4 de septiembre 2025 - 9:16hs

En medio de la ofensiva de Estados Unidos, Nicolás Maduro evita la confrontación directa con Donald Trump y dirige sus ataques hacia Marco Rubio, secretario de Estado y asesor de seguridad nacional. La maniobra intenta oxigenar los canales de diálogo y aislar al ala dura republicana pero, al menos por ahora, no ha dado los resultados esperados: la posición beligerante de Rubio ha ganado fuerza en Washington, relegando a perfiles proclives a la negociación, como el encargado de misiones especiales Richard Grenell.

Como parte de esa estrategia, Maduro intensificó sus ataques contra Rubio en una rueda de prensa con medios extranjeros: "Mister president Donald Trump, usted tiene que cuidarse, porque Marco Rubio quiere manchar sus manos de sangre", dijo, y para reforzar el mensaje se refirió al secretario de Estado como "el señor de la guerra". Además, resaltó que la posición de los republicanos de Florida -el estado por el que Rubio ha sido senador- está al mando de la política exterior de Washington.

Maduro - conferencia de prensa - 1-9-25 - AFP
Maduro en conferencia de prensa con medios internacionales

Maduro en conferencia de prensa con medios internacionales

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"La mafia de Miami ha tomado el poder político de la Casa Blanca y del Departamento de Estado, y como han impuesto su visión mayamera extremista han mayamizado la política exterior de los Estados Unidos hacia toda América Latina y el Caribe", afirmó Maduro. En paralelo, se esmeró por tender puentes a Trump, buscando diferenciarlo del ala dura republicana.

"No tengo ninguna animadversión con el presidente Trump", dijo Maduro, y agregó: "Él quiere la paz para el mundo, es lo que él quiere dejar como legado. Si él quiere dejar eso como legado, en Venezuela nosotros somos su único aliado". Reiteró que su mensaje para Trump es "que busque la paz y en nosotros conseguirá siempre una mano amiga".

Trump protagonista

Maduro reacciona ante el cerco que teje Estados Unidos. El Departamento de Justicia lo acusó de liderar el llamado Cartel de los Soles, una organización que cataloga como narcotraficante y en la que, supuestamente, participan altos mandos militares venezolanos. En paralelo, aumentó a 50 millones de dólares la recompensa por información que conduzca a su captura, mientras el Pentágono desplegó buques en aguas del Caribe, frente a Venezuela, como parte de una operación antinarcóticos.

La tensión escaló aún más tras el incidente del martes, cuando fuerzas estadounidenses atacaron y destruyeron en el Caribe una embarcación que, según la versión oficial, transportaba drogas desde Venezuela. Trump, en un gesto que buscó reafirmar su papel protagónico en la operación, afirmó en sus redes sociales que el disparo que hundió la lancha se lanzó por orden suya y aseguró que la embarcación pertenecía al Tren de Aragua, una organización venezolana que Washington cataloga como terrorista.

Trump relacionó al gobernante venezolano con esta banda: "Tren de Aragua es una organización terrorista extranjera, que opera bajo el control de Nicolás Maduro, responsable de asesinatos en masa, tráfico de drogas y personas, y actos de violencia y terrorismo en EEUU y el hemisferio occidental".

Trump en conferencia de prensa 13-8-25 - AP

La designación de una organización como terrorista permite al gobierno estadounidense activar distintos instrumentos para combatirla, como las agencias de inteligencia o el Departamento de Defensa.

Canales maltrechos

Durante su primer mandato, Trump consideró ilegítima la reelección de Nicolás Maduro en 2018. Lo mismo ocurrió con la segunda en julio de 2024, marcada por contundentes denuncias de fraude. No obstante, desde su retorno a la Casa Blanca y a través de Richard Grenell, ha negociado con Caracas la liberación de ciudadanos estadounidenses detenidos, vuelos para deportar inmigrantes ilegales desde Estados Unidos y la excarcelación de venezolanos enviados como prisioneros a El Salvador.

En paralelo a las negociaciones diplomáticas, la administración Trump autorizó una licencia para que Chevron produzca y exporte petróleo desde Venezuela hacia Estados Unidos. Esta línea de acercamiento, centrada en una relación pragmática con el régimen de Maduro, ha sido impulsada principalmente por Grenell, aunque también ha habido contactos a través de John McNamara, encargado de negocios de Estados Unidos en Colombia.

