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Qué va a pasar con el aumento de la tasa de la Reserva Federal de los Estados Unidos

La Fed anunciará una nueva suba de su tasa de referencia. Un cuarto de punto porcentual no hace diferencia. Recesión pura y dura o estanflación, es la cuestión
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14 de junio de 2022 a las 08:19

Los mercados financieros comenzaron a tomar en cuenta la posibilidad de que la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) acelere la suba de su tasa de referencia por encima del 0,5% estimado en principio. ¿La razón? La inflación que registra el país, que pareció ceder tímidamente en abril e hizo pensar a la Casa Blanca que lo peor había pasado. Sin embargo, el índice de mayo, publicado el viernes pasado, fue un baño de realidad. Un nuevo récord: 8,6 por ciento interanual. El mayor avance de los precios minoristas en cuatro décadas.

El Comité de Política Monetaria del organismo que presidente Jerome Powell comunicará mañana su decisión. En un contexto de precios recalentados, no pocos especulan con un incremento mayor. Hablan de 0,75 puntos porcentuales, o 75 puntos básicos. Un ritmo nunca visto desde 1994 y que tiene inquietos a los inversores. "Nunca hay que decir nunca en estas circunstancias, pero creemos que es muy poco probable", afirmó Krishna Guha, economista jefe de Evercore, una de las asesorías de inversiones más importantes de Estados Unidos. La estimación señala que si la Fed sube la tasa 75 puntos lo hará en septiembre.

Al subir las tasas de referencia, la Fed lleva a los bancos comerciales a incrementar las que aplican a los créditos. En marzo de 2020, el organismo siguió el camino opuesto y bajó las suyas a prácticamente cero para apuntalar la economía y el consumo, motores del crecimiento en Estados Unidos, ante la expansión del coronavirus. Los tipos permanecieron dos años en un rango de entre el 0% y 0,25%. La primera suba fue en marzo pasado. Un cuarto de punto porcentual. Actualmente, se ubican en un rango que va del 0,75% al 1%.

El viernes pasado, el 25% de los operadores de mercado esperaban una suba del 0,75 puntos. El resto creía que sería de 0,5 puntos, según CME Group. Si bien el sábado apenas el 3,6% de los consultados pensaban que la Fed subiría sus tasas 75 puntos básicos, Wall Street abrió ayer en una fuerte bajas ante la eventualidad de un alza mayor a la esperada. Obvio, más vale prevenir que curar. El índice S&P 500 quedó un 20 por ciento por debajo del máximo de enero último, mientras que los papeles tecnológicos se encontraban entre los más afectados, con el Nasdaq situándose en el menor nivel desde noviembre de 2020.

Malas y peores opciones

Como señaló el economista Nouriel Roubini en referencia a lo que se viene: que nadie espere un aterrizaje suave. En su último artículo publicado en el prestigioso sitio de opinión Project Syndicate, el profesor de la Universidad de Nueva York afirmó que la inflación mundial llegó para quedarse y que los principales bancos centrales del mundo deberán optar entre las malas y las peores opciones.

Roubini, que ganó notoriedad por su acertada previsión sobre la recesión global que desencadenó la crisis de las hipotecas subprime de 2008 -previsión que le valió el apelativo de “Dr. Doom” (Doctor Catástrofe)- viene desde hace tiempo señalando que el recalentamiento de la economía mundial es producto de una suerte de tormenta perfecta. Básicamente, una demanda agregada excesiva impulsada por tres fuerzas: “Políticas monetarias persistentemente laxas, políticas fiscales excesivamente estimulantes y una rápida acumulación de ahorros de los hogares durante la pandemia que condujo a una disparada de la demanda una vez que se reabrieron las economías”.

Este año, señala Roubini, se sumaron dos choques adicionales por el lado de la oferta: la guerra entre Rusia y Ucrania, que hizo subir los precios de las materias primas -energía, metales industriales, alimentos, fertilizantes, entre otros-, y la respuesta “cero-Covid” por parte de China a la variante Omicron, que llevó a una nueva ronda de cuellos de botella en las cadenas de suministros.

Lo concreto es que, ahora, la Fed, como el Banco Central Europeo, al igual que otros reguladores, están inmersos en un debate crucial. Se trata de cómo diseñar un “aterrizaje suave”. Según la Fed que conduce Powell, el organismo podría aumentar sus tasas lo suficiente como para reducir la inflación a su objetivo del 2 por ciento anual sin causar una recesión. Muchos economistas lo estiman improbable. Sostienen que para lograr la meta, la Fed debería endurecer mucho más su política monetaria, situación que indefectiblemente provocaría una recesión y un mayor desempleo.

El dilema supone un problema adicional. Si la Fe redobla la marcha podría desencadenar una profunda caída en el precio de los activos financieros, como acciones y bonos, tanto públicos como corporativos, debido a la acumulación de deuda privada y de los gobiernos, pasivo que equivale al 350 por ciento del PIB mundial, según el Fondo Monetario Internacional. En palabras de Roubini: “El esfuerzo por combatir la inflación podría colapsar fácilmente la economía, los mercados o ambos la vez”.

Por lo pronto, aunque modestas, las subas de las tasas dispuestas hasta el momento han provocado sacudones en los mercados. Los índices accionarios más relevantes registran caídas importantes, los rendimientos de los bonos del Tesoro estadounidense aumentan más y los diferenciales de crédito se amplían. Sin embargo, muchos economistas creen que, si la Fed no despliega una suba agresiva de sus tasas, el escenario futuro será, además de recesivo, inflacionario. La temida estanflación de la década de 1970.

Ante una inflación que no cede en Estados Unidos y que es la prioridad económica de Biden, la inminente suba y la especulación sobre la magnitud del incremento impactó en todo el mundo. Ayer, también cayeron las bolsas europeas, no solo Wall Street. París, Fráncfort, Londres y Madrid abrieron con bajas que se acentuaron tras el inicio de la sesión. El desplome también afectó a las criptomonedas, como el bitcoin, que registró su menor valor desde fines de 2020. Tampoco se salvaron los principales índices de la región Asia-Pacífico, que cerraron con signo negativo.

En síntesis, la Fed deberá de ahora en más mantener un delicado equilibrio para frenar los precios sin afectar demasiado el crecimiento económico. El panorama es tan complejo que llevó a Powell a reunirse a mediados de mayo con Biden en la Casa Blanca. Algo muy poco habitual. Casi un sacrilegio de cara al altar del libre mercado donde, según el discurso hegemónico, manda la independencia de los bancos centrales. La reunión se concretó días antes de que la Fed comenzará a retirar su plan de compra de activos, luego de inundar el mercado de liquidez durante la pandemia.

La situación no es diferente en Europa. Allí se suma como factor la decisión del jueves último del Banco Central Europeo, que anticipó que incrementará sus tasas de referencia en 25 puntos básicos en julio y deslizó la posibilidad de otra de igual magnitud para septiembre, que dependerá de la evolución de la inflación. Otra cuestión que atemoriza a los mercados es la inversión. Los retornos de los bonos a dos años del Tesoro estadounidense llegaron a máximos desde la crisis de 2008. Otorgando más intereses que los que tienen plazos de diez años. Un comportamiento que se considera como signo de una futura recesión. Casi una certeza en un país que cultiva con especial esmero las estadísticas
 

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