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Perdieron los dos: Lacalle Pou y Larrañaga enredados en la ética

Nuevo desencuentro entre los líderes blancos
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16 de noviembre de 2017 a las 05:00
Tener razón no siempre augura buenas cosas para el que acierta. Decir la verdad cueste lo que cueste representa, muchas veces, una actitud imprudente si ese aserto lastima antes que reparar. En estas aparentes contradicciones quedaron entrampados, acaso sin quererlo, los líderes nacionalistas Luis Lacalle Pou (Todos) y Jorge Larrañaga (Juntos).

Para entender el tamaño del desencuentro reciente es preciso recordar que estos dirigentes se habían comprometido a llamarse por teléfono –una especie de línea roja para emergencias- antes de realizar declaraciones que los dejara enfrentados públicamente.

El compromiso fue asumido luego de que, por fines de setiembre, el caso que involucra al intendente de Soriano, Agustín Bascou, -quien le compró combustible a estaciones de servicio de su propiedad para ser gastado por los vehículos de su comuna- generara diferencias internas entre los blancos.
Por aquellos días, Larrañaga salió a defender a Bascou –quien integra su sector- en tanto que Lacalle Pou consideró que el intendente debería renunciar a su cargo.
Después del choque, el 21 de octubre los líderes se reunieron para sellar un pacto de prudencia. Pero el acuerdo duró lo que un lirio.

Una vez conocido el fallo de la Comisión de Ética nacionalista, que le impuso una leve observación al intendente de Soriano, Lacalle Pou eligió hacer eso que, ya hecho en setiembre, había provocado la reacción de Larrañaga.

Este martes en radio Sarandí, Lacalle Pou opinó que el tribunal de conducta nacionalista fue condescendiente con Bascou, y consideró que el jefe comunal se merecía una sanción más dura.
Larrañaga, una vez más, y por el mismo medio (como si hiciera falta marcar aún más el antagonismo) salió a cruzar a su correligionario.

Los principales líderes se mostraron ineficaces en el cuidado de la unidad partidaria en la primera emergencia que se les presentó.

Larrañaga dijo este miércoles que Lacalle Pou había quedado preso de su pasadas palabras hostiles para con Bascou, y que ahora insistía con esos dichos para no contradecirse pese a que el contexto ya no era el mismo

"¿Para qué tenemos la comisión de ética? ¿Si nos sirve lo acatamos y si no nos sirve decimos que estuvo mal?", se preguntó el dirigente blanco.
Es decir, Lacalle Pou sostiene que el tibio fallo de la Comisión de Ética compromete la imagen pública del partido, y Larrañaga advierte que las críticas de Lacalle Pou deslegitiman el veredicto de un organismo que se supone imparcial y representativo de todos los blancos.

La peor noticia para los nacionalistas es que ambos líderes tienen razón. Los hechos hieren al partido por ambos flancos. Pero, además, sus principales líderes se mostraron ineficaces en el cuidado de la unidad partidaria en la primera emergencia que se les presentó. Lo que conversaron a mediados de setiembre se convirtió en palabra muerta en el correr de pocos días.

Para las elecciones generales falta todavía un tirón. Y si esos desencuentros marcan hoy el tono de la relación entre Lacalle Pou y Larrañaga, vaya a saber cómo se comportan cuando la necesidad de juntar votos se haga cada vez más imperiosa.

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