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Se complica Argentina: ya se habla de más devaluación, default y profundización del cepo

El intento de una restructuración de deuda “a la uruguaya” resultará inviable por falta de fondos, advierten los analistas del mercado

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21 de septiembre de 2019 a las 05:03

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La sensación generalizada que reina en este momento en Argentina se puede resumir en la frase “lo peor está por venir”, que se lee en los medios y se escucha repetidamente en las charlas políticas y empresariales. Lo cierto es que todo el mundo da por sentado que las medidas intervencionistas de hace tres semanas resultarán insuficientes para hacer frente a un complicado frente financiero. Y, en consecuencia, se espera que vengan más restricciones al dólar, que posiblemente haya turbulencias cambiarias antes de fin de año y que habrá un default de la deuda.

Así, el “reperfilamiento”, que buscaba una salida “a la uruguaya” (es decir, sin quita de capital ni intereses como se hizo en Uruguay en 2002), dejaría paso a un default puro y duro, ante la cruda realidad que muestran las cuentas del Banco Central.

Ya nadie espera que lleguen los US$ 5.400 millones que estaban previstos en el acuerdo stand by con el FMI. La programación original indicaba que esa cuota debería acreditarse en septiembre, pero en el nuevo contexto se asume que ese dinero, si llega, entrará después de la probable victoria de Alberto Fernández el 27 de octubre. Y que, en ese caso, el FMI pondría una serie de condiciones.

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La realidad marca que, en este momento, el acuerdo está totalmente caído. Argentina ya había incumplido su política de banda cambiaria –al permitir que el dólar perforara el “techo” luego de la corrida post PASO-; también se dejó de lado el objetivo del déficit fiscal cero y ahora cayó uno de los últimos eslóganes del macrismo: la emisión monetaria cero.

“A fin de evitar una contracción monetaria excesiva, en un contexto que ya presentaba una liquidez ajustada, se requiere actualizar las metas de base monetaria originalmente establecidas”, justificó el Banco Central en un comunicado, en el que además reconoció “las dificultades para refinanciar las Letras del Tesoro y la significativa depreciación del peso”.

Según el Central, el nuevo contexto determinará una mayor demanda de pesos por parte del público, aunque por las dudas de que eso no sea tan así elevó la tasa de interés desde 58 % a 78%. Las críticas de los economistas no se hicieron esperar.

“El comunicado del Central muestra que son unos burros y que están tirando más nafta al fuego. Hoy hay una bruta caída en la demanda de dinero que se tradujo en el salto del tipo de cambio. La gente no quiere tener pesos, y el Central está tirando pesos a la calle”, castigó Javier Milei, uno de los más alarmados por la posibilidad de un escenario de hiperinflación.

Pronósticos de crisis

Pero para Guido Sandleris, presidente del Banco Central, hay otros temas más urgentes. Por ejemplo, cómo saldar las obligaciones financieras de las próximas semanas con cajas cada vez más menguadas. La posibilidad de que el FMI vuelva a sacar las papas del fuego es algo en lo que ya nadie confía, ni dentro ni fuera del gobierno.

Hoy ya no están presentes los protagonistas del acuerdo stand by, que garantizaban cierto apoyo político. Por el gobierno argentino, se fue el ministro Nicolás Dujovne, que contaba con la confianza de Wall Street y los funcionarios de los organismos. Y por el FMI, se fue justo a tiempo Christine Lagarde, que defendía la postura laxa hacia Argentina, en contra de la visión del “ala dura” del Fondo.
En este nuevo contexto a nadie le extraña que, luego de que Argentina incumplió todos sus compromisos, también el Fondo altere su cronograma de pagos a la espera del nuevo contexto político.

Y muchos interpretan esa postura como una asunción tácita de que Argentina debe, una vez más, caer en el default de la deuda pública. Al menos, así lo advierten los informes de los bancos de inversión y las agencias calificadoras de riesgo crediticio. Por caso, un reporte de la agencia Fitch les comunicó a los tenedores de bonos soberanos argentinos que se deben preparar para una reestructuración con quita de capital.

Otro informe, más dramático aún, de la agencia Moody’s, anticipa turbulencia a corto plazo, sobre todo si el FMI no realiza el aporte comprometido. “Anticipamos que probablemente se produciría una reacción severa del mercado. Cancelar ese desembolso podría desencadenar una reacción negativa, generar una inestabilidad macro y financiera significativa y comprometer aún más la débil posición crediticia de Argentina”, señala el reporte.

