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5 de mayo 2022 - 17:27hs

Uruguay continúa siendo una plaza atractiva en la región para captar inversión cuando se lo compara con sus pares. También desde hace unos años emergió como una alternativa para jubilados, europeos, estadounidenses, y otras nacionalidades que eligen esta pequeña llanura levemente ondulada en un rincón de América del Sur para disfrutar su retiro con otro aire. Además del boom de pedidos de residencias y la llegada de argentinos que se dio en los últimos dos años, hay otro país de la región que también está apuntando con fuerza a Uruguay: Chile. De eso te escribiré en esta nueva entrega de Rincón y Misiones. 

Cruzan la cordillera

Hace un par de semanas coincidí en un cumpleaños familiar con una pareja de veteranos chilenos. Lo primero que atiné a pensar era que habían aprovechado la apertura de fronteras para visitar Uruguay, pero no era el caso. Alberto y Mariela eran dos chilenos que ya tenían la residencia uruguaya y ahora disfrutan de su retiro en un amplio apartamento sobre la rambla de Malvín. Una de las primeras preguntas que le hice en una charla informal fue qué los llevó a venir a Uruguay. En su país natal quedaron sus cinco hijos y sus ocho nietos. “La cosa en Chile cambió, es otro país”, me dijo Mariela. Seguí indagando un poco más y me relató que en las calles