Fútbol > HISTORIAS

Sanabria, el uruguayo de Atlético de Madrid que seduce a Simeone y que aprendió a cocinar por videollamada

Juan Manuel Sanabria se metió en los proyectos de Simeone para Atlético de Madrid, incorporó jugar a dos toques y resolver con otra velocidad en la cancha; empieza a estudiar inglés y aprendió a cocinar por videollamada
Tiempo de lectura: -'
18 de enero de 2020 a las 05:02

Diciembre en Madrid. Como cada semana, allá va Juan Manuel Sanabria (19 años) a entrenar con el primer equipo de Atlético de Madrid, en ese lento proceso de adaptación al fútbol de elite europeo al que sometió el técnico Diego Simeone al uruguayo, aunque el fin de semana se ponga la camiseta del equipo B. 

Esta vez fue diferente. Como tantas veces, el argentino se cruzó con el volante uruguayo, lo miró y le preguntó: “¿Cuándo te vas a sacar el pasaporte?”.

Juan Manuel se quedó sin palabras. Y sin respuestas. “No sabía que decirle. Solo atiné a reirme”, explica a Referí.

El volante sabía sobre el interés de Simeone por el tema y que estaba informado sobre las gestiones que había realizado el futbolista, porque José María Giménez le había comentado acerca de la inquietud que tenía el entrenador.

Sanabria tendrá su pasaporte comunitario a mediados de este año, y el argentino, seducido por los uruguayos que tanto le regalaron dentro de un campo de fútbol en su exitosa trayectoria como entrenador, empieza a alimentar las esperanzas del desembarco definitivo del uruguayo en el plantel principal.

La vida del floridense, que se formó en Nacional y que con 18 años viajó a Madrid para continuar su carrera en Atlético de Madrid, empieza a descubrir los pequeños detalles del fútbol profesional al más alto nivel, mientras hace una pausa para defender a la selección preolímpica sub 23 que desde este domingo buscará la clasificación a los Juegos de Tokio 2020.

Tímido en sus expresiones, pero rico en sus conceptos, es el reflejo más puro del joven que no se deslumbró con el fútbol, a pesar de sus habilidades y su pasión, y creció sin apuro en una cancha de fútbol.

En Nacional recuerdan sus viajes diarios a Montevideo en ómnibus para entrenar en Los Céspedes, y volver a su ciudad natal. Cada viaje era un partido de fútbol con los estudios. Tenía 90 minutos en un mano a mano con los libros, que le permitieron completar sexto de medicina antes de emigrar.

“Ahora, en España no estoy estudiando, porque cuando llegué a Madrid me dediqué al fútbol. Pensaba continuar estudiando algo vinculado a la nutrición, pero no se dio. Pero ya decidí que vuelvo a estudiar: cuando regrese a Madrid comenzaré inglés, y quería incorporar el italiano”, explica a Referí.

Juan Manuel llegó el 6 de enero a Montevideo. Fue el último en integrarse a la selección preolímpica. Le dieron la tarde libre y al día siguiente comenzó a entrenar doble horario. En cada viaje estaban sus padres. Igual que el miércoles, en el entrenamiento de la selección previo al viaje. Allí estaban su madre Fabiana, su padre Juan Ignacio, su hermano Lucas y su novia Natalia. Eran los únicos testigos de la última práctica de la selección que en la madrugada siguiente viajó a Colombia. 

De Florida a Madrid

Para el volante zurdo, hay dos lugares en el mundo para su vida: Florida y Madrid. Nunca adoptó Montevideo como su segunda casa. En su extensa etapa de formación en Nacional, cada noche volvía a dormir en Florida. Ahora, de pasada por Uruguay por su actividad con la selección, sigue el mismo ritual. “No me gusta quedarme acá. Prefiero estar tranquilo con mi familia, en mi casa”, confiesa.

Sanabria llegó el domingo 22 de julio de 2018 a Madrid, al día siguiente comenzó a entrenar en el equipo B, y el viernes lo convocaron para el plantel principal. 

