Diego Battiste

Show político: por qué el sistema tocó fondo en gestos y argumentos

El peor escenario político que planteaban los científicos se cumplió: gobierno y oposición decidieron jugar a la política electoral con un tema sensible

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11 de junio de 2021 a las 13:49

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Esta fue una semana intensa en lo político, nuevamente por una crisis sanitaria que no da tregua. El peor escenario político que planteaban los científicos se cumplió: gobierno y oposición decidieron jugar a la política electoral con un tema sensible.

Sobre ese tema, la popularidad del presidente Lacalle Pou y dos posibles explicaciones pese al contexto sanitario te escribo en la newsletter EnClave de hoy.

 

¿Qué suma una interpelación?

 

“Desde hace meses se ha confirmado en la literatura científica internacional, a partir de estudios en diferentes países y regiones del mundo, que la partidización política de la pandemia constituye un factor de riesgo para el covid-19. Todas las acciones que promuevan discursos y acciones sinérgicas desde los actores políticos en cuanto a medidas instrumentadas o a instrumentarse desde el Estado y sobre el comportamiento social deben ser fuertemente estimuladas y apoyadas”.

Rafael Radi, 20 de abril en el Senado

 

Cuando las cosas iban bien en 2020 no había ruido político. Lo hubo al principio, sí, cuando Lacalle Pou definió su estrategia y en la izquierda no estuvieron de acuerdo con no decretar cuarentena obligatoria. Pero luego los resultados fueron buenos y todo el ruido se apagó. De fin de año en adelante, que los casos y las muertes comenzaron a aumentar dramáticamente, eso se rompió. Desde allí empezó una escalada política que parece tocar fondo con la decisión del Frente Amplio de esta semana de interpelar al ministro de Salud, Daniel Salinas, y a la ministra de Economía, Azucena Arbeleche.

¿Una crisis es una oportunidad para acumular capital político? ¿Es posible pensar en clave electoral? Y ¿todo el Frente Amplio está actuando así?

Se perciben dos posturas. Por un lado está la actitud de las principales figuras del Frente Amplio en el Senado. Si bien han dicho que la voluntad de la oposición es aportar a buscar soluciones –durante un largo período lo hicieron–, ahora parecen desandar ese camino. Durante muchos meses plantearon la creación de un ámbito de discusión que el oficialismo dilató. Finalmente el gobierno aceptó crear una comisión en el Senado para dar seguimiento a la pandemia. Allí realmente el FA aportó ideas y propuestas. Si bien hubo lugar para la polémica y la discusión, es el tipo de debate sano que aporta a la democracia porque se hace desde un lugar constructivo.

Una comisión de este tipo, por su lógica y su composición, está destinada a buscar los puntos de acuerdo posibles. Y así fue que algunas de las ideas planteadas por el Frente Amplio están siendo consideradas por el gobierno luego de la reunión que Lacalle tuvo en Torre Ejecutiva la semana pasada con los legisladores.

Sin embargo, un gesto comunicacional de Lacalle terminó por enojar a los senadores frenteamplistas. Un día antes de reunirse con ellos, el presidente habló en una entrevista sobre algunos de los aspectos que luego iba a decirles a los legisladores.

Tiene sentido que eso moleste, ¿pero tanto como para que sea uno de los factores que impulsen a incendiar la pradera?

Este lunes la bancada del FA decidió la interpelación que desde hace algunas semanas promovía el socialista Daniel Olesker. Entre los frenteamplistas no todos estaban de acuerdo con esa idea y por eso se había dilatado. Pero finalmente se impuso.

El FA anunció que la comisión ya no tiene sentido, que ahora quiere explicaciones políticas y para eso convoca a los ministros a sala. Eso implica el show político típico de horas y horas de los ministros en el Parlamento, con todos los legisladores opinando: unos atacando, otros defendiendo.

Si una comisión a puertas cerradas era el ámbito ideal para escuchar a todas las voces y luego buscar acuerdos y puntos de contacto, una convocatoria a sala –sea en el régimen que sea– es todo lo contrario.

En el Frente Amplio argumentan que lo que se busca es lo mismo: aportar soluciones. Es por lo menos iluso creer que eso puede ser así. En una interpelación –o incluso si fuese en un llamado a sala en régimen de comisión general– lo único que hay es gente escuchando para responder y tratar de ganar una discusión. Nunca para encontrar puntos de acuerdo. En muchos años de seguir discusiones políticas no recuerdo un solo caso de un llamado a sala en el que un ministro haya convencido a un político opositor de algo, o viceversa.

