13 de septiembre 2025 - 16:03hs

Países como Nepal suelen aparecer en las noticias generalmente cuando atraviesan situaciones extraordinarias, y esta vez no fue la excepción.

Las portadas de los principales diarios del mundo, así como las redes sociales y los portales digitales, mostraron con crudeza las violentas escenas que tuvieron lugar en Katmandú, la capital.

Para ubicarnos: la República Federal Democrática de Nepal es un país de tamaño similar a Portugal, pero con casi el triple de población.

Más noticias

Se encuentra encajonado entre dos gigantes, China e India, lo que le genera múltiples complicaciones –y pocas ventajas- geopolíticas.

Nepal fue una monarquía, pero en junio de 2001 quedó conmocionado cuando el príncipe heredero mató a toda su familia, entre ellos sus padres, el rey y la reina, abriendo una crisis política que debilitó aún más a la casa real.

Ante el vacío de poder, asumió la corona el hermano del rey asesinado, quien en 2005 dio un golpe de Estado y concentró todos los poderes en sus manos.

Mientras tanto, el país atravesaba una guerra civil encabezada por una guerrilla maoísta, muy arraigada entre los campesinos, mayoría de la población, sobre todo en la parte sur del país.

Finalmente, en noviembre de 2006 se alcanzó un acuerdo de paz, que abrió el camino a la abolición de la monarquía en 2008 y a la instauración de una república parlamentaria. El conflicto dejó más de 17.000 muertos.

manifestante-nepali-posa-foto-frente-palacio-presidencial-katmandu-nepal-9-septiembre-2025-mientras-este-incendiado-segundo-dia-protestas-corrupcion_70.jpg

Una democracia frágil y un terremoto

Desde entonces, el poder ha quedado en manos de distintas fuerzas de izquierda, que se han ido alternando inestablemente en el gobierno con resultados económicos muy limitados, insuficientes para reducir la pobreza y la desigualdad, y que han alimentado el malestar social que hoy vuelve a estallar.

Para colmo, en 2015 el país sufrió un terremoto de magnitud 7,8 que dañó severamente sitios reconocidos por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad. Los templos y monasterios del valle de Katmandú quedaron en ruinas, al igual que rutas y viviendas.

Más de 3,5 millones de personas perdieron su hogar y unas 9.000 murieron. El impacto golpeó de lleno al turismo, una de las principales fuentes de ingresos del país.

En Nepal se extiende la cordillera del Himalaya y allí se encuentra el monte Everest, con todo el movimiento económico que genera a su alrededor.

La economía nepalí se sostiene también gracias a las remesas: alrededor del 25 % del PIB proviene del dinero que los emigrantes envían a sus familias. Al mismo tiempo, dentro de Nepal, alrededor del 40 % de la población tiene menos de 25 años, lo que convierte al país en una sociedad marcadamente joven.

neumaticos

La monarquía terminó, pero los reyes siguen ahí

El país conserva una compleja diversidad étnica donde la élite política terminó replicando el lujo y la ostentación de riquezas que antes detentaba la monarquía. Esa exhibición contrasta de manera brutal con la pobreza que atraviesa a la mayoría de la población.

Como sucede con los jóvenes en todo el mundo, los nepalíes también son usuarios intensivos de las redes sociales.

El problema empezó porque los hijos de la élite política también utilizan esas redes para mostrar su riqueza: viajes, fiestas, autos, lujos. Esto explica que luego las familias de la dirigencia política también fuera blanco de salvajes agresiones.

Esa ostentación encendió la indignación de muchos usuarios y generó un clima creciente de repudio, que se tradujo en una intensa actividad en las redes sociales.

La respuesta del gobierno fue intentar poner un freno, apelando al discurso clásico de las fake news, la necesidad de regular contenidos y frenar las “campañas de odio”.

Con ese argumento, impulsó la creación de un registro obligatorio para las empresas propietarias de las plataformas digitales. El objetivo declarado era revisar los contenidos, pero en la práctica la medida buscaba limitar las críticas políticas contra la élite gobernante.

Casi todas las redes sociales se negaron a inscribirse en el registro impuesto por el gobierno de Nepal.

En consecuencia, 26 plataformas fueron bloqueadas; entre ellas, Facebook, Instagram, WhatsApp, Twitter, YouTube y LinkedIn, lo que dejó a millones de usuarios sin acceso.

La medida desencadenó las primeras movilizaciones entre los jóvenes, quienes utilizan estas plataformas no solo para comunicarse y entretenerse, sino también porque muchos dependen de ellas para impulsar pequeños emprendimientos de compra y venta en línea.

A diferencia de la guerra civil de principios de siglo, esta vez el conflicto se instaló en el ámbito urbano y se expandió como una marea incontrolable: sin líderes, sin organización y sin un programa político definido.

manifestantes-se-reunen

La chispa fue la represión

La represión gubernamental fue el detonante inmediato del estallido social. Al menos 19 personas murieron, más de 100 resultaron heridas y se registraron decenas de detenciones. Estos hechos multiplicaron la indignación popular.

En respuesta, los manifestantes atacaron edificios públicos y sedes tanto del oficialismo como de la oposición.

También irrumpieron en cárceles con el objetivo de liberar a jóvenes detenidos, pero en medio del caos lograron escapar presos comunes, lo que intensificó aún más los disturbios.

¿Puede la onda expansiva llegar más allá de Nepal?

¿Existen experiencias de las cuales otros países puedan tomar nota? Aunque los sucesos ocurran a miles de kilómetros y en un país con características muy particulares, hay enseñanzas que conviene observar.

El bloqueo de las redes, presentada por parte de la prensa progresista como la causa de las protestas —atribuyendo la ira juvenil a un simple “capricho” por quedarse sin Facebook—, está lejos de explicar la magnitud del fenómeno.

Lo que ocurre en Nepal tiene raíces mucho más profundas: desigualdades persistentes, corrupción, falta de oportunidades y una población joven que busca alternativas tanto para expresarse como para lograr una vida digna.

En un país con regiones aisladas geográficamente y sumido en la pobreza, los teléfonos móviles se han convertido en herramientas fundamentales. Para los jóvenes, representan espacios de sociabilidad, información, trabajo y, sobre todo, de conocimiento del mundo que los rodea.

Hoy resulta imposible aislar a las nuevas generaciones de la comparación con otras realidades donde la vida puede ser mejor. Solo en regímenes fuertemente autoritarios, como Cuba, donde se restringe de manera drástica el acceso a internet y, en ciertos momentos, incluso a la electricidad.

En este contexto, los intentos de reprimir o silenciar las disidencias, lejos de sofocarlas, terminan por visibilizar aún más la injusticia y potenciar el malestar.

Los líderes que creen que amordazar las redes es un camino posible, deberían mirar hacia Katmandú: intentar controlar la conversación pública puede ser el principio de perderla para siempre.

Temas:

Generación La Revuelta jóvenes Nepal Élite política

Seguí leyendo

Más noticias

Te puede interesar

Más noticias de Uruguay

Más noticias de Argentina

Más noticias de Estados Unidos