Un nuevo informe elaborado por Enter Comunicación y Reyes Filadoro revela una radiografía detallada del vínculo de los jóvenes argentinos con el mercado laboral y sus expectativas frente a una eventual reforma. Los encuestados, de entre 18 y 35 años, muestran una clara brecha de género a nivel satisfacción y expectativas laborales, siendo más alta entre varones, y un temor por la reforma laboral propuesta por el Gobierno.
La investigación, realizada entre septiembre y noviembre de 2025, combinó encuestas, focus groups y análisis de conversaciones digitales para comprender cómo se posiciona el segmento ante un escenario económico incierto y un horizonte profesional en constante transformación.
La primera fotografía que ofrece el estudio muestra una inserción laboral marcada por fuertes desigualdades. El 24% de los jóvenes consultados no trabaja y la brecha de género es contundente: mientras un 33% de las mujeres declara no tener empleo, entre los varones el porcentaje cae al 14%.
Asimismo, entre quienes sí tienen ocupación, la modalidad independiente aparece en expansión y ya concentra al 37% de los trabajadores, especialmente entre quienes tienen menor formación educativa. La satisfacción también exhibe diferencias: están conformes el 63% de los hombres y el 48% de las mujeres, y entre quienes se sienten satisfechos, nueve de cada diez creen que podrán alcanzar su “trabajo ideal”.
Las expectativas por la reforma laboral
Uno de los temas principales que se debate en este ámbito es la reforma laboral propuesta por el Gobierno. Si bien aún no están definidos sus puntos, pues los diferentes Ministerios y Secretarías están trabajando en dicho proyecto, busca a grandes rasgos la reducción de la litigiosidad, indemnizaciones y fondos de cese (fomentar esquemas similares al fondo de cese de la UOCRA, como alternativa a la indemnización tradicional), el fomento de la formalización, la modernización de convenios colectivos y la flexibilización en contratación y modalidades de trabajo.
Las expectativas frente a esta reforma, sin embargo, avanzan por carriles más pesimistas. Según la encuesta, el 52% de los jóvenes rechaza cambios estructurales por temor a perder derechos como indemnizaciones o caer en esquemas más precarios. Un escenario similar se replica en torno al debate sobre el Salario Básico Universal (SBU): aunque un 63% lo considera una herramienta útil para cubrir necesidades, el nivel general de escepticismo y la baja circulación del tema entre pares indican que no se trata de una demanda prioritaria en el universo juvenil.
Cuando se les pregunta por el “trabajo ideal”, emergen señales de una reconfiguración profunda en la cultura laboral. Para el 30% el horizonte deseado es un empleo formal y para otro 30% la autonomía de trabajar por cuenta propia. El 26% prioriza contar con horarios definidos y un 77% aspira a jornadas de seis a ocho horas diarias. Pero la diferencia generacional es significativa: entre los jóvenes de 18 a 24 años, el 21% elige como ideal un trabajo informal y solo el 7% opta por un empleo registrado. En el grupo de 25 a 35 años, en cambio, reaparece la búsqueda de estabilidad.
La educación también muestra un panorama ambiguo. Aunque el 72% siente que su formación los preparó para el mercado laboral, entre quienes están buscando empleo la mitad tiene la percepción opuesta. De cara al futuro, los objetivos personales ponen en primer plano la aspiración a mejorar el bienestar material: 39% quiere comprar una casa, 37% desea emprender y 34% apunta a “ganar mucho dinero”. A la vez, un dato contundente atraviesa al segmento más formado: siete de cada diez jóvenes con título universitario consideraron emigrar.
El estudio detecta además una fuerte apropiación de herramientas digitales y de inteligencia artificial, aunque nuevamente con brechas internas. El 69% de los jóvenes entre 18 y 24 años ya utiliza IA —frente al 51% de los de 25 a 35— y entre quienes tienen estudios universitarios el uso trepa al 82%. La emplean sobre todo para buscar información (68%) y generar ideas (36%). Pero también hay temores: el 33% de las mujeres teme ser reemplazada por estas tecnologías, frente al 18% de los varones. La programación (50%) y la creatividad (47%) aparecen como las habilidades más valoradas, mientras que las expectativas hacia el Estado se dividen entre quienes piden regulación (39%) y quienes prefieren una agenda de promoción (24%).
En sus conclusiones, el informe traza un retrato de una juventud atravesada por la precariedad y, al mismo tiempo, orientada hacia modelos laborales más flexibles y autónomos. El ideal profesional cambió: ya no se define estrictamente por la estabilidad, sino por el equilibrio entre vida y trabajo, el bienestar y la posibilidad de decidir sobre los propios tiempos. Los jóvenes se perciben protagonistas de un proceso de transformación acelerado, aunque reconocen que aún no cuentan con todas las herramientas para liderarlo. En esa tensión, la adaptación aparece como la estrategia que mejor sintetiza su forma de lidiar con un mercado laboral que se redefine día a día.