14 de diciembre 2024
4 de junio 2023 - 21:13hs

Por Martín Redrado. Secretario de Asuntos Estratégicos de CABA.

En Argentina nos acostumbramos a la excepcionalidad y naturalizamos situaciones que en otro país serían impensadas. Los argentinos sentimos que estamos encerrados en una jaula de espejos. Sólo nos vemos las caras de angustia y resignación pero no podemos salir. De los laberintos, decía Marechal, se sale por arriba.

El gobierno miente más de lo que habla. Ya arrancó la campaña electoral y empieza el festival de promesas. 

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Mientras tanto, el peso se devalúa a pasos agigantados. ¿Pero quién lleva la cuenta de cómo se viene devaluando la palabra? ¿A cuánto cotizan hoy los valores de no mentir, no robar, de hacer las cosas bien?

Estamos ante un gobierno sin rumbo que nos toma el pelo todos los días. Pone parches, rasca la olla, mendiga fondos en el exterior con una política exterior errática e improvisada mientras sigue hipotecando el futuro de generaciones enteras. Ahora autoriza dólares para pagar shows de Luis Miguel pero se los niega a las pequeñas y medianas empresas que necesitan importar insumos para producir y generar empleos. 

Argentina es el mundo del revés. Y nos acostumbramos a que el desorden y la desidia formen parte de nuestra vida cotidiana. El trabajador ya no pide llegar a fin de mes, pide llegar a la segunda quincena. Ya no pide poder irse de vacaciones, pide que no le corten la tarjeta porque los intereses lo están ahogando. Los argentinos ya no pedimos un futuro, nos conformamos con que no nos sigan arrebatando el presente.

Son muy tristes las postales que vemos en cualquier barrio de cualquier rincón del país. Cada vez más pobreza, más inseguridad, más desilusión.

¿Qué les pasó? Me preguntan colegas y líderes de distintos países e ideologías cada vez que viajo por el mundo a convencerlos de que Argentina sigue siendo un lugar de oportunidades a pesar de nuestras crisis endémicas.

Sin catástrofes climáticas, sin levantamientos militares, sin guerras civiles, sin conflictos étnicos o religiosos. Con buen clima, con enormes recursos naturales y extraordinarios recursos humanos. Tiene todo, por qué están cada vez peor, me insisten.

A mí me da una mezcla de vergüenza y rabia cada vez que me hacen la pregunta. Trato de explicar razones, y marcar también aquello por lo que nos destacamos en el mundo. Pero, en el fondo, tienen razón. Estamos cada vez peor.

 “Porque Argentina está rota, les contesto. Pero vamos a salir, porque tenemos con qué”.

Debemos salir de la jaula, romper las cadenas. Y eso no se hace votando a indecentes o a traficantes de ilusiones. Se hace trabajando todos los días, como hicieron nuestros padres y abuelos. Se hace levantando la cabeza y mostrándole a los argentinos que hay salida. Y esa salida no es el aeropuerto de Ezeiza. Esa salida es votar masivamente a los que pueden transformar la Argentina de verdad. Darle el poder a los que hacen, no a los que mienten. A los que quieren un país de progreso y desarrollo. A los que saben que ya no hay más tiempo ni lugar para falsas promesas.  

Es hora de arremangarse para que esta nación vuelva a ser lo que alguna vez fue. Recuperando el valor del trabajo, del esfuerzo, de la palabra. Los argentinos debemos volver a creer en nosotros mismos. No se trata de romper los espejos. Tenemos que seguir mirándonos a la cara y caminar juntos hacia adelante.

La libertad no es una consigna de los que gritan, es un valor de los que luchan.

Se trata de abrir la jaula con la llave del orden y el progreso. Se trata de asumir que Argentina está rota, pero tiene arreglo. Poniendo orden y aprovechando las mega tendencias del mundo, a saber la seguridad y transición energética, la seguridad alimentaria y los nuevos regionalismos para convertirlos en el camino que nos permita  salir de la decadencia. 

Temas:

Argentina Alberto Fernández inseguridad pública

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