“Estaba súper nervioso cuando leí el Whatsapp. ‘Esta tarde tenés práctica con el primer equipo’. Fue por mensaje, lo mandan al grupo que tenemos con el resto de los jugadores. Me puse más nervioso cuando al rato me escribió Josema Giménez para pedirme mi ubicación, que me pasaba a buscar para ir juntos a la práctica. ¡Pah! Me pellizcaba. Josema vivía a 20 minutos de casa. En 10 estábamos en la práctica.

Fuimos conversando”, sigue relatando, con la ansiedad propia del joven que conoce a su ídolo. “De ese día no me olvido más: Josema llegó con unos lentes oscuros, grandes, y en la mitad de camino me dice: ‘Me voy a sacar los lentes porque me los puse para hacerme el interesante’, y se río. Josema es súper sencillo. Es un crack”.

En esa primera práctica conoció a Diego Godín y se deslumbró con el nuevo mundo al que había ingreso. “Pasaban todos los jugadores saludando, ¡y yo tenía 18 años y una semana en Madrid!”.

¿Qué es lo que más le cambió? “Estar lejos de mi familia y tener que resolverme solo. Aunque hablás el mismo idioma, es todo diferente. Crecer y aprender en la cancha, jugar con otra presión. Eso me ayudó a madurar. Me hizo crecer. Con la pelota me obligaron a pensar más rápido. Jugar a dos toques. Estar preparado para saber dónde girar antes de recibir, cómo acomodar el cuerpo. Usar las dos piernas, porque si no te pasan por arriba y no jugás más. Trabajamos mucho la técnica todos los días”. 

Aprender a cocinar por videollamada

Así transcurrió la primera temporada. Aprendiendo. Creciendo en Madrid. Adentro y afuera de la cancha. Tuvo que aprender a cocinar. “Por videollamada le hablaba a mi madre y le pedía que me explicara cómo cocinar. Ella me iba enseñando. Después lo repetía y le mostraba. Hoy puedo decir que ya sé hacer tucos, guisos, estofados y arroz con leche, que es algo que me encanta, y que dejé de comer desde que había llegado a Madrid. Ahora, una vez por semana toca arroz con leche”, comenta, y reflexiona: “Estas son las experiencias que te hacen madurar. Fijate que mis compañeros, casi todos españoles, viven con sus familias, vuelven a sus casas y tienen todo pronto, la comida, la casa. Sin embargo, yo llego y me pregunto: ‘¿Qué cómo hoy?’”.

El último año le cambió aún más la vida deportiva. Dos o tres veces por semana entrena con el primer equipo, y los sábados juegan en Atlético de Madrid B. 

Su último semestre fue rico en todos los aspectos deportivos. Jugó los 19 partidos de su equipo, en 17 actuó los 90 minutos y convirtió tres goles. El técnico le dio la responsabilidad de rematar los penales (ya convirtió dos) y le pidieron que “contagie la garra charrúa, porque hay algunos que no la tienen y me piden que lo transmita”, explica, mientras el uruguayo sigue aprendiendo aspectos tácticos y técnicos.
Sanabria se sigue deslumbrando a diario con el profesionalismo en el segundo equipo colchonero. 

“Te miden grasa y peso, y si te pasás, te multan. ¡Ese sí que fue un cambio grande, porque en juveniles en Uruguay no existían multas ni tantas exigencias! Por suerte no tengo problemas con el peso, está clavado en 63, pero si lotuviera, tenés que pagar entre 100 y 200 euros en el equipo B. ¡En el primer equipo ni quiero saber las multas que tienen!”.

Sanabria, de 19 años, tiene contrato hasta 2023 con los colchoneros y Simeone lo espera. Majadahonda sabe que los uruguayos no le fallan, y el floridense que el fútbol le regaló una oportunidad en el fútbol ni en la vida, que no dejará pasar.

Comentarios

Registrate gratis y seguí navegando.

¿Ya estás registrado? iniciá sesión aquí.

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 345 / mes

Elegí tu plan

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Te quedan 3 notas gratuitas.

Accedé ilimitado desde US$ 345 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 345 / mes

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Elegí tu plan y accedé sin límites.

Ver planes

Contenido exclusivo de

Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.

Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá

Cargando...