¿En qué invertir en medio de la crisis covid-19? Opciones para arriesgados y conservadores

Tiempo de lectura: -'

23 de abril de 2020 a las 16:06

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 3 45 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 3 45 / mes

Tú te preguntarás en qué invierten los que tienen sangre fría, en medio de una tormenta financiera. Yo también. Como periodista, con la mochila de la desconfianza siempre al hombro, me generan dudas algunas expresiones de lógica o de sentido común de las finanzas, aplicadas en épocas en las que todo parece dado vuelta. ¿Hacen lo que dicen y lo que recomiendan?
 
Hay una tentación al imán de las altas ganancias del sube y baja; ¿pero lo hacen?

Objetivos, disposición a perder por un tiempo... y un valium

“Al que me consulta le digo que primero me defina bien lo que busca; segundo, que se tome un valium y tercero, que sepa que debe asumir una pérdida de lo hecho antes; después hablamos de cómo salir a ganar”, me respondió “Mac”, el caballero de los anteojos redondos, contundente e irónico como siempre.
 
Él vivió, o sufrió, las crisis de 1982, 2002 y 2008; en cada caso debió enfrentar la ansiedad de clientes por un lado, o el drama de los que se volvían morosos por el otro;  y aprendió lecciones.

“Pero nunca algo como esto, que sentimos que hay empresas y sectores que saldrán hechos puré, pero no porque hubieran hecho mal las cosas, sino porque la demanda se cortó por pánico de contagio de un maldito virus”
 
Y también comentó: si alguien pierde otro gana, y lo que perdiste, también podés recuperarlo
 
“Siempre rige la partida doble”, le acoté por teléfono mientras daba vueltas en la azotea de casa, para hacer ejercicio sin salir a la calle. “¡Claro” Luca Pacioli siempre vigente”, dijo “Mac” en alusión al fray franciscano creador de esos principios de la registración contable.

Entre el riesgo y las opciones conservadoras

“¿Ahora? ¿Me preguntas dónde invertir ahora?”, me dijo “Mike” cuando le llamé desde al altavoz del auto. “Para hacer, siempre hay alternativas, pero muchos prefieren liquidez, quedarse quieto, esperar un poco, porque todo está demasiado entreverado”, añadió el inquieto empresario al que no le puede faltar una copa de castañas de cajú en la oficina.

Quedarse quieto también exige “sangre fría” porque implica no vender apurado aunque haya aversión a activos que eran atractivos hasta hace poco.

Aunque una mayoría se sienta como tocado por “la mancha hielo”, los que buscan exprimir rentabilidad asumiendo riesgo, está de parabienes.

A “Mac” no le gusta la “renta variable” para este momento (acciones de empresas cuya rentabiilad está ligada a la suerte de la compañía), sino que prefiere explorar en “renta fija”, títulos de deuda de Estados o privados.

Pero “Bill”, el “deportista de pelo largo”, se relame con las acciones. “Si el cliente quiere volcar una parte en acciones de aerolíneas, cruceros, petroleras, y está dispuesto a respirar hondo, la rentabilidad es muy tentadora y hay que mostrarles eso”.

Entusiasmado con un mar de oportunidades, “Bill” destaca que a fin de año pasado era duro armar un portafolio que rindiera 5% pero hoy eso es posible incluso con valores de buena calidad, y con fondos de títulos “investment grade” (o sea calificados como “grado inversor”).

Con un poco más de riesgo, él ve a los “High Yield” aconsejables para los que no se asustan con vaivenes diarios y esperan resultados a mediano plazo. Son los fondos de “alto rendimiento” que contienen títulos de deuda de países o empresas que no llegan a grado inversor, pero que tampoco son incumplidores contumaces.

Aunque la charla sea por teléfono, y los dos desde obligadas “oficinas” domésticas, le veo los ojitos cuando habla de acciones. Entre los fondos que replican índices (y su rendimiento es el de la evolución de ese promedio de acciones) y la elección activa de acciones, le encuentra más sabor al hilado fino de buscar compañías y diseñar un propio portafolio.

