Campamento montado en una de las parcelas de Santa Teresa

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Santa Teresa como cuarentenario de los balnearios: una "posibilidad" que se cuela por la capatacía

"Hay que tener en cuenta que para ingresar al parque se solicitan dos dosis de vacunas, no resultado de test", dijo a El Observador el subsecretario de Defensa, Rivera Elgue
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16 de enero de 2022 a las 05:02

La primera alerta cayó por WhatsApp en pleno almuerzo: tos y dolores de garganta en la casa en la que habían tenido la primera previa del verano en Punta del Diablo. “Ojalá que no se hisope rápido”, fue la reacción inmediata en el grupo de nueve amigos de Montevideo. “Da positivo el dos de enero y tenés que abortar el verano”, admite Lucas Díaz. 

Empezaba la primera temporada en dos años con grandes juntadas y bailes en paradores. Parecidos a los de antes. “Tampoco era nada fuera de lo normal para una estadía en Rocha en enero, entre las noches que refresca y el calor del día en la playa”, cuenta sobre los síntomas cercanos otro de los que integraba el grupo, Santiago Gómez. 

Pasaron cuatro noches en el balneario, aprovechando al máximo la movida nocturna. A partir del 6 de enero tenían previsto “retirarse” a acampar al Parque Nacional Santa Teresa, y ahí la dinámica sería distinta.

El 6 de enero montaron las carpas, sin más requerimiento que el certificado de vacunación. Ese mismo día sus conocidas con síntomas empezaron a hisoparse.  Así saltaron los primeros casos positivos: varias amigas de dos de las novias de quienes integraban el grupo. 

Fogón en pleno camping de Santa Teresa

Las novias, en tanto, tenían todos los boletos para el mismo resultado.

“De todos los que estuvieron a nuestro alrededor, solo uno dio negativo”, relata Gómez. En pleno camping, ahora les tocaba a ellos sentir los primeros dolores de cabeza y de garganta. Fogón de por medio, hubo una puesta a punto.

Desde un principio sabíamos que era una de las grandes posibilidades, sabiendo que con tres vacunas la íbamos a pasar leve. Nos miramos las caras y dijimos: ‘Vamos a pasar lo mejor que se puede en este lugar al aire libre. La mejor opción, antes que llevar el covid en un bondi o llevarlo a casa, es quedarnos acá y tenerlo entre nosotros’”, revive Gómez.

“Si alguien lo tenía, lo teníamos todos”, aduce Díaz. Y así fue, aunque no hubiera hisopado para confirmarlo. Los jóvenes abandonaron el camping el 12 de enero, a diez días de los primeros contactos. Díaz se fue la noche antes con su novia, quien también se había instalado en Santa Teresa después de las fiestas de Punta del Diablo. 

Y Díaz confiesa: “Yo tenía el fin de mi licencia y tenía que volver a trabajar. Compré el ómnibus de vuelta y con mi novia al momento de irnos éramos conscientes de que teníamos covid. Nos subimos con doble tapaboca. No nos testeamos, podíamos jugar con eso, pero los dos lo sabíamos. Estás en un ómnibus de cuatro horas, sabiendo que podés contagiar. Es una situación un poco rara”. 

El caso real –relatado por los protagonistas que accedieron a contar su experiencia con nombre ficticio– tuvo lugar en la primera quincena de enero, y no desencadenó mayores consecuencias en el parque rochense de 1.400 hectáreas. O al menos, ni ellos ni el Ejército se enteró.

Los brotes de covid-19 en los balnearios del este –potenciados por la circulación de la variante ómicron– marcaron la tónica de la primera temporada estival con fiestas desde el 2020, en especial en Maldonado. Con el correr de enero comenzaron a encenderse las alarmas en distintos rubros –desde eventos, comercios y hasta en alquileres– ante la reproducción masiva de los casos. 

Rodeado de balnearios que discurren a lo largo de la ruta 9, Santa Teresa no tiene forma de detectar de dónde provienen los acampantes.

Consultado sobre si le constaba el desembarco de jóvenes infectados provenientes de otros balnearios, el subsecretario de Defensa, Rivera Elgue, aseguró no estar al tanto. “Hay que tener en cuenta que para entrar al parque se solicitan dos vacunas, no resultado del test”, advirtió a El Observador el jerarca cabildante, que por estos días está supliendo al ministro Javier García. 

Desde el Ejército –que administra Santa Teresa a través del Servicio Nacional de Parques– indicaron a El Observador que se apela a la “conciencia individual”, y que los militares que se desempeñan en el territorio no van a salir a aplicar tests o a interrogar a los acampantes.

Santa Teresa tuvo durante los primeros días del año una ocupación del 96% en el total de 1.800 parcelas que tiene dispersas en el predio. En el caso hipotético en que en cada una de ellas reposen cuatro personas, eso implica unos 7.200 acampantes en promedio, según la estimación caprichosa que hacen, dado que quienes administran el predio no tienen manera de saberlo con exactitud.

Fortaleza de Santa Teresa, uno de los atractivos del parque de más de mil hectáreas

Esta última semana –del 8 al 14 de enero– la ocupación descendió al 70%, al tiempo que para esta semana se espera registrar el 50% de las parcelas acaparadas. Fuentes del Ejército admitieron que la situación de jóvenes provenientes de los balnearios que transitan la enfermedad en el extenso territorio es una “posibilidad” por la que han recibido varias consultas, aunque no hay ningún tipo de control que permita verificarlo

Solo hay un indicador firme en el tema: el dispensario sanitario que está próximo a la capatacía no ha recibido ninguna consulta por caso sospechoso, ni ha tenido que asistir ningún cuadro de covid-19, aseguró a El Observador el vocero del Ejército, Pedro Gómez. No obstante, aclaró que la consulta realizada sirvió para “reforzar el boca a boca” de parte de los efectivos para que los acampantes se cuiden y avisen en caso de cualquier caso positivo. 

Plan de contingencia

El Parque Nacional Santa Teresa tiene previsto un plan de contingencia en el caso eventual de detectar un brote de covid-19. 

Según explicó Gómez a El Observador, el Ejército reservó el área E del predio de 1.400 hectáreas, situado a la altura de la Playa del Barco. Se trata del extremo más al oeste de la zona habilitada para acampar, por lo que está alejada del resto de las parcelas del territorio. En ese espacio el Ejército guardó un módulo de baños exclusivo para los pacientes. 

Dicho plan, detalló el vocero, está previsto para aquellos casos positivos o sospechosos que no puedan abandonar el parque por medios propios, en tanto no es conveniente que los pacientes viajen en ómnibus mientras cursan la enfermedad, por riesgo para los demás pasajeros. 

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