La última tentación de Sandleris

Pero, más allá de si el FMI paga o no la cuota, los pronósticos que circulan en la city porteña apuntan a escenario de terror, dado el deterioro de las cuentas del Banco Central. Se habla de nuevas devaluaciones y hasta de hiperinflación. 

El economista Diego Giacomini, director de la consultora Economía & Regiones puso nerviosa a la city porteña al publicar un reporte en el que, basándose en las teorías sobre los planes de estabilización financiera, hace una distinción entre los que están diseñados para perdurar a largo plazo y los que sólo ponen “parches” de corto plazo.

Naturalmente, encuadra al caso argentino en el segundo pelotón, y argumenta que desde que Sandleris es presidente del Central se han aplicado tres planes, cada uno menos efectivo y con menor duración que el anterior.

El primero, basado en la banda cambiaria y la alta tasa de interés, logró una paz de seis meses. El segundo, con mayor intervención oficial sobre el mercado del dólar, duró cuatro meses. Y el actual, iniciado luego de las PASO y ya con franco intervencionismo y restricciones cambiarias, lleva un mes y medio y podría tener los días contados.

Apunta a que el disparador de la nueva crisis puede ser la escapada del dólar paralelo –el llamado “conta con liqui”- que actualmente tiene una brecha de 20% respecto del oficial, pero que rápidamente podría acercarse a niveles del 50%.

Otro economista influyente, Carlos Melconian –de quien se dijo que había preparado un plan económico para poner a disposición de Alberto Fernández– difundió un informe inquietante. Básicamente, plantea que, en el escenario optimista de que el FMI haga su aporte, el Banco Central tendría un agujero equivalente a  US$ 2.000 millones para pagar los vencimientos de letras en moneda nacional. Si, como todos creen, el desembolso no se concreta, entonces el rojo de la cuenta crece hasta casi US$ 4.500 millones.
Y, aparte, está la deuda por los vencimientos en dólares.

Lo que muchos especulan es que, ante una situación de necesidad extrema, el Banco Central se podría ver tentado a hacer el último incumplimiento que le queda con el FMI: echar mano a una cuenta de US$ 7.000 millones que se había comprometido a no tocar porque se trataba de un monto destinado exclusivamente al refuerzo de las reservas.

En todo caso, lo que se da por descontado es que en el gobierno ya están pensando en profundizar las medidas restrictivas. Trascendió que hay enojo de los funcionarios con los exportadores porque liquidan los dólares a un ritmo más lento que el pactado.
En paralelo, se mira con lupa el nivel de los depósitos bancarios en moneda extranjera, que en el último mes tuvieron un desplome de US$ 10.000 millones de dólares.

Previsores, los banqueros ya están restringiendo los préstamos en moneda extranjera a los exportadores.
Y todos creen que el gobierno limitará la compra de dólares por parte de los particulares y que posiblemente establezca un esquema clásico de desdoblamiento cambiario, con un dólar comercial, uno financiero y otro turista. 

Ante la incertidumbre, retiro de depósitos 
Como trasfondo de todo esto, claro, está la incertidumbre política. No es que haya dudas en el plano electoral: las encuestas marcan que la reelección de Mauricio Macri es imposible y que lo más probable es que Alberto Fernández amplíe su ventaja respecto del resultado obtenido en las PASO. Los últimos sondeos marcan que el candidato opositor ronda el 53% de intención de voto, y que incluso podría superar el récord de Cristina Kirchner, que en 2011 se reeligió con un 54,11%. 
Pero queda la incertidumbre de lo que vendrá. Básicamente, si Fernández hará un diagnóstico alineado con el mercado y asumirá el costo político de hacer ajustes y reformas o si, por el contrario, se impondrá en su gobierno la línea más populista ligada a Cristina y se agravarán los problemas estructurales. Mientras dura esa incertidumbre, la gente sigue sacando dinero de los bancos para llevarlo a cajas de seguridad o debajo del colchón. El nivel actual de depósitos es de unos  US$ 20.000 millones, y los analistas creen que podría ir hasta el nivel registrado durante el cepo del gobierno de Cristina Kirchner, cuando se tocó un mínimo de US$ 7.000 millones.
Otra, vez, se estima en unos US$ 300.000 millones la cantidad de dólares que están fuera del sistema financiero. Con la memoria histórica de confiscaciones, corralitos y canjes compulsivos, los argentinos reaccionan con reflejos rápidos ante los deterioros de la situación financiera.
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