A veces también hay que tener suerte.
Y no podría haber elegido mejor momento Federico Sturzenegger para llegar a España y hablar en Madrid.
El ministro de Desregulación de la Argentina aprovechó el momento Milei al hablar ante empresarios españoles y de LATAM. Vaticinó 50.000 millones de euros en exportaciones de energía y gas a bajo precio puesto en Madrid.
Y no podría haber elegido mejor momento Federico Sturzenegger para llegar a España y hablar en Madrid.
Javier Milei acaba de ganar por paliza las elecciones legislativas en la Argentina y el establishment español sueña con un Milei ibérico.
Uno que le cambie las expectativas y afloje un poco la soga de los impuestos que aprieta cada día más el socialista Pedro Sánchez.
Pero van a tener que esperar porque Pedro no tiene ninguna intención de abandonar el poder.
Y eso que lo acorralan los casos de corrupción por los que investigan a su esposa y a su hermano. Lo acorralan la presión de sus socios separatistas catalanes y la de sus socios vascos nostálgicos de la ETA.
Y lo acorralan sus colegas socialistas, con su operador preferido en prisión y todos cada vez más arrinconados por los contratos amañados, los sobres con coimas en efectivo y las mujeres que se repartían para escándalo del feminismo partidario.
Por eso y porque Pedro Sánchez resiste desde hace ocho años azotándolos con el látigo woke, los empresarios españoles (y unos cuántos argentinos que residen en España) escuchaban arrobados a Sturzenegger hablar de desregulación, de baja de impuestos, de liberalización de los mercados y de burocracias estatales como si fueran demonios.
“Los burócratas tienen mucha creatividad, son como Borges o como García Márquez”, les relataba Sturzenegger al centenar de empresarios y ejecutivos reunidos en la sede del CEOE, la Confederación Española de Organizaciones Empresariales que agrupa a los hombres y las mujeres de negocios más importantes de la Madre Patria.
Liderados por el jefe de los empresarios españoles, el dirigente vasco Antonio Garamendi, y por el vicepresidente de CEOE, Iñigo Fernández de Mesa, y flanqueado por el embajador argentino en Madrid, Wenceslao Bunge, el auditorio congregado en el barrio madrileño de Salamanca estaba rendido de antemano.
“Milei ya cruzó el Rubicón”, le dijeron los españoles en la presentación al ministro al que el presidente argentino llama “El Coloso”. La frase recordó al emperador Julio Cesar y a aquella metáfora del río del Imperio Romano donde ya no se podía dar marcha atrás.
“Me gusta hablar”, les advirtió Sturzenegger y lo hizo durante una hora y media, echando mano a sus relatos de batallas contra el Estado y los burócratas que los empresarios argentinos conocen de memoria porque los escuchan desde hace una década cuando El Coloso era funcionario de Mauricio Macri.
Claro que aquella guerra perdida por los macristas parece haber pasado al olvido para muchos y el discurso de Sturzenegger luce revitalizado ahora por el Tsunami mileirista.
Impresiona a los españoles el CV de Sturzenegger, ex ministro, ex diputado, egresado de la Universidad de La Plata y profesor en la San Andrés, del mítico Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y hasta de la Universidad de Harvard.
Sturzenegger cuenta que le propuso a Milei que su ministerio se llamara de Modernización, pero que el presidente argentino le dijo que se iba a llamar de “Desregulación y Transformación” porque el frente de ese organismo tenía que desregular más que modernizar.
“El Estado atrasa, no moderniza”, recuerda El Coloso que le enseñó Milei. Todos sonríen y alguno amaga a aplaudir. Está claro que el liberalismo en sangre domina el ambiente. Adam Smith estaría orgulloso.
Los ejes de la liberalización económica que intenta Milei en la Argentina pasan como un caleidoscopio ante los ojos y los oídos españoles.
La Ley Bases, el plan RIGGI para las inversiones, la baja de la inflación y el sagrado equilibrio fiscal son las razones por las que el presidente que se pelea con Pedro Sánchez llegó al poder hace dos años, y por las que acaba de ser ratificado con números que amenazan sepultar al peronismo.
“Pasamos el Riesgo Kuka”, describe el profesor Sturzenegger, citando en el dialecto de las redes al miedo de los mercados y el de la sociedad al regreso del kirchnerismo.
Antes del mediodía, Sturzezenegger dejará la sede de la CEOE y llegará minutos después al Hotel Wellington donde lo esperan otros empresarios y algunos dirigentes como el ascendente Iván de los Monteros.
Se trata de un madrileño que fue diputado de Vox y que dejó por un tiempo la política para dedicarse a los negocios inmobiliarios y a sembrar el terreno para que pronto España pueda ser gobernada por una coalición de derecha entre el liberalismo del Partido Popular y sus duros ex compañeros de Vox.
"Tenemos que hacer algo parecido a lo que hizo Milei, con el PRO y sus otros aliados", se entusiasma De los Monteros. Claro que es mucho más fácil decirlo que lograrlo.
El encuentro, algo más reducido y discreto, fue organizado por la Fundación Internacional de la Libertad (FIL), que desde hace dos décadas construye un puente entre España y América Latina de la mano de los santafesinos Gerardo e Ignacio Bongiovanni, bajo el espíritu del peruano, español, Premio Nobel y ahora fallecido Mario Vargas Llosa.
El único freno de Sturzenegger, en todos los ámbitos españoles, surge cuando le preguntan por la macroeconomía o por los tipos de cambio que la Argentina tendrá en esta nueva etapa de Milei.
Hace un par de semanas y en plena recta final antes de las elecciones, El Coloso habló de las bandas de flotación y una traducción confusa en la prensa financiera internacional casi lo termina hundiendo.
El ministro de la Transformación prefiere apostar a lo seguro.
Entonces vaticina que la Argentina va a exportar 50.000 millones de dólares en energía para 2030, y que el gas puesto en Madrid va a costar 8 dólares con la magia de los gasoductos y con la inversión petrolera y gasífera concentrada en Vaca Muerta.
En el final, Sturzenegger se pone reflexivo y habla de España y de la Argentina con la dimensión exacta del abismo que hoy separa a las dos economías.
“Cuando yo nací, en 1966, la Argentina era un país más rico que España, y cuando cumplí diez años todavía éramos más ricos que España. Pero he visto el deterioro con mis propios ojos y España nos superó en ingreso per cápita muy poco después”.
El Coloso no se detiene allí. Y cuenta que “ese deterioro alcanzó un punto extremo en estos últimos quince años y dos millones de argentinos se fueron del país, antes de que llegara Javier Milei, muchos de ellos vinieron a España, y alguno de ellos seguro están acá”, completa. Y no se equivoca.
Consciente de que, a pesar de surfear sobre la ola del Tsunami Milei, la Argentina está todavía muy lejos de una España estable y casi sin inflación que crece sostenidamente desde la pandemia, Sturzenegger baja un cambio y deja una frase que luego todos repiten.
“Vengo como pecador a confesarme, y a decir que tenemos futuro”.
El Coloso matiza el optimismo con una fotografía sensata del país que nunca aprende.
Es una buena descripción de la Argentina que lleva medio siglo de desaciertos e incertidumbre. Y que intenta avanzar para no malgastar la enésima oportunidad de todas las que viene desperdiciando.