Si el FA lo que quiere es aportar para torcer el rumbo de una crisis sanitaria que el gobierno no ha podido –o, según la visión frenteamplista, no ha querido– torcer en los últimos meses, le erra de instrumento parlamentario.

¿Es todo lo mismo en FA?

Diego Battiste
Marcos Carámbula en la Torre Ejecutiva para reunirse con Lacalle en enero.

El Frente Amplio, sin embargo, también logra tener dirigentes de mucho peso con una actitud bien diferente a la de los senadores.

El dirigente que más repercusión generó esta semana por sus apariciones públicas fue el exintendente de Canelones Marcos Carámbula, que en una entrevista con canal 10 utilizó un tono distinto al de la crispación política: dio argumentos, planteó alternativas y sobre todo volvió a llamar al diálogo. A diferencia de los senadores que dicen que ya no hay forma de lograr acuerdos, Carámbula –un candidato firme a la presidencia del FA– muestra otra cara.

Los intendentes de Montevideo y Canelones, desde la gestión, logran también destacarse de otra manera. Yamandú Orsi habla a diario con jerarcas del gobierno. Si bien cuando sintió que debía hacerlo –con la vacunación en su departamento, por ejemplo– trancó duro públicamente, ya había transmitido en privado su frustración en busca de encontrar una solución.

En las últimas semanas, por otra parte, ha sorprendido la actitud dialoguista de Carolina Cosse. Lejos de la promesa que hizo a los frenteamplistas de Montevideo en la campaña de ser el “contrapeso” político al presidente, Cosse ha priorizado la gestión y para ello el diálogo es fundamental.

¿Todo es culpa de la oposición?

Camilo dos Santos
Secretario de Presidencia, Álvaro Delgado.

Que la respuesta política a la crisis sanitaria haya tocado fondo no es solo responsabilidad de la oposición, ni solo tiene que ver con la interpelación. De hecho, en que se haya llegado a este escenario tiene mucha responsabilidad el oficialismo. Y tal vez más responsabilidad, solo por el hecho de ser gobierno.

No hay duda de que Lacalle es una persona dialoguista en cuanto a la actitud. Durante el anterior gobierno, Lacalle ni siquiera era escuchado, aunque él sí lo hace. Recibe a todo el que se lo pide. Atiende quejas y reclamos de todos. Pero la fase posterior a escuchar, muchas veces debe ser la de abrirse a los argumentos de otros para que exista la posibilidad de que te convenzan. Si no, por lo menos, estar dispuesto a negociar algo.

En eso, por ahora no ha tenido la actitud que el propio presidente esperaba cuando era líder de la oposición.

Pero el mayor debe que ha tenido el oficialismo en las últimas semanas de crispación política es la argumental. Tanto el presidente como figuras importantes del Poder Ejecutivo y de la bancada oficialista han caído en argumentos muy débiles y hasta en datos engañosos para defenderse de los embates opositores. Aquí, dos ejemplos:

●     Lacalle Pou dijo que cumplió 24,5 de las 27 sugerencias del GACH, pero fueron menos

●     "Muertes evitables": gobierno cuestiona al FA por un concepto al que Lacalle apeló en abril

La separación entre los científicos y el gobierno ha sido cada vez más grande, al punto que el GACH dejará de asesorar al gobierno y terminará, como dijo esta semana el presidente, en un “teléfono rojo”. Pero lo cierto es que en un momento aún muy complicado de la pandemia, se acaba la enorme producción científica que no solo da asesoramiento sino también obliga y embreta al gobierno con evidencia científica en cuestiones que contradicen sus posturas filosóficas.

Lacalle ha sido claro en todos estos meses en que el GACH da insumos, pero que quien toma las medidas es el gobierno. La ciencia asesora y la política decide. Por eso mismo es muy contradictorio el argumento central del gobierno para criticar al Frente Amplio por la interpelación. “Acá no hay lugar para la política”, dijo el secretario de la Presidencia, Álvaro Delgado.

“Ni para la ideología”, agregó. ¿Qué es la “libertad responsable”, si no es ideología? En todo caso es mucho más ideológico ese elemento que una decisión práctica como la de tomar medidas para bajar la movilidad. También es ideológico priorizar el cuidado del gasto público, tanto como lo es despreocuparse por el déficit.

El gobierno tiene mucha responsabilidad en no volver el asunto de la pandemia un aspecto electoral. Pero para eso también se necesita mejorar la capacidad argumental. 

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