La marca Doña Coca lleva en su esencia la impronta de una mujer inspiradora: la abuela del fundador, quien lo guió y dejó un legado de fortaleza y dedicación. Esa misma esencia sigue vigente en la empresa, donde las mujeres ocupan espacios clave en diferentes áreas.
Con la reciente incorporación de Gabriela Olaizola en la dirección general, este liderazgo femenino ha cobrado aún más fuerza, impulsando un proceso de transformación basado en cercanía, comunicación y un firme compromiso con la evolución del papel de la mujer en el ámbito corporativo.
“Desde siempre en Doña Coca las mujeres tuvieron un espacio en el ámbito laboral, tanto a nivel industrial como administrativo. Con la adquisición de la empresa, comenzaron a darse cambios relevantes, siendo el punto de inflexión la decisión de que la dirección del negocio fuera llevada adelante por una mujer. Luego de mi ingreso, y ante el enorme desafío de corporativizar la empresa, comenzó a crecer la tasa de mujeres en el equipo, pero esta vez con una diferencia relevante: que los ingresos femeninos estaban llegando para ocupar posiciones clave”, destacó.
Según Olaizola, con su llegada a la dirección se creó un comité gerencial conformado mayormente por mujeres profesionales que tienen día a día la posibilidad de demostrar su talento. Actualmente, el 45% de la nómina de Doña Coca está compuesta por mujeres, y en el área gerencial el 60% de los cargos son ocupados por ellas.
En su incorporación a Doña Coca, Olaizola se encontró con una empresa con un fuerte sentido de pertenencia y orgullo entre sus colaboradores. Su tarea no solo ha sido preservar esos valores, sino también liderar el cambio cultural necesario para la transición de una empresa familiar exitosa hacia un modelo corporativo más estructurado.
“Mi rol se centró en conservar los aspectos valiosos que tenía la compañía, incorporar talento e implementar herramientas de gestión, pero sobre todo hacerlo con una fuerte dosis de cercanía y reconocimiento a los logros”, señala. Esta transformación ha permitido la convivencia de colaboradores de larga trayectoria con nuevos profesionales, sumando diversidad de experiencias y visiones.
A lo largo de su carrera, Olaizola ha enfrentado desafíos en un entorno tradicionalmente dominado por hombres. Su paso por empresas como Coca-Cola, Pagnifique y Bimbo le permitió consolidar un perfil de liderazgo equilibrado entre aptitud y actitud, cualidades esenciales para abrirse camino en el ámbito industrial y logístico.
“Durante mucho tiempo, lideré áreas con un predominio de colaboradores y colegas masculinos, hasta consolidarme como generalista. Estoy convencida de que los desafíos se superan con actitud, credibilidad, convicción y liderazgo con el ejemplo”, afirma.
Si bien las políticas de diversidad han favorecido la inclusión de mujeres en espacios de liderazgo, Olaizola considera que todavía queda camino por recorrer. “Poco a poco, se ve una evolución. Afortunadamente, hoy hay varias empresas en Uruguay donde las CEOs son mujeres. Las que ocupamos estos roles tenemos la gran responsabilidad de hacerlo bien para continuar abriendo puertas a futuras generaciones de mujeres profesionales”, enfatiza.
Rompiendo paradigmas sobre el liderazgo femenino
El debate sobre si existe un tipo de liderazgo femenino distinto al masculino es frecuente en el mundo empresarial. Sin embargo, Olaizola tiene una postura clara al respecto: “No creo que haya un liderazgo femenino y otro masculino. Existen distintos estilos de liderazgo, como el situacional o el inspiracional, pero no dependen del género”.
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Foto: Doña Coca
Lo que sí destaca es la importancia de generar espacios donde las mujeres puedan desplegar su talento sin barreras. En Doña Coca, su rol como líder ha contribuido a fortalecer la participación femenina en la toma de decisiones, promoviendo un entorno donde todas las opiniones cuentan y el impacto de cada profesional es reconocido.
Para aquellas mujeres que están iniciando su camino profesional y aspiran a posiciones de liderazgo, Olaizola deja un mensaje claro: “Que sean curiosas y aprendan todo lo que puedan, que no se queden atrapadas en zonas de confort. Con una buena combinación de actitud, perseverancia y aptitud, el camino será su recompensa”.
Su experiencia en Doña Coca demuestra que el liderazgo femenino no solo es una realidad creciente en el mundo corporativo, sino que es un motor clave para la transformación y el crecimiento de las empresas.