China asesta un duro golpe arancelario a los lácteos europeos, aunque las empresas españolas no son las más perjudicadas
El Ministerio de Comercio decide elevarlos provisoriamente al 42,7% argumentado que los subsidios comunitarios provocaron un “daño sustancial” a la industria local. De esta manera pone punto final a una investigación que comenzó en 2024.
China volvió a tensar su relación comercial con la Unión Europea al anunciar la imposición de aranceles provisorios de hasta 42,7% a una amplia gama de productos lácteos procedentes del bloque comunitario.
La medida, que entrará en vigor este 23 de diciembre, se inscribe en una creciente disputa arancelaria entre Pekín y Bruselas, marcada por acusaciones cruzadas de subvenciones y prácticas comerciales desleales.
El Ministerio de Comercio chino concluyó de forma preliminar que los lácteos europeos fueron beneficiados por subsidios que provocaron un “daño sustancial” a la industria local.
La investigación había sido iniciada en agosto de 2024, a pedido de las principales asociaciones del sector lácteo chino, y derivó en la aplicación de medidas antisubsidios bajo la modalidad de depósitos compensatorios en aduana.
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Estacionamiento de quesos
Arancel más bajo para las empresas españolas
Los aranceles varían según la empresa exportadora. Van desde un 21,9% para la italiana Sterilgarda Alimenti hasta un máximo de 42,7% para algunas filiales de la neerlandesa FrieslandCampina. En el caso de varias compañías españolas —como CAPSA, Innolact o Lácteos Industriales Agrupados— el gravamen provisional será del 28,6%.
La lista de productos afectados incluye queso fresco y cuajada, quesos procesados y azules, otros quesos especiales, así como leche y nata. Se trata de un segmento sensible del comercio agroalimentario europeo con China, uno de sus principales destinos extracomunitarios.
Más allá del impacto inmediato sobre las empresas, la decisión refuerza el clima de fricción comercial entre China y la Unión Europea, que en los últimos meses ha escalado en sectores estratégicos.
Pekín busca enviar una señal clara de defensa de su mercado interno, mientras Bruselas evalúa posibles respuestas en un contexto de relaciones cada vez más marcadas por el uso de instrumentos arancelarios como herramienta política.