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Una mañana de sábado con el Betito en el juzgado

La Justicia lo condenó a 10 meses de prisión por delito de receptación
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24 de diciembre de 2017 a las 05:00

Luis Alberto Suárez Correa, conocido como "el Betito", reconoció este sábado ante la Justicia haber recibido un auto Mercedes Benz con conocimiento de su procedencia ilícita, delito por el cual fue condenado a diez meses de prisión por la jueza Laura Sunhary, tras un acuerdo entre la fiscalía y la defensa.

El vehículo –modelo 300D del año 2004- había sido robado por parte de tres sujetos no identificados el 26 de octubre en un garaje de Pocitos y era el mismo en el que Suárez se desplazaba junto a otras dos personas el 17 de noviembre, cuando la Policía lo detuvo en la calle. Las chapas con la matrícula original del auto habían sido cambiadas por otras robadas de un vehículo marca Chevrolet con la finalidad de "ocultar" el delito, valoró el fiscal.

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La aceptación de culpabilidad de Suárez y la condena de la juez Sunhary llegó luego de que el fiscal Diego Pérez y el abogado defensor de Suárez, Juan Fernández Lecchini, acordaran la implementación de un proceso abreviado, mecanismo previsto en el nuevo Código del Proceso Penal.

"Estoy conforme, entendí. Me hago responsable para terminar con esto", dijo Suárez cuando la jueza lo consultó si tenía claro las implicancias de dar el paso.

"Objeto de exposición abusiva"

La historia empezó el viernes cuando Suárez decidió no concurrir al juzgado. Lo hizo, según dijo, porque pensaba que había paro de judiciales. Horas después su defensa presentó un escrito que aducía que el imputado "estaba indispuesto", aunque nunca presentó la certificación médica. Tras darle una entrevista a Subrayado, Suárez se entregó a las 15 horas –según dijo- aunque la Policía alega que en realidad fue capturado.

El sábado de mañana la Ciudad Vieja dormía cuando la jueza Sunhary llegó a la sala de audiencias donde finalmente decidiría sobre la formalización del proceso. Antes de que ella dijera una palabra –incluso antes de que la audiencia hubiera comenzado- Fernández Lecchini le solicitó que no permitiera que la prensa estuviera en la audiencia, tal como lo habilita el nuevo CPP con la introducción de audiencias públicas.

Fernández Lecchini (que hasta hace poco era juez penal) argumentó que procuraba preservar la "intimidad" de su cliente que dijo que había sido "objeto de exposición mediática abusiva". Afirmó, además, que se sentían "agraviados" por diferentes notas de prensa. Por ejemplo, que se hubiese dicho que su cliente había estado en un tiroteo "cuando en realidad no estuvo".

La jueza Sunhary lo quedó mirando y le preguntó si su cliente era el mismo que el día anterior le había dado una entrevista a Subrayado. Y decidió que los medios de prensa allí presentes –El Observador y Telemundo- se podían quedar.

Cuando Suárez ingresó en la sala –pantalón de jean, remera gris y calzado deportivo negro- le preguntó a su abogado quiénes eran las dos personas que estaban sentadas a su espalda. Y volvió a decirle que no quería medios presentes.

Fuegos de artificio

Durante la audiencia de formalización, la fiscalía presentó varias evidencias –en base a testimonios, material gráfico y pruebas de ADN- que mostraban cómo Suárez era una de las tres personas que viajaba en el Mercedes Benz robado cuando fueron detectados en la calles Abreu y Asilo por personas que percibieron una "actitud sospechosa".

En el lugar estaba la Policía por otro hecho que había sucedido en el momento. Ante esa situación, y tras procurar atropellar a dos policías, los tres hombres intentaron fugarse, lo cual precipitó una persecución policial.

