Martín Viggiano

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Vinos de salón

Un salón del vino es na excelente oportunidad para un degustador de probar cepas y blends diferentes y comparar
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22 de enero de 2013 a las 00:00

POR VALENTÍN TRUJILLO

Este próximo viernes y sábado se llevará a cabo una nueva edición del Salón del Vino de Punta del Este, evento organizado en el Hotel Conrad.

Esta es una excelente oportunidad para el degustador, porque tiene frente a sus ojos (y su nariz y su paladar) una gama muy amplia de vinos, tanto por cepas y blends como por regiones y países del mundo.

Mis primeras sensaciones en cualquier salón (donde hay más de 200 vinos en exposición) son ansiedad por el eventual poder abrumador de la situación: ¿por dónde arrancar? ¿cuál será el mejor orden? (¿existe algún tipo de orden?) ¿qué capacidad tiene mi paladar de distinguir los diferentes vinos? ¿cuándo el paladar queda sedado y ya no reconoce nada más que le pongamos?

Esas son preguntas válidas para el aficionado que llega a un salón de vinos. La mejor receta que recomiendo es la intuición. Ojo, puede haber recomendaciones previas de sommeliers amigos, o de enólogos de confianza, pero creo que la mejor manera de tirarse al agua violácea del vino es seguir un camino propio.

Los criterios bien pueden ser geográficos (por ejemplo, arrancar solo por vino chileno), pueden ser por tipo de vino (“abrir” la boca con un rosado o con un blanco, mediar con tintos, rematar con espumantes), pueden ser por bodega también, o por simple curiosidad.

Yo, por ejemplo, he arrancado el recorrido de un salón probando vinos de Australia y Sudáfrica, para luego llegar a Argentina y Chile, y concluir con los vinos uruguayos. Pero hay tantos caminos como bebedores. Por ejemplo, un vino raro puede ser la puerta de todo un abanico de sabores y conocimiento.

A propósito, los salones brindan una cantidad de información muy interesante, dependiendo de la memoria y de la cantidad de vino que se ingiera. El personal de cada stand da las características principales del producto que se está sirviendo, así como las del terroir donde se originó la uva que dio como resultado ese vino.

Otro aspecto vital de los salones es la cantidad de sólido que hay irremediablemente que agregar a la degustación, so riesgo de quedar fuera de combate en las primeras de cambio. La ingesta de pan, quesos y fiambres que en general acompaña al vino ayuda a hacer el piso imprescindible para soportar la carga líquida.

Termino este post con una cita acorde del gran poeta persa Omar Khayyam, que le cantó al vino desde el hoy lejano siglo XI y que puede ser un buen resumen para el momento final de un salón: “Vino, no importa cuál… yo no soy difícil”.

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