La canasta exportadora uruguaya es el mejor argumento contra dogmas en política comercial
Soja, carne bovina y celulosa.
En las últimas semanas se ha visto de algún modo sacudida la inserción internacional del Mercosur o, mejor dicho, la de sus miembros individualmente considerados. Como un dilema recurrente vuelven a escena conceptos categóricos como si la realidad fuera un simple tubo de ensayo. Argentina ha anunciado que firmará un acuerdo marco de promoción del comercio y las inversiones con EEUU.
A los pocos días Uruguay recibió la noticia de que los doce miembros del CPTPP (Acuerdo Transpacífico) aceptaron su solicitud de adhesión. Brasil, en presidencia pro-témpore del Mercosur, continúa activamente con el propósito de firmar el acuerdo con la Unión Europea, lo que podría efectivizarse en las próximas semanas. Además, sigue avanzando en sus vínculos con potencias asiáticas como India.
Frente a esta dinámica es lógico que surjan cuestiones y saltos apresurados a conclusiones. Sin embargo, el primer paso para entender la relevancia del diseño de nuestra inserción internacional es entender nuestra oferta exportable: los bienes y servicios que logramos colocar en el exterior. ¿Qué países son los compradores de producción y trabajo nacional?
Podríamos sintetizar la canasta exportable uruguaya en cuatro verticales productivas. Es interesante observar que, dadas nuestras dimensiones y nuestra necesidad de dinamizar la economía a través de la demanda neta del resto del mundo, no es posible apagar ninguna de estas llaves. Descartado ese escenario, debemos entender cuáles son los mercados destino de cada vertical para profundizar el vínculo y comprender la relevancia del buen relacionamiento multipolar, escapando a lógicas binarias.
(a) Bienes tradicionales de origen agropecuario
Uruguay exportó en 2024 un total de US$ 12.845 millones en bienes, con crecimiento del 13% frente a 2023. Los productos agropecuarios tradicionales dominan la canasta:
Mapa de destinos: China representó el 24% de todas las exportaciones de bienes, seguida por Brasil (18%), Unión Europea (14%), Estados Unidos (9%) y Argentina (5%). Solo estos cinco destinos concentran el 70% de las ventas externas.
(b) Bienes industrializados
Esta vertical incluye productos manufacturados con mayor valor agregado, cuya inserción internacional depende de acuerdos comerciales específicos:
Este rubro depende estructuralmente del Mercosur y de los acuerdos de complementación económica con los socios regionales, pero también —como evidencia el concentrado de bebidas— de vínculos con Centroamérica y México.
(c) Servicios tradicionales: turismo
El turismo representa aproximadamente el 31% de las exportaciones totales de servicios del país.
(d) Servicios no tradicionales: software, profesionales, audiovisuales
Las exportaciones de servicios alcanzaron un récord histórico de US$ 6.984 millones en 2024 (+2% interanual), representando casi el 30% del total exportado por Uruguay.
Los datos revelan una verdad incómoda para los defensores de las lógicas binarias: Uruguay necesita simultáneamente a China y a Estados Unidos, al Mercosur y a Europa, a los mercados asiáticos emergentes, a los africanos debajo del radar y a los socios históricos.
La celulosa viaja a China y Europa; la carne, a China, Estados Unidos y la UE; los lácteos, a Brasil y Argelia; el concentrado de bebidas, a México y Centroamérica; los vehículos, exclusivamente al Mercosur; el turismo depende de Argentina y Brasil; el software se exporta masivamente a Estados Unidos.
¿Puede Uruguay darse el lujo de elegir un coqueteo particular? La respuesta está en los números: ni la carne sin China, ni los industrializados sin el Mercosur, ni el software sin Estados Unidos, ni el turismo sin Argentina y Brasil. Cada vertical productiva tiene su propio mapa de destinos, y ese mapa exige pragmatismo, no dogmatismo.
La reciente aceptación de Uruguay al CPTPP, que podría abrir ocho nuevos mercados, algunos de ellos muy relevantes, sumada al acuerdo Mercosur-UE y a las negociaciones en curso con Emiratos Árabes Unidos, no representan una huida del bloque regional sino la constatación de que un país pequeño, abierto y dependiente del comercio internacional debe decir 'sí' a todas las puertas que se abran.
Para ello se precisa trabajo de zurcidor y negociador para lograr modifcar en la letra del MERCOSUR, lo que en la practica no se puede realizar. Debemos como país seguir defendiendo “a lo juridico” porque a la vuelta de la esquina será lo que nos puede llegar a defender.
En un mundo de creciente fragmentación comercial y tensiones geopolíticas, Uruguay debe apostar a ser tan cercano como equidistante. No por ingenuidad, sino por necesidad. Nuestros cuatro motores exportadores así lo demandan.