteno, pero el último pozo cerró en 1993. La demanda de litio ha hecho que minar el área se haya vuelto atractivo de nueva cuenta. European Metals Holdings Ltd., una empresa australiana, está perforando el lecho de roca y extrayendo muestras para mapear los depósitos. La empresa planea terminar un estudio de viabilidad el próximo año y empezar a minar y procesar el mineral en Cinovec poco tiempo después.

Carga masiva y más rápida

La distancia promedio de un auto impulsado a gasolina es de 764 kilómetros versus los 305 kilómetros de un automóvil eléctrico.
Aun cuando la gente pueda comprar un auto eléctrico por el mismo precio o uno menor que el de un modelo de gasolina, queda otro problema: dónde conectarlo. Además, no querrán esperar todo el día para que se cargue el auto.

Los vehículos eléctricos serán comunes y corrientes una vez que exista una red robusta de estaciones de alto voltaje donde los conductores puedan recargar las baterías en el tiempo que les tome ir al baño y tomar una taza de café. En este momento, cruzar el país en un auto eléctrico es una aventura.

Sin embargo, hay una serie de empresas nuevas y establecidas como ABB que se están tomando el tiempo para instalar estaciones de carga por todo el mundo, con lo cual están en camino de volverse comunes y corrientes. Ya hay cerca de 16.000 estaciones públicas de carga en Estados Unidos, muchas más de los cientos que había en 2010. Esto contrasta con las cerca de 112.000 gasolineras.

Lo sorprendente es que el escándalo de las emisiones en el que se vio involucrada Volkswagen ha acelerado este despliegue. Como parte del convenio al que llegó con la gente en Estados Unidos que compró autos impulsados por diesel con un software ilegal, Volkswagen accedió a gastar
US$ 2.000 millones para promover los autos eléctricos y construir infraestructura. Electrify America, una empresa que se comprometió a invertir el dinero del acuerdo, planea instalar más de 2000 cargadores de alta velocidad a nivel nacional para mediados de 2019 en una primera fase, y el proyecto considera miles más a futuro.

Acostumbrarse al silencio

Un Audi A8 llega a una velocidad de 0 a 96 km/h en 4 segundos, un Tesla S en 2,3 segundos. Una de las barreras más grandes que enfrentan los vehículos eléctricos es la psicológica. La gente está acostumbrada a los motores de combustión interna y a las sensaciones que conlleva su uso: el olor del combustible, el cambio de transmisión, el sonido del motor mientras acelera el auto. Los autos eléctricos tienen una personalidad diferente y las personas deben comprenderlo antes de comprar uno. Podrían llevarse una agradable sorpresa. La física involucrada en los motores eléctricos les da una aceleración excepcional. En una prueba que cronometró la revista Motor Trend, un Tesla S de US$ 135.000 llegó más rápido de 0 a 96 km/h que los Ferrari, Lamborghini y Porsche que son cientos de miles de dólares más caros.

Los autos eléctricos son silenciosos, casi no emiten vibraciones y no huelen a gasolina o a tubo de escape. No necesitan cambios de aceite. Cuesta menos manejarlos: cerca de un centavo de dólar por cada 1,6 kilómetros, en comparación con los 10 centavos de dólar por cada 1,6 kilómetros que cuesta un auto impulsado por gasolina. Los autos eléctricos se ajustan al camino porque sus baterías son pesadas –suelen ir debajo del compartimento del pasajero– y ofrecen un centro de gravedad bajo y mucha estabilidad. "No cabe duda de que un auto eléctrico te da un mucho mejor rendimiento", aseguró Stafford. "No creo que el conductor promedio vaya a entenderlo a menos que viva la experiencia", indicó.

Cambio radical en industrias

La inversión e las automotrices en vehículos eléctricos rondará los US$ 100.000 millones para 2020, con un ingreso anual para las compañías de unos US$ 400.000 millones. La industria se está apresurando para invertir en el futuro, pues los autos eléctricos auguran cambios económicos y sociales de gran alcance. La transición será dolorosa para las automotoras y los proveedores tradicionales, incluso podría ser catastrófica.

Los autos eléctricos tienen cerca de 25% menos de partes que los autos convencionales. Las empresas que fabrican partes de motor como los pistones, los sistemas de inyección de combustible o las bujías tendrán que encontrar nuevos productos para vender, o morirán. Ya no se requerirán las habilidades de algunos trabajadores.

Los gobiernos perderán la recaudación tributaria del combustible. Gasolineras y talleres automotrices quedarán en quiebra. Para competir con Tesla, empresa que permite a sus clientes comprar los autos en línea, las automotoras deberán modernizar de forma radical sus redes de distribuidoras. "El pastel será más pequeño", afirmó Volkmar Denner, director ejecutivo de Bosch, el fabricante de autopartes.

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