Abandonaron el auto en la calle Martín Aguirre 4148 y a Suárez lo terminaron capturando en las calles Ignacio Barrios y Guemes. Ya no llevaba la remera blanca, de la cual se había desprendido antes y que fue recogida como evidencia por parte de la fiscalía. El análisis de las células epiteliales que dejaron su rastro en la camiseta arrojó un "idéntico perfil genético" que el de Suárez. Y esa es la misma remera que Suárez llevaba arriba del auto, según constató la fiscalía mediante el uso de registro fotográfico.

La remera, más el reconocimiento de los tatuajes que tiene en su brazo, la planta del calzado deportivo New Balance que llevaba ese día y varios testimonios fueron los elementos contundentes que el fiscal Pérez puso arriba de la mesa para hablar de un delito de receptación y para pedir medidas cautelares (prisión preventiva). El fiscal entendía que, por un lado, había peligro de fuga (en función de los antecedentes del detenido) y, por otro, que la libertad de Suárez podía significar un obstáculo para la investigación, en tanto que algunos testigos no querrían declarar.

Ante este panorama complejo, Fernández Lecchini empleó dos estrategias. La primera fue intentar que la audiencia de formalización no pudiera avanzar. Por eso presentó todo tipo de recursos de nulidad. Primero intentó recusar al fiscal alegando una disposición de carácter interno de la fiscalía vinculada a la asignación de los casos. Argumentó que Pérez no era el fiscal que correspondía al caso y dio a entender que había un interés de carácter personal por el perfil mediático de su cliente.

Su pedido derivó en un cuarto intermedio, tras el cual la jueza Sunhary no dio a lugar a su pedido. Pero el abogado defensor no se quedó ahí y siguió con la "cascada" de recursos de nulidad, tal como lo llamó el fiscal.

Señaló de nuevo a la fiscalía por no dejarle ver "la totalidad del expediente" de su cliente. O sea, acusó a la fiscalía de ocultarle información relevante para el proceso. De hecho en más de una ocasión comparó la situación actual con el presumario policial que formaba parte del proceso anterior. Sin embargo, cuando la jueza le consultó qué evidencia le habían ocultado, Fernández Lecchini no pudo individualizar ningún elemento concreto.

El abogado defensor también se quejó de que no le habían permitido ver como la fiscalía interrogaba algunos testigos y mencionó que la Policía había ido a la casa de Suárez en reiteradas ocasiones, lo cual molestaba a su familia.

Horas después, cuando ya habían llegado a un acuerdo y los ánimos no estaban tan caldeados, el defensor le reconoció al fiscal que sus recursos de nulidad habían sido "fuegos de artificio". "Es la fecha ¿vio?", le dijo mientras reflexionaba cómo el nuevo CPP pone al juez a resguardo y hace que se pelee la fiscalía y la defensa.

El Betito viaja en Mercedes

Luego de que la jueza desestimara todos los recursos de la defensa, Fernández Lecchini pasó al segundo escalón de su estrategia: sugerir que su cliente no tenía la más pálida idea de que el auto en el que andaba había sido robado. Acudiendo al escenario "hipotético" de que efectivamente se hubiera subido, el abogado preguntó: "¿De dónde surgen pruebas objetivas que él sabía que se subía a un auto robado?"

Fernández Lecchini argumentó que tampoco se podía demostrar algún tipo de "beneficio económico" para validar la hipótesis de delito de recepción. "¿Se subió para ahorrarse el Uber, el taxi, el boleto de Cutcsa?", se preguntó irónicamente.

El abogado pidió que no hubiera formalización. Pero la jueza no encontró méritos en la exposición del defensor y formalizó. Además, sentenció a Suárez a 45 días de prisión preventiva, aún cuando el detenido dijo que estaba dispuesto a la prisión domiciliaria con una tobillera. "No le voy a fallar, señora", le dijo a la jueza cuando le pidió pasar sus fiestas por primera vez con su hija de nueve años.

Tras la decisión de Sunhary, Suárez decidió que lo mejor sería reconocer su culpabilidad y salir de allí con una condena. El trato se selló con la fiscalía: 10 meses de prisión.

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