"Recuerdo que cada noche rezaba para que llegara la llamada y fueran buenas noticias". El candidato demócrata a vicepresidente, Tim Walz, repitió esta semana esa historia "muy personal" en distintos eventos para contar cómo él y su esposa tuvieron que recurrir a la fertilización in vitro (FIV) para tener hijos. En medio de la avanzada conservadora que vive el país desde la derogación en 2022 del fallo que garantizaba el aborto, los derechos reproductivos se metieron de lleno en la campaña.
"Cuando Gwen y yo decidimos tener hijos tuvimos que pasar por años de tratamientos de fertilidad", empezó su relato el gobernador de Minnesota, de 60 años, que esta semana fue elegido por Kamala Harris como compañero de fórmula. Se decidió por una figura poco conocida a nivel nacional, pero progresista.
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Kamala Harris y Tim Walz en Wisconsin, el 7 de agosto
AFP
El acceso a la FIV a partir del fallo de Alabama
La decisión de la Corte Suprema de derogar hace dos años el fallo Roe vs. Wade, que garantizaba el derecho al aborto a nivel federal desde 1973, no sólo tuvo implicancias en el acceso a los métodos para la interrupción voluntaria del embarazo en gran parte del país, sino en los tratamientos in vitro, que permiten que un embrión fertilizado en un laboratorio sea transferido al útero de una mujer para buscar un embarazo.
En febrero, la Corte Suprema de Alabama dictaminó que los embriones congelados pueden ser considerados niños, por lo que puso en duda la FIV en el estado, que en marzo aprobó una ley para garantizar el tratamiento, aunque algunos consideran que no hace lo suficiente para proteger a los médicos y clínicas que lo practican.
En un intento por dar mayor protección a los tratamientos de fertilización in vitro, los demócratas presentaron en junio pasado un proyecto de ley en el Senado que fue bloqueado por los republicanos, entre ellos J.D. Vance, el candidato a vice de Trump. Éste asegura, de todos modos, al igual que otros republicanos, que apoya la FIV.
"El movimiento antiaborto aún no ha terminado. Ahora que Roe ha desaparecido, han puesto la mira en un nuevo objetivo: la fecundación in vitro", dijo el líder de la mayoría demócrata en el Senado, Chuck Schumer.
El aborto: un debate entre demócratas y republicanos
El acceso a la fertilización in vitro y al aborto fueron temas centrales del discurso del presidente Joe Biden sobre el Estado de la Unión de marzo de este año. La Corte Suprema que derogó Roe vs. Wade está formada por una mayoría de jueces conservadores, tres de ellos nombrados durante el gobierno de Trump, por lo que los demócratas apuntan contra el republicano y su administración por la pérdida de ese derecho a nivel nacional.
Desde ese fallo, que dejó en manos de los estados la decisión sobre el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo, 14 prohibieron el aborto, mientras que otros siete restringieron su acceso.
"Mi predecesor asumió el cargo decidido a ver la anulación de Roe vs Wade y se jacta de ello", dijo Biden en marzo, cuando se creía que iría por la reelección en noviembre, en referencia a Donald Trump. "Miren el caos que ha resultado", apuntó.
Trump, de hecho, se vanaglorió de haber "matado Roe vs Wade", como publicó en un posteo de su red social Truth Social en mayo del año pasado, e insiste en que el tema debe ser decidido por cada estado. En general aclara, además, que está de acuerdo con el aborto en caso de violación, incesto o cuando corre peligro la vida de la madre.
Esta semana, durante una conferencia de prensa en su resort de Mar-a-Lago, dio a entender que estaría de acuerdo con limitar el acceso a la mifepristona, una de los medicamentos que se utilizan para interrumpir un embarazo. Ante la pregunta de un periodista si le ordenaría a la agencia que regula los medicamentos, la FDA, que revoque el acceso a esa pastilla, respondió: "Claro que podrías hacer cosas que... complementarían, absolutamente".
Su respuesta fue poco clara y fue utilizada por su rival en noviembre para cuestionarlo: "Las prohibiciones al aborto de Donald Trump desataron una crisis sanitaria para las mujeres de todo el país. Ahora, ha dejado claro que utilizaría el gobierno federal para eliminar el acceso al aborto con medicamentos, prohibiendo de hecho el aborto en todo el país. No se lo permitiremos", señaló Kamala Harris en X.
Las diferencias entre las fórmulas Harris-Walz y Trump-Vance
La vicepresidenta, que ha hecho de la defensa del aborto y los derechos reproductivos de las mujeres una bandera durante su carrera, no es la única que marca el peligro que representaría una victoria del republicano. "Un segundo mandato de Donald Trump sería catastrófico en materia de derechos reproductivos (entre otros derechos civiles, cabe mencionar)", dijo Alejandra Soto, directora de comunicaciones y medios latinos de Planned Parenthood Federation of America, a El Observador USA.
La vocera del mayor proveedor de servicios reproductivos del país se refirió a su vez al Proyecto 2025, una plataforma conservadora que "buscan implementar los aliados de Trump", que promueve limitar aún más el acceso al aborto y retirar del mercado la mifepristona. El candidato republicano, sin embargo, ha marcado distancia de ese proyecto, aunque comparte parte de su agenda.
Las diferencias en torno al tema no se limitan a los candidatos a presidentes. Tras la decisión de la Corte Suprema de 2022, el compañero de fórmula de Kamala Harris, Tim Walz, incluyó como gobernador de Minnesota el derecho al aborto en la legislación estatal y promulgó una ley que garantiza que los pacientes que viajan a ese estado para obtener servicios de aborto y los proveedores que los atienden estén protegidos de ataques legales y sanciones penales de otros estados.
J.D. Vance, en tanto, que generó una polémica por sus cuestionamientos a las mujeres que no tienen hijos, fue cambiando su postura con los años. Pasó de definirse como "100% pro vida" hace un par de años a alinearse con Trump en mayo pasado y decir que cada estado debe decidir al respecto.
De acuerdo con las encuestas, 63% de los estadounidenses cree actualmente que el aborto debería ser legal en todos o la mayoría de los casos, mientras que el 36% opina que debería ser ilegal, según el Centro de Investigación Pew.
Para Soto, "lo que ayuda al movimiento en contra de los derechos reproductivos es la falta de información y conocimiento de la sociedad en general. Desafortunadamente, para la gran mayoría de las personas hablar de sexo, de salud reproductiva, de menstruación y embarazo, o de métodos anticonceptivos, les provoca pena. Hay estigma y no decimos las cosas por su nombre o desconocemos los detalles de cómo funcionan nuestros propios cuerpos".