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Sartori le dijo adiós a la unidad blanca

La interna nacionalista se resquebraja y el novel precandidato alimenta a los que son afectos a las teorías conspirativas
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11 de junio de 2019 a las 05:02

Si uno fuera adepto a las teorías conspirativas, le prestaría más atención a los que dicen que Juan Sartori es un elemento plantado adrede en la interna del Partido Nacional para perjudicar a los blancos. Probablemente, dicen algunos de los que manejan estos misteriosos comportamientos, José Mujica o algún otro pope de la izquierda, se reunió con el multimillonario y lo convenció, vaya a saber con qué moneda de cambio, para meterse como un caballo de Troya en la añeja colectividad sembrando una cizaña que amenaza con malograr toda la cosecha.

Pero las conspiraciones suelen ser defendidas por personas a las que no les convencen las explicaciones más sencillas y sensatas, y buscan gatos encerrados en donde no hay lugar para esconderse. Por eso Walt Disney no está muerto sino congelado a la espera de que alguien lo reviva, John Fitzgerald Kennedy fue víctima de una conjura extraordinaria (¿cómo admitir que un solo hombre le pudo volar la cabeza al presidente más poderoso del mundo?) y las Torres Gemelas cayeron derribadas con la ayuda del gobierno estadounidense.

Antes de pensar en conspiraciones alrededor del fenómeno Sartori, conviene admitir que el empresario, lejos de ser una marioneta movida por manos extrañas, llegó al Uruguay movido por razones personales y, hasta que se demuestre lo contrario, esa motivación tiene que ver con sus ganas de hacer política y de llegar al gobierno para llevar a cabo sus propias intenciones. 
Pero una cosa es verdadera: sea cual sea su objetivo final, Sartori ya se llevó puesta la unidad nacionalista que los blancos cuidaban celosamente desde que los enfrentamientos en la década de los ´90 entre Luis Alberto Lacalle Herrera y Juan Andrés Ramírez condujeron al partido a la peor votación de su historia.

Los hechos ocurridos últimamente en el Partido Nacional –hechos de los cuales Sartori es principal protagonista- lo muestran convertido en una olla de grillos cuando parecía que las puertas del poder se le abrían para desalojar a la izquierda.

Ciertamente, las cosas que se están escuchando en las últimas horas amenazan con meter al Partido Nacional en la máquina del tiempo.
Este domingo, El País publicó una información según la cual el resto de los precandidatos blancos habrían realizado un “un pacto de palabra” para dejar de prestarle atención a Sartori quien viene creciendo en la interna blanca, en varias encuestas se ubica segundo delante de Jorge Larrañaga y su ascenso amenaza el favoritismo de Luis Lacalle Pou.

La respuesta de Sartori en un acto público fue furibunda: "En eso sí que son expertos: ignoran el desempleo, ignoran la inseguridad, ignoran a ese uruguayo que no llega a fin de mes, al que no quiere salir más de su casa por la inseguridad, ignoran los problemas y así se encierran en la burbuja de la cual estamos todos cansados. Nosotros queremos parar este Uruguay de la ignorancia y los problemas y empezar a enfrentarlos y a resolverlos".

No sé si se entiende la importancia de lo dicho. Sartori- quien según las encuestas se convirtió en uno de los principales dirigentes blancos- dice que Lacalle Pou, Larrañaga y Enrique Antía “ignoran el desempleo, ignoran la inseguridad, ignoran a ese uruguayo que no llega a fin de mes, al que no quiere salir más de su casa por la inseguridad” y se encierran en una burbuja. Así, sin anestesia y olvidando que, en octubre, tal vez tenga que pedir el voto por un candidato al que considera del todo ignorante.

Sartori dice que Lacalle Pou, Larrañaga y Enrique Antía “ignoran el desempleo, ignoran la inseguridad, ignoran a ese uruguayo que no llega a fin de mes, al que no quiere salir más de su casa por la inseguridad” y se encierran en una burbuja.

Aunque Lacalle Pou y Larrañaga desmintieron la existencia de un pacto de ninguneo, Sartori no les creyó y este lunes presentó una carta en el directorio nacionalista que, entre otras cosas, dice: “El haber tomado la decisión de conspirar contra el derecho de los ciudadanos de tomar buenas decisiones basadas en el contraste de ofertas políticas y de la capacidad de los partidos de construir consensos es moralmente reprochable y políticamente muy inconveniente. (Esta situación) pone en riesgo el resultado de la elección, ya que en ningún país se confía el gobierno a un partido político que esté conducido por irresponsables que se pasan peleando entre ellos, porque con tales comportamientos se pone en evidencia la ineptitud para asumir las más altas responsabilidades en una nación".

En eso, a Sartori le cabe razón. Los hechos ocurridos últimamente en el Partido Nacional –hechos de los cuales es principal protagonista- lo muestran convertido en una olla de grillos cuando parecía que las puertas del poder se le abrían para desalojar a la izquierda.
Como para que frenteamplistas y colorados, y los defensores de las teorías conspirativas, se hagan una fiesta.
 

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