La muerte de Beatriz Sarlo, ocurrida el 17 de diciembre de 2024, desató un conflicto judicial que involucra a sus bienes y, especialmente, a su departamento en el barrio de Caballito. Melanio Alberto Meza López, encargado del edificio donde vivía la intelectual, se presentó como heredero del inmueble tras presentar un testamento manuscrito, conocido como testamento ológrafo. Este testamento, que será sometido a pericia caligráfica, contiene dos documentos en los que Sarlo supuestamente deja la propiedad de su departamento y la custodia de su gata Niní a Meza. Este reclamo generó tensiones con Alberto Sato, exmarido de la escritora, y con el círculo íntimo de la autora, que ya tenía planes de utilizar el patrimonio para la creación de un fideicomiso cultural.
La herencia en disputa: testamento y peritaje caligráfico
Los documentos presentados por Meza López, fechados en 2024, habrían sido redactados a mano por Sarlo, según él, para dejar claras sus intenciones sobre la distribución de sus bienes. El primer escrito, fechado el 9 de junio de 2024, establece que, en caso de su desaparición o accidente, su gata Niní quedaría a cargo de Meza, mientras que el segundo, fechado el 2 de agosto de 2024, agrega que también le deja la responsabilidad de su departamento. Ambos documentos están firmados por Sarlo y contienen los números de documento de la escritora y del encargado, lo que da validez formal a los papeles, pero no garantiza su autenticidad.
El testamento ológrafo, sin la intervención de un escribano ni testigos, se encuentra en el centro de la disputa. La ley argentina permite que un testamento manuscrito sea válido, siempre y cuando se confirme su veracidad. Para ello, un peritaje caligráfico será determinante en este caso, pues se busca verificar si la firma y la letra corresponden realmente a Beatriz Sarlo.
El conflicto se intensificó debido a que el exesposo de Sarlo, Alberto Sato, también reclama derechos sobre la herencia. Sato fue esposo de Sarlo desde 1966 y, aunque ambos estaban separados de hecho desde hacía décadas, se considera que su vínculo no se rompió legalmente. Sato, residente en Chile, regresó a Buenos Aires en diciembre de 2024 para autorizar la cremación de la escritora e iniciar el trámite sucesorio en febrero de 2025. Sin embargo, el juez Carlos Hugo Goggi decidió excluirlo del derecho hereditario, argumentando que Sarlo se encontraba separada de hecho y no tenía intención de reanudar su relación con Sato. Esta decisión fue apelada por el arquitecto, quien sostiene que su vínculo con Sarlo fue duradero y que, por tanto, tiene derechos sobre su herencia.
El círculo íntimo y el proyecto cultural
El reclamo de Meza López, en caso de ser aceptado, podría frustrar los planes del círculo íntimo de Beatriz Sarlo, compuesto por intelectuales y académicos cercanos a la escritora. Este grupo tenía la intención de crear un fideicomiso cultural utilizando las propiedades de Sarlo para financiar una fundación que preserve su legado intelectual. La albacea de su obra, Sylvia Saítta, es una de las principales figuras que apoyaba este proyecto, junto a otros como Adrián Gorelik, David Oubiña, Hugo Vezzetti y Graciela Silvestri.
Además del departamento de Caballito, Sarlo era propietaria de una oficina en la calle Talcahuano, y según los allegados, la venta de estas propiedades podría ser clave para financiar la fundación que preservaría su obra. Sin embargo, el testamento presentado por Meza López complicó estos planes, ya que de ser validado, el encargado del edificio se quedaría con la propiedad y, por ende, con el control de los bienes de Sarlo.
El futuro del patrimonio de Sarlo podría depender de la resolución del peritaje caligráfico, que determinará la autenticidad de los documentos presentados por Meza. Si el testamento es invalidado, la sucesión podría continuar bajo el control de los herederos legales. En caso de que Sato sea excluido definitivamente, y si no hay otros herederos colaterales, la Ciudad de Buenos Aires podría convertirse en beneficiaria del legado, tal como lo planteó el abogado de Meza en la justicia.
La polémica en torno a la colección de Sarlo
La controversia se intensificó cuando la influencer británica Vanessa Bell publicó en redes sociales que la colección de discos de Sarlo, que fue heredada de su última pareja, Rafael Filippelli, se estaría rematando en una disquería. Bell, quien es conocida por compartir sus descubrimientos culturales, escribió en X que había visto una gran cantidad de vinilos, ediciones de época de jazz y música clásica, que pertenecían a la escritora. La publicación fue retirada rápidamente después de generar revuelo entre los amigos y allegados de Sarlo, quienes señalaron que se trataba de un acto inapropiado.
Además, en las últimas semanas surgieron especulaciones en redes sociales sobre el posible robo de parte del archivo personal de Sarlo, que incluye libros, fotografías y cartas. La profesora Sylvia Saítta había sido designada para gestionar estos bienes, pero el acceso a ellos y su posible comercialización también se encuentran bajo sospecha, generando más incertidumbre sobre el destino de la herencia.
El desenlace de esta disputa sigue siendo incierto, y se espera que el peritaje caligráfico sea clave para dirimir quién tiene derecho sobre los bienes de Beatriz Sarlo. Mientras tanto, la intelectual continúa siendo una figura central de la cultura argentina, y su patrimonio, tanto en términos literarios como materiales, sigue siendo objeto de intensas discusiones.