 “Mac” pone el ejemplo de una empresa cuya acción estaba a 80 en el verano y ahora anda en 40. “Uno siente que perdió mucho, pero lo pierde si vende ahora mismo; cuando analizas que es lógico que esa  firma  vuelva a su nivel anterior en cierto plazo, podés comprar al actual precio barato y salir mejor de lo que creías”.

Una crisis diferente a todo

“Ben”, hombre de mirada política y financiera dijo que en este momento ve dos opciones. “Si es para invertir acá, el viejo y querido refugio uruguayo, otra vez en ladrillos; pero si es para colocar afuera, a las tecnológicas”.
Todos coinciden en que es una crisis nunca vista.

La de 1982 fue local, cambiaria y con repercusión en la banca y obviamente en la economía real; pero uruguaya.

La de 2002 fue rioplatense, en capítulos, y separó lo que estaba mal de lo que estaba bien, porque muchos bancos tuvieron problemas de liquidez y no de solvencia; los insolventes cerraron y los otros salieron bien. Y con la deuda se hizo una reestructura prolija.

La de 2008, generada en el mercado hipotecario norteamericano pero con crisis globalizada, tenía un foco financiero puro. Y pasó.

Esta de 2020 es distinta, porque el temor a contagio deriva en confinamiento de las familias, retracción obligada de consumo, paralización de actividades que no estaban en problemas, caída brusca de uso de combustible, recesión forzada… caída de ingresos, problemas de pago de obligaciones, morosidad, suba de pobreza, empresas que no resisten… Ni idea cómo termina.

Además, al Uruguay, esta pandemia le cayó cuando venía con problemas económicos.

La producción casi no creció en 2019 (+0,2%) y el crecimiento se había frenado en 2015; desde año el empleo baja y la desocupación subiendo (de 5,4% en agosto 2012 a 10,5% en febrero pasado).

Por el lado de la demanda, las exportaciones tendían a la baja para este año (según proyección de Uruguay XXI, previa al impacto de crisis santiaria), mientras que el consumo se veía afectado por la baja de poder adquisitivo del ingreso familiar de dos años seguidos (-1,7% en 2018 y lo mismo en 2019). Y la inversión privada se contrae desde 2013.

La pobreza subió dos años seguidos y este año, lo vuelve a hacer.

El déficit fiscal subió a 5% del producto a febrero, antes que el gobierno debiera incrementar fuerte el gasto público en salud, realizar mayores transferencias por seguros de paro y subsidio por enfermedad (duro golpe al BPS), y todo eso con una drástica caída de ingresos a la caja del Estado. La recaudación baja por menos Imesi (combustibles), menos IVA (actividad contraída), menos IRPF (rebaja fuerte de plantilla laboral activa) y menos aportes a seguridad social.

No se vio en el dato de caja de DGI de marzo, pero se verá en próximos reportes.

El dólar aumentó frente al peso, el PIB bajará más en dólares que en moneda local y la relación déficit-producto se deteriorá más y más.

Eso es en Uruguay, pero esta vez no es ni la aldea, ni el barrio, es el mundo: todo el mundo.

Un shock así paraliza, pero para inversores financieros siempre hay oportunidades, tentaciones de alta renta o intenciones de conservar capital, lo que genera movimiento en asesores de inversiones.

En la parálisis, el que se paraliza pierde. En medio del pánico, el que no se calma estará peor. La crisis sigue y por ahora, no se ve luz al final del túnel. Aunque no sabemos cuándo, sí sabemos que habrá luz. Mientras, en el mundo de las finanzas, un poco de sangre fría es necesaria.

Otras noticias destacadas de la semana

Soy Nelson Fernández, periodista y analista Económico, columnista de El Observador. Hasta aquí esta nueva entrega de Rincón y Misiones, la newsletter exclusivo para suscriptores Member de El Observador para entender mejor la realidad económica y los temas que tocan nuestro bolsillo, y contar con mejor información para tomar decisiones. 

CONTENIDO EXCLUSIVO Member

Esta nota es exclusiva para suscriptores.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

¿Ya sos suscriptor?
iniciá sesión aquí

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

Registrate gratis y seguí navegando.