Redacción antigua de El Observador

El Observador 30 años > 30 años

Todo cambió, pero algo perduró

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25 de octubre de 2021 a las 05:00

Asombra ver todo lo que pasa en un tiempo así de largo, como estos 30 años en los que El Observador ha sido testigo directo y relator de hechos que cambian el país y al mundo. Acá va un ejercicio periodístico para ver la dimensión del tiempo; no se trata de hechos, sino de hitos, y de elegir unos pocos –los más potentes– de cada período de 30 años. Repasamos los cuatro últimos períodos de 30 años cada uno, o sea, todo el siglo xx y lo que va del xxi.

1901-1931: el mundo vivió la Gran Guerra (primera guerra mundial), la revolución rusa de 1917 y la creación de la Unión Soviética, con impulso del comunismo internacional. Fue el crack bursátil de 1929 y la Gran Depresión.
Uruguay comenzó aquel año con la ley nº 2679, que aprobaba “el contrato celebrado entre el Poder Ejecutivo y Don Julio Dolifus y otros para la construcción del puerto de Montevideo” (25.01.1901), promulgada por José Batlle y Ordóñez.
La segunda ley de aquel año fue la nº 2.680, que declaró validez de “Leyes de la República” a todas “las resoluciones del Consejo de Estado” que había funcionado de 1898-1899 durante el gobierno de facto de Cuestas. Una ley similar fue votada en 1985 para dar valor jurídico al Consejo de Estado de la dictadura militar.
Fue el período de las dos presidencias de Batlle, del último levantamiento blanco que terminó con la muerte de Aparicio Saravia, la instalación de la Alta Corte de Justicia, el nacimiento del Partido Socialista y la Unión Católica (luego Unión Cívica y PDC). Fue la primera reforma constitucional del Uruguay, producto de una histórica asamblea constituyente.

1931-1961: el mundo sufrió el fascismo y el nazismo, la segunda guerra mundial (1939-1945); y vio la revolución comunista china (1949), asistió a la descolonización de África (1950), a la guerra de Corea (1950-53) y se movió al ritmo de la Guerra Fría. La revolución de Cuba sacudió el continente.
En Uruguay hubo dos golpes de Estado (1933 y 1942), fue la dictadura de Terra y sus conclusiones, la irrupción de Luis Batlle Berres, y también fue el final del predominio colorado, el de la reunificación blanca y la llegada al gobierno del Partido Nacional, tras 90 años en la oposición.

1961-1991: el mundo vio en vivo y en directo como el hombre llegaba a la Luna (1969); un presidente de Estados Unidos fue asesinado (1963) y otro debió renunciar por el Watergate (1974). En esos años se quebró el Muro de Berlín.
En Uruguay, la izquierda logró alianzas (Fidel y UP), irrumpió la guerrilla (MLN-Tupamaros y otros), se sufrieron años de violencia, reformas constitucionales, el nacimiento de la CNT, el gobierno de Pacheco, el nacimiento del Frente Amplio, el golpe de Estado de 1973, la dictadura con crímenes y desaparecidos, el plebiscito del 80, las manifestaciones populares, la vuelta a la democracia, las leyes de amnistía (1985) y de caducidad (1986), el primer referéndum de la historia, el plebiscito de los jubilados con la mayor votación de todos (1989).
El Frente Amplio llegó al gobierno de Montevideo (1989).
También en ese período se dio la ruptura del Frente Amplio y los blancos volvieron al gobierno con Lacalle.

1991-2021: crujió la URSS y todo el bloque socialista se derrumbó, surgió internet y cambió la vida de todos; los atentados a las torres gemelas también cambiaron el mundo.
La región vivió una ola de gobierno liberal, otra “ola progresista” y también la caída de esta.
Uruguay fue cofundador del Mercosur; se dieron la segunda presidencia de Sanguinetti (1995), la llegada al poder de Jorge Batlle, la reforma previsional que instaló el régimen de ahorro personal (1996), la conquista del investment grade por primera vez (1997) y su pérdida en la crisis de 2002. El Frente Amplió llegó al gobierno  nacional (2004) y tuvo que volver al llano (2019).

Treinta años registrados por El Observador: cambió el mundo, cambió la vida con el nuevo mundo virtual; y en el país gobernaron los tres principales partidos. Más allá de euforias o de dramas, reflejados en la portada de cada edición, el país ha seguido con libertad y en democracia. Todo cambia, pero lo esencial como la libertad, ha perdurado. Y este medio de comunicación lo ha observado a diario, minuto a minuto en tiempos de internet, y lo ha puesto a consideración del público. Eso es el alma del periodista. 

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