Maduro reconoció la existencia de canales activos con Washington: "Siempre tenemos todos los canales de conversación, de diálogo y diplomáticos abiertos. Con Estados Unidos tenemos dos", afirmó. Y detalló: "Uno es con el señor McNamara que vive en Bogotá. Con él coordinamos lo básico, lo que se pueda coordinar" y el otro "es con Richard Grenell, el enviado especial".

Grenell con Maduro - AFP.jpg
El enviado de Trump, Richard Grenell, se reunió con Maduro en Venezuela

El enviado de Trump, Richard Grenell, se reunió con Maduro en Venezuela

Sin embargo, el diálogo no está fluyendo. Maduro lo reconoció con una crítica directa al enfoque estadounidense: "Esos dos canales siempre están ahí. Ahora, los canales en este momento están maltrechos, porque la diplomacia de las cañoneras es una opción errática, equivocada, que le han impuesto al presidente Donald Trump".

La ofensiva

La estrategia de confrontación que impulsa Marco Rubio ha opacado la línea pragmática promovida por Grenell, quien no proviene de las filas tradicionales del Partido Republicano, sino del movimiento MAGA (Make America Great Again). Maduro ha centrado su respuesta en Rubio para no dinamitar los puentes con Trump, pero la estrategia no está logrando los resultados deseados.

Daniel Arias, politólogo y experto en desarrollo regional, advierte que "el gobierno de Maduro está tratando de plantear el problema de Venezuela como un asunto particular de Marco Rubio y no del interés del resto del Partido Republicano". Esta lectura, según Arias, enfrenta inconvenientes: "El caso de Venezuela no es un capricho circunstancial de Marco Rubio, es un problema estructural de la política de Estados Unidos".

Agrega que "muchos miembros del Partido Republicano, del mismo sector MAGA, bien sea por conveniencia política, no quieren chocar directamente con el gobierno de Donald Trump y sus políticas y están apoyando la posición de Marco Rubio, que es la posición oficial del gobierno de Estados Unidos".

Otro elemento central en la consolidación de la línea dura es que Rubio ha enmarcado la presión sobre Caracas bajo la narrativa de la lucha contra el narcotráfico. Según narra Mark Esper, exsecretario de Defensa durante el primer mandato de Trump, en sus memorias (A Sacred Oath), desde entonces se discute internamente la existencia de una "conexión directa" entre el tráfico de drogas y el régimen de Maduro.

Marco Rubio con Trump - AFP.jpg

Phil Gunson, analista senior para la región andina de Crisis Group, plantea que Rubio concentra un poder inusual al ejercer simultáneamente como secretario de Estado y asesor de seguridad nacional, "y ha maniobrado con eficacia". Añade que Florida, bastión de un electorado abiertamente contrario al régimen de Maduro, "es el home state de Trump y la base política de su familia".

María Isabel Puerta, profesora de ciencia política en la Universidad de Colorado, coincide en este punto y explica: "No podemos ver la operación militar como algo aislado del tema doméstico, sobre todo cuando tenemos encuestas que indican una enorme frustración en el electorado hispano con el presidente Trump y legisladores del sur de la Florida, que están siendo blanco de fuertes críticas por las deportaciones de cubanos y venezolanos".

"No dudo que la intención sea afectar la capacidad operativa del narcotráfico en el Caribe, pero si ayuda a aplacar el descontento interno en ese sector del electorado, es una ganancia adicional", agrega Puerta.

Objetivos múltiples

Si bien la línea dura domina el momento, Gunson destaca que los canales de comunicación entre Caracas y Washington no están cerrados del todo. Una muestra de ello son los vuelos con inmigrantes deportados desde Estados Unidos, que no han cesado. De hecho, Maduro reconoció que "es un tema que ha marchado bien".

Gunson señala que la administración de Donald Trump persigue distintos objetivos: "Quiere mostrar fuerza contra el narcotráfico, que se mantengan los vuelos para la deportación de inmigrantes y que Chevron siga bombeando petróleo".

Además, explica, tiene en agenda "reducir el papel en la región de potencias que considera como adversarios globales y ejercer hegemonía a través de las amenazas, la fuerza militar sin intervención en tierra, y los aranceles".

En este contexto, "se han fusionado las dos políticas que parecían contradictorias, es decir, golpear a Maduro sin dejar de negociar con él", resalta el analista.

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