“Cómo pasa el tiempo…” dijo Óscar Tabárez con un gesto de resignación en plena Rusia. No era para menos, se aprestaba a vivir su cuarto Mundial. A modo de ejemplo contó que cuando Uruguay se consagraba campeón de América en 2011, Federico Valverde tenía 11 años, y hoy lo tiene como uno de los integrantes del plantel.
Jamás imaginó el conductor de la selección que un 27 de setiembre de 2018 se cumplirían 30 años de su debut en el banco de la celeste. No caben dudas. El tiempo ha pasado. Ocurrió un 27 de setiembre de 1988. El estadio Defensores del Chaco marcaría el lugar y Ecuador su primer rival. La Copa Boquerón el marco.
En aquel partido la celeste ganó 2 a 1 y en el transcurso del juego ingresó a la cancha quien con el tiempo se transformaría en uno de sus colaboradores: Mario Rebollo.
Si habrán cambiado los tiempos que por aquellos años las Eliminatorias se jugaban en grupos. A Uruguay le tocó medirse con Bolivia y Perú. El Maestro pasó del mata-mata, a recorrer América jugando dos ruedas extenuantes cuando antes los jugadores venían por un breve período en el que se definía la clasificación. En aquella ocasión, Uruguay definió su clasificación entre el 27 de agosto de 1989 y el 24 de setiembre.
Hoy se juegan dos partidos (de un calendario de 18) en una semana y las Eliminatorias tienen una duración de tres años.
Así como el fútbol sufrió cambios en estos 30 años que transcurrieron desde el primer partido de Tabárez al frente de la selección, el Maestro también sufrió una metamorfosis y cambió muchas cosas producto de las vivencias.
Para comprender cómo fue mutando el técnico y se adaptó a los cambios en la sociedad, en una entrevista brindada luego del Mundial de 1990 el periodista César Di Candia le preguntaba en el semanario Búsqueda: ¿Entonces se necesitan un psicólogo además de un director técnico y un preparador físico? Tabárez respondía: “No un psicólogo sino un técnico que los prepare psicológicamente. Él debe ser el responsable”.
Entre las primeras medidas que adoptó en 2006, cuando regresó al combinado, fue la incorporación de la figura del psicólogo a su cuerpo técnico. La función la asumió Gabriel Gutiérrez.
Por estos tiempos el cuerpo técnico celeste tiene en el debe sumar a un asistente social. El tiempo pasa… la sociedad cambia.
Previo al Mundial de 1990 la selección realizó una larga preparación. El equipo realizó una gira jugando amistosos en Alemania, Irlanda e Inglaterra. Los jugadores estuvieron cerca de un mes alejados de sus afectos.
“Algunas cosas han mejorado. Los jugadores vienen cuando tienen que venir, los clubes tienen una buena relación, no hay problemas para devolverles el dinero de los pasajes, como en mi época; tampoco problemas que impidan hacer una gira porque da US$ 10 mil de pérdidas, como me pasó en la preparación para el Mundial”, decía Tabárez en La República del 28 de febrero de 2000. Y agregó: “En ese tiempo había un cuerpo integrado por todos los presidentes de los clubes, que decidieron eso y con ello nos obligaron a estar dos meses concentrados en Europa, lejos de la familia”.
Tabárez vivió aquella experiencia. Vio que los jugadores europeos compartían horas con su familia en lugar de permanecer encerrados. Tomó nota de que no era adecuado concentrar en hoteles y comenzó a buscar lugares de similares características y condiciones que el Complejo Celeste.
Para los mundiales de Sudáfrica, Brasil y Rusia los jugadores trabajaron acá en régimen simple, luego del entrenamiento se iban para su casa y la selección viajó escasos días antes del debut.
Antes era común que los jugadores vinieran y fueran sometidos a un periodo de reacondicionamiento físico. Pasaban una semana realizando tareas de puesta a punto para luego comenzar a jugar.
“Nosotros lo que hicimos desde el punto de vista físico fue una prolongación de la temporada, dimos días de descanso, establecimos prioridades de acuerdo a la exigencia de cada jugador en su liga, las posiciones que tenía el equipo”, expresó Tabárez en conferencia.
Revelando además: “Y desde el punto de vista táctico trabajamos en los conceptos. Íbamos al campo, metíamos un tema, vamos a trabajar esto”.
Otro aspecto en el que se evolucionó fue que a los jugadores se les entregaron una serie de ejercicios complementarios a los que hacían en sus equipos para mantener la forma.
“A través del profesor Herrera y en contacto con los clubes con quienes tenemos relación excelente, se le proponían trabajos a los futbolistas para que los fueran haciendo antes de venir porque en los finales de campeonatos prácticamente no se entrena, se juega y se descansa. Entonces los jugadores si no hicieran unos toquecitos, se puede complicar”, agregó el Maestro.
Parece mentira. Si habrá pasado el tiempo. Aquel 27 de setiembre de 1988 cuando Tabárez se sentó por primera vez en el banco de Uruguay, Luis Suárez y Edinson Cavani tenían un año; Forlán jugaba al baby fútbol, Lugano andaba corriendo atrás de una pelota por los campos de Canelones y Rodrigo Bentancur no había nacido.
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