24 de mayo 2025 - 9:56hs

El reloj corría. El fin de la “pausa” de las tarifas recíprocas se venía encima: el 8 de junio. Pero los negociadores de EE.UU. y la Unión Europea (UE) venían haciendo lo suyo. Con muy mal pronóstico, es cierto.

Hasta que Donald Trump se hartó y agarró tu teléfono para twittear.

Nada más peligroso. El presidente de EE.UU.se descargó en su red social: las conversaciones “no van a ningún lado”, dijo, y amenazó con imponer tarifas del 50% a todas las importaciones europeas desde el 1 de junio. Ni siquiera el lógico restablecimiento de las tasas originales del 20% ante la imposibilidad de llegar a un acuerdo.

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Puro exabrupto o gesto calculado para obtener lo que quiere. Los mercados temblaron ante semejante acto de guerra comercial y esta súbita escalada de la tensión con Europa.

Hasta ahora, Trump se había mostrado más de una vez despectivo respecto del bloque (“nastier than China”), pero nadie esperaba que fuera el blanco de una agresión potencial así de arbitraria.

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Qué pasó entre la segunda oferta de Europa y la explosión de Trump

Pero, ¿cómo se llegó a esto? La Unión Europea acababa de hacer llegar a Washington su segunda propuesta. Uno de los ejes centrales era la reducción mutua de las tarifasa cero . La administración Trump no estaba contenta.

Ya se habían tomado el trabajo de hacerles llegar a los oficiales de la UE un documento con las expectativas estadounidenses. En Bruselas lo describieron como una “wish list”. Una serie de demandas poco realistas.

Desde el punto de vista de Trump, era -para evocar grandes momentos del cine- la oferta que no podían rechazar.

Pero no se encontraron con lo que esperaban. El impuesto a los servicios digitales, la llamada “tasa Google”, brillaba por su ausencia pese a las “sugerencias” recibidas.

La UE dice no estar dispuesta a resignar su “autonomía impositiva y regulatoria”.

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Y el remate fue que Europa no ofrecía bajar los aranceles primero, como hicieron otros socios comerciales.

El caso es el del Reino Unido, que logró al menos la aplicación de la tarifa universal del 10%.

El próximo paso de la “diplomacia comercial” sería requerir una reducción unilateral de las tarifas. Esa es la versión que publicaba The Financial Times este viernes, antes de que Trump pateara el tablero.

Tarifas vigentes y tarifas en carpeta de salida

Mientras la saga de las tarifas recíprocas se convirtió en una bomba de tiempo, siguen plenamente vigentes los aranceles del 25% para las importaciones europeas de acero y aluminio, y las tasas también del 25% para autos y autopartes.

Por otro lado, el inicio de investigaciones en varios mercados, antesala de la aplicación de aranceles: desde productos farmacéuticos, semiconductores, partes de aeronaves y otros bienes anticipan reacomodamientos drásticos del negocio para otros sectores.

Estas potenciales extensiones del “gran tarifazo” llevarían el monto de bienes de la UE sometidos a los nuevos aranceles de la “liberación comercial” iniciada por Trump a 549.000 millones de euros.

En la UE, el sector farmacéutico hace tiempo está con los guantes puestos y las empresas hasta mantuvieron reuniones con la Comisión Europea -con el escenario descartado- planteando la posibilidad de la relocalización cuando se materializa el incremento. La industria supone el 10% del PBI del bloque.

El contraataque de Europa: la bazuca siempre estuvo lista

Claro que Europa tiene la bazuca preparada. Como gesto de buena voluntad cuando Trump declaró su pausa de 90 días, la UE suspendió a su vez el contraataque.

Pero es un “misil” de tarifas que afectará a exportaciones de EE.UU. por 95.000 millones de euros (u$s 108.000 millones) y estará dirigido a bienes particularmente sensibles desde aviones Boeing hasta whisky Bourbon y motos Harley Davidson.

Será difícil dar marcha atrás desde este punto. Pensar que Trump pudo negociar con Beijing y bajar las tarifas de 145% a 30%.

Si esto era otro “bluff” de Trump para que los europeos cedan, quizás hasta pueda haber un acuerdo todavía.

Pero si Europa se planta y dice basta, nadie sabe hasta dónde puede llegar la delirante ciclotimia de Trump.

Europa está en terreno minado. Esto es la guerra comercial.

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