Copa América > LA DESPEDIDA CELESTE

Uruguay camino a la Copa América: una selección que llena de ilusiones

La celeste marcó el ritmo del fútbol, volvió Suárez con un golazo y se despidió con la sensación de que la copa 16 está al alcance de la mano
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08 de junio de 2019 a las 05:03

El regreso de Luis Suárez 29 días después de pasar por un quirófano tras someterse a una artroscopia en la rodilla derecha, con un golazo de tiro libre que le permitió anotar su gol número 56 con la selección. La intención de Uruguay de manejar el partido desde un lugar diferente al que solía hacerlo cuando su mediocampo lo defendían futbolistas cuya principal virtud estaba asociada con la destrucción, y en este nuevo lugar, diferente y agradable a la vista del hincha, posicionado con el buen pie de una nueva generación de volantes. La posesión del balón como una forma de brindarle al hincha lo que quería ver. La potencia de Nahitan Nandez, representando el modelo que estableció Cebolla Rodríguez por banda izquierda en la selección que quedó en la historia. La frescura de Federico Valverde y un talento induscutible para tratar la pelota y pegarle con la capacidad que le permitió convertir un golazo. La aspiración de llevar a Uruguay a un nivel diferente, hicieron de la despedida para la Copa América este viernes ante Panamá con un triunfo 3-0, un espectáculo de fútbol que el hincha disfrutó con la ilusión y esperanza de haber saludado a un equipo que en cuatro semanas podrá estar definiendo el título del torneo continental y regresar con su copa 16.

El camino, para que las manos de Diego Godín levanten la misma Copa que hace ocho alzó Diego Lugano es largo, pero Uruguay expresó en el campo ante los panameños esas intenciones que desde hace algunos años viene dando forma y madurando, desde la renovación que profundizó Tabárez en el combinado.

Uruguay llega al torneo de Brasil conformado por una muy buena selección. Con la mejor expresión futbolística que puede combinar entre los jugadores que iniciaron la refundación de la celeste en el Mundial de Sudáfrica 2010, cuando apenas transitaban los 23 o 24 años (Muslera, Cáceres, Godín, Suárez  y Cavani), y una nueva generación que desembarcó con un perfil futbolístico que invita a creer en grandes realizaciones.

Desde marzo de 2016, cuando Matías Vecino debutó en el doble cinco de la selección y se ganó un lugar para instalarse en el mediocampo celeste, se comenzó a gestar esta transformación silenciosa. El proceso fue largo y sufrido. Tocó fondo en agosto 2017 y encontró en el resurgimiento de Nandez como volante externo por derecha y en la frescura que con sus 18 y 19 años le ponían Federico Valverde y Rodrigo Bentancur, respectivamente, razones para creer en un futuro diferente.

Se sumó en este viaje un Lucas Torreira que con sus actuaciones en Italia pedía un lugar en la selección y llegó en marzo de 2018 para quedarse con un lugar en el equipo.

El Mundial de Rusia aún no encontró bien preparada a la zona media del equipo. Le faltaba horno. La defensa y el ataque estaban a punto, pero el equipo no tenía el equilibrio que necesitaba.

En este 2019, se empieza a ver el verdadero potencial de Uruguay, iluminado por esa nueva generación de volantes que le dio al equipo otro estilo, y otra identidad.

La expresión de Uruguay asociado con el buen juego ante Panamá no es definitiva ni la única que puede ofrecer este equipo. Si la selección no muerde cada pelota y no defiende con la actitud que saben hacerlo los jugadores uruguayos, el camino al éxito puede quedar comprometido. Pero si a esa actitud natural que se desprende de los celestes le agregan el juego desde la posesión, generando circuitos que abren espacios, como lo hicieron este viernes, con las sociedades que surgieron por derecha con Martín Cáceres, Nandez, De Arrascaesta y hasta Nicolás Lodeiro cuando se volcó a ese lugar porque allí vio el fútbol, la selección transitará por buen camino.

El partido con Panamá dejó buenas señales, mejores expresiones y regó el camino de fútbol. Le brindó un entorno diferente. Y allí es donde Uruguay construirá su éxito, sin olvidarse que no alcanza con jugar lindo sino manteniendo la actitud que caracterizó a los equipos de Tabárez de la agresividad defensiva.

La despedida tuvo el dulce sabor de los tres goles. De otra milagrosa vuelta de Suárez, quien en otro gesto de amor por la selección fue al quirófano para llegar a punto a la Copa América. Del gol de Maxi Gómez. De la capacidad de un equipo para jugar al fútbol como protagonista del espectáculo. Solo el detalle amargo de la lesión de Rodrigo Bentancur, abrió un paréntesis. Pero nada ni nadie le podrá quitar al hincha la ilusión de haber despedido este viernes a la selección que tiene la capacidad de volver el 7 de julio a Montevideo con la Copa América 16. Aunque a Uruguay no le guste ir como candidato, un día deberá asumir que hoy tiene un plantel capaz de asumir ese rol con naturalidad. Tiene equipo. Tiene historia. Sabe hacerlo. Y, además, ahora deberá responder con fútbol.
 

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