Tres países detrás de la baja del precio del petróleo

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03 de abril de 2020 a las 05:01

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El pasado 6 de febrero, ante el pedido de Arabia Saudita y la Organización Mundial de Petróleo para reducir la producción, Rusia respondió en forma negativa. Fue una ruptura de la sociedad de hecho que desde el 2016 venía regulando el precio internacional. Los saudíes intentaban reducir la producción de petróleo en 1,5 millones de barriles diarios durante tres meses.

Ante esta negativa, Arabia Saudita reaccionó en forma agresiva e inundó el mercado mundial con una producción adicional de 2,6 millones de barriles diarios, la cuarta parte de su producción normal, y anunció un descuento de U$S 8 por barril. Como consecuencia, desde entonces el precio internacional bajó a más de la mitad de su nivel previo.    

Fue la declaración de una guerra de precios.

Arabia Saudita apostó que una mayor producción le permitiría compensar el impacto financiero de la baja de precios y aumentar así su participación en el mercado petrolero. Desde hace décadas el reino tiene en reserva a una capacidad potencial de producción, que podrá movilizar en pocas semanas, sin perjuicio del riesgo que en lo inmediato ello supone para su economía y en particular para los planes de diversificación de la producción que están en marcha.  

La decisión de Arabia Saudita obliga a sus aliados como la Unión de Emiratos Árabes y Kuwait a bajar sus precios y aumentar su producción para seguir siendo competitivos. Pero en contraste, va a lastimar a países como Nigeria y Angola, que tienen poca capacidad para aumentar su producción y un acceso limitado al crédito internacional.

Por su parte, Rusia anunció que está en condiciones de mantener un funcionamiento normal de su economía aún en este nuevo nivel de precios, porque el gas y el petróleo ya no tienen la misma importancia en las finanzas públicas que en años anteriores. Hay además un alto nivel de reservas en moneda extranjera, un fondo adicional de riqueza que se fue conformando con una parte de los ingresos por petróleo y un sistema de tipo de cambio flotante.

Pero entre estos alardes bélicos, el verdadero conflicto de estos días no es solo entre Arabia Saudita y Rusia. De hecho, Rusia decidió romper el acuerdo de los últimos tres años porque su verdadero objetivo es el de lastimar a la industria de fracking de Estados Unidos y por extensión, a su gobierno.

Desde un punto de vista político, es una forma de represalia contra las sanciones económicas americanas en contra de Rosneft, la empresa pública petrolera, y del intento de complicar el funcionamiento del oleoducto de gas Nord Stream 2 entre Rusia y Europa. 

Pero en lo sustancial, el Sr. Putin apunta contra la producción de petróleo de EEUU, que en los últimos tres años creció en 4,5 millones de barriles diarios al amparo de los acuerdos de precios entre Arabia Saudita y Rusia. Así, la producción americana ha aumentado su participación en el mercado mundial en cuatro puntos, a costa de una baja de tres puntos de los otros dos países.  

La brusca baja del precio internacional recuerda a un episodio similar en el 2014, cuando también como consecuencia de una decisión inesperada de Arabia Saudita, el precio internacional descendió hasta un nivel de US$ 25 el barril. Ello afectó a muchas empresas de fracking, que en algunos casos debieron bajar drásticamente sus costos de producción y en otros fueron directamente a la quiebra.  

Al cabo de dos años y después de haber obligado a un ajuste de la industria americana, los saudíes decidieron volver atrás, no sin antes salir a buscar el acuerdo de Rusia, para subir desde entonces y hasta hace dos meses el precio internacional.

Ahora, con esta baja del nivel de precios, ya la semana pasada varias industrias de fracking comenzaron a cerrar en una escala nunca vista desde hace cinco años. Por ello se estima que hacia fines del año próximo la producción de este sector habrá de bajar desde los 13 millones de barriles diarios de hace poco hasta poco más de 10 millones. 

Hace una década el principal efecto de una baja en el precio del petróleo para Estados Unidos habría sido un descenso del precio de los combustibles en su mercado doméstico. En cambio, ahora que el país es uno de los tres principales productores de petróleo del mundo, la suerte de su industria ha pasado a ser un problema para el gobierno. A vía de ejemplo, hay estados como Texas, Dakota del Norte y Pennsylvania que ya están sufriendo las consecuencias.

Por ello, antes de la reciente reunión del G 20 el gobierno americano pidió a Arabia Saudita terminar la guerra con Rusia y buscar una progresiva normalización del mercado petrolero, por ahora sin resultados. Todo indica, sin embargo, que aún dejando de lado los recelos entre los países, una vuelta atrás no será sencilla.

Ya en este mes, se estima que el efecto del virus habrá de provocar una baja del orden del 25 % en la demanda mundial de petróleo. Ello podría producir un exceso de oferta de 25 millones de barriles diarios, un nivel que en pocas semanas podría sobrepasar largamente a la capacidad de almacenamiento de la industria 

La oferta mundial deberá adaptase entonces a esta nueva realidad. De aquí en adelante, el nivel de los costos de producción, las reservas financieras de los países y el apoyo que puedan aportar sus respectivos gobiernos habrán de ir determinando a los productores sobrevivientes.

Mucho dependerá de la extensión del período de emergencia por el que pasa la humanidad. Cuanto más se prolongue, más profunda será la transformación de la producción de petróleo.

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