Ronald Johnson, embajador de Estados Unidos en México, celebró el 14 de agosto los primeros noventa días de su gestión diplomática con un listado de los diez logros “clave” en ese período que desde su perspectiva contribuyen a la seguridad, la fortaleza y la prosperidad de ambos países.
A la vez, la misma semana en la que el diplomático celebró sus primeros tres meses al frente de la Embajada de Estados Unidos en México y que el Gabinete de Seguridad Nacional autorizó el traslado de 26 presos vinculados con actividades del crimen organizado desde cárceles mexicanas a la custodia estadounidense, se registraron desde Washington, DC al menos dos hechos que se suman a una larga lista de señales preocupantes que reflejan que la relación bilateral no pasa por su mejor momento.
La evaluación inicial de la gestión inicial de Johnson
Para una relación tan vasta como la de los dos países vecinos que comparten poco más de 3,100 kilómetros de frontera y un comercio de más de $840 mil millones de dólares en 2024, llama poderosamente la atención que nueve de los diez logros en el decálogo de Johnson estén directa o indirectamente relacionados con temas de seguridad, narcotráfico y combate a la delincuencia organizada.
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Todo parecería indicar que la prioridad de Johnson es concentrar su atención en esos temas de la agenda bilateral, pues sólo uno de los logros aborda un asunto ambiental – la atención a los derrames transfronterizos de las aguas residuales del río Tijuana – sin referencia alguna en su lista a avances en el diálogo político, la agenda económica y comercial o la cooperación educativa y cultural, por mencionar algunos de los numerosos rubros de la relación bilateral. Con diferendos en marcha por temas arancelarios y de transportación aérea, cuotas compensatorias al jitomate mexicano y prohibición de la importación de ganado en pie desde México, entre otros, y con juicios fuertes sobre la vinculación entre el gobierno y la delincuencia organizada, el embajador Johnson acentúa la agenda de seguridad.
La lista de Johnson del 14 de agosto pudo incluir una referencia al “traslado de 55 criminales de alto perfil relacionados con cárteles de México a los Estados Unidos” porque justo dos días antes, el Gabinete de Seguridad Nacional autorizó la salida de 26, que se sumaron a 29 aprobados al finalizar febrero. Ejemplo para Johnson de la “estrecha colaboración” con el gobierno de México, sorprendió en este caso la falta de mensaje unificado del lado mexicano sobre el traslado: Claudia Sheinbaum sostuvo que la decisión no respondió a petición alguna, Omar García Harfuch, secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, dijo que se llevó a cabo “en coordinación bilateral,” y el fiscal general Alejandro Gertz Manero explicó que Estados Unidos como país “requirente” solicitó a México el apoyo para el operativo.
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Aunque México parece no sufrir una crisis por consumo de fentanilo, Sheinbaum lanzó una campaña de prevención. En realidad, el gobierno no divulga datos sobre consumo nacional desde 2016.
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Por otra parte, como evidencia de uno de los logros del decálogo de Johnson - el relativo al “aprovechamiento de la tecnología y la innovación para transformar la forma de enfrentar a las organizaciones criminales internacionales” - el día previo a la publicación del listado, García Harfuch confirmó que a petición de una “institución del gobierno mexicano “– sin identificar -un avión no tripulado de la agencia de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) sobrevoló durante varias horas la zona de Tejupilco y alrededores en el Estado de México en apoyo a una investigación en curso en contra un grupo delictivo.
Dos nuevos mensajes
Durante los primeros días de la semana pasada, todavía flotaba en el ambiente la información de las notas de dos medios estadounidenses del viernes 8 - NYT y Washington Post – sobre la directiva de Trump que autoriza el uso de fuerza militar para enfrentar a la delincuencia organizada. Mientras sigue pendiente la firma del acuerdo bilateral de seguridad que ha anunciado en varias ocasiones en sus conferencias matutinas, Claudia Sheinbaum fue tajante al señalar en al menos dos ocasiones que ningún efectivo del ejército o de cualquier otro cuerpo armado estadounidense pisará territorio mexicano.
Como reacción a la implementación inicial de la directiva por medio del despliegue de efectivos navales y aéreos estadounidenses en la región sur del Caribe para participar en operativos en contra de narcotraficantes que operan en aguas internacionales, sostuvo que la mejor forma para responder a este problema es la colaboración y la coordinación, no por medio del intervencionismo e invocó el principio de “autodeterminación de los pueblos.”
El primer golpe de Trump vino el jueves 14, mientras se refería a la disminución radical del número de cruces de personas indocumentadas por las fronteras de EUA desde que regresó a la Casa Blanca. Atribuyó la baja a la presión que Estados Unidos ha ejercido sobre sus dos vecinos, pues señaló que México y Canadá “hacen lo que les decimos…” en materia de control migratorio y fronterizo. En su caso, Sheinbaum recordó el peculiar “modo de hablar” de Trump para responder que “el único que manda en México es el pueblo”.
Sin embargo, la medida de mayores consecuencias a largo plazo fue la decisión del Departamento de Estado (DoS, según sus siglas en inglés) de incluir una referencia a los riesgos por actos terroristas en México en su actualización de aviso para viajeros estadounidenses. En su listado, el DoS ubica a México como país de nivel “2”, en el que se recomienda a los visitantes ejercer mayores cuidados por la existencia de secuestros, delincuencia, y por primera vez, terrorismo. A nivel desagregado, a partir de la información que generan la embajada y los nueve consulados de Estados Unidos en México, de las 32 entidades federativas, 2 son consideradas de nivel “1” (ejercer precauciones normales), 16 de nivel “2” (tener mayores cuidados), 8 de nivel “3” (reconsiderar visitas) y 6 de nivel “4” (no viajar).
Trump - Sheinbaum - (2) - AFP
AFP
En este caso, Sheinbaum desestimó el aviso y atribuyó la alerta por supuestos actos terroristas en el país a la clasificación del DoS de los grupos delictivos como organizaciones terroristas extranjeros. A partir de información de la Secretaría de Turismo de los flujos de visitantes en el primer semestre del año, contrastó el aviso con la notoria preferencia que tienen los estadounidenses por destinos en México. Al registrase en ese periodo 7,361,000 turistas estadounidenses, Sheinbaum incluso comentó que las alertas parecen no tener mucho impacto.
Johnson y el acento en la seguridad
En los hechos, se observan cada vez más los efectos de la decisión del DoS del 19 de febrero de clasificar a seis grupos delictivos mexicanos como organizaciones terroristas extranjeras: el decálogo de Johnson en los primeros tres meses de su gestión diplomática es más que claro al respecto, pues señala que la designación desbloquea “un amplio rango de nuevas facultades y recursos para combatirlos.” Por ello, además de la alerta a turistas, el DoS y otras dependencias federales han intensificado las acciones y las sanciones en contra de individuos, empresas e instituciones financieras mexicanas por presuntos vínculos con lo que ahora son consideradas organizaciones terroristas extranjeras.
En su gestión en México, calificada hasta ahora como buena y respetuosa por Sheinbaum en contraste con la etapa final de su sombrerudo antecesor, el embajador estadounidense tendrá que navegar en aguas turbulentas que se agitarán por cada nuevo golpe del gobierno de Estados Unidos en su cruzada en contra los carteles de la droga mientras siguen pendientes de resolver temas arancelarios y comienza la revisión del TMEC.