La reaparición de la peste porcina africana (PPA) en Cataluña, después de 31 años sin casos en España, encendió todas las alarmas del sector agroalimentario y puso al país en la mira internacional. Las primeras investigaciones apuntan a una hipótesis tan insólita como inquietante: un simple bocadillo arrojado en la zona habitada por jabalíes como detonante de la crisis sanitaria.
Un foco que obliga a activar todos los protocolos
El hallazgo de jabalíes muertos en la sierra de Collserola llevó a activar de inmediato los protocolos de emergencia: perímetros cerrados, control de accesos al monte, movilización de equipos de desinfección y rastreo intensivo en busca de nuevos animales afectados.
La magnitud del riesgo —España es el primer productor porcino de la Unión Europea y uno de los grandes exportadores globales— hizo que las alertas se dispararan también en los mercados internacionales.
Desde el gobierno catalán admiten que la prioridad es “contener el virus a cualquier precio”, ante la posibilidad de que llegue a granjas comerciales, donde sería obligatorio sacrificar miles de animales.
La "teoría del bocata" como origen de la catástrofe
Las autoridades trabajan sobre una hipótesis que ya genera sorpresa: unos restos de un bocadillo con embutido contaminado que habrían sido abandonados en una zona de paso de jabalíes. El animal que lo ingirió habría sido el primer portador del virus.
El conseller de Agricultura, Òscar Ordeig, explicó que “es muy pronto para saber cuál es el origen del brote”, pero reconoció que “la posibilidad de que el virus provenga del abandono de embutido contaminado en un bocadillo es muy alta”. La hipótesis que parece ser inverosímil, demostraría una enorme fragilidad del sistema de controles.
La “teoría del bocata” aún es una hipótesis, pero las autoridades señalan al factor humano como principal causa. La secuenciación del virus determinará si la cepa coincide con focos detectados en otros países, lo que permitiría reconstruir su ruta de llegada.
Mientras tanto, el mensaje es inequívoco: la PPA ha vuelto y no hay margen para errores.
“Bellaterra es un lugar muy de paso: autopista, camiones, transportes, basuras, áreas de servicio. Por tanto, podría ser que algún alimento contaminado o algún virus que hubiera venido con algún medio de transporte del origen del foco está en un bocadillo contaminado, aunque ha aclarado Óscar Ordeig que “es pronto” para conocer el motivo y por tanto es una "opción no confirmada.".
Devastadora y sin vacunas
La peste porcina africana no afecta a humanos, pero su impacto en los animales es fulminante. Se trata de una enfermedad hemorrágica viral con mortalidad cercana al 100% en cerdos y jabalíes. No existe vacuna ni tratamiento.
La única forma de frenar el virus es el sacrificio masivo y la destrucción inmediata de los cadáveres.
Por eso, la expansión del brote hacia explotaciones porcinas sería un escenario “catastrófico” según técnicos consultados por las autoridades. Las consecuencias incluirían paralización de exportaciones, cierres temporales de granjas, controles fronterizos y pérdidas millonarias.
El impacto económico
Aunque el foco se limita por ahora a fauna salvaje, varios países han activado auditorías, revisiones de certificados y restricciones. En un sector cuyo volumen de negocio depende en gran parte del comercio internacional.
España, que se había convertido en referente europeo en sanidad animal tras erradicar la enfermedad en los noventa, enfrenta ahora un riesgo de retroceso histórico.
Y el país mira ahora, con preocupación creciente, si esta vez logrará frenar el avance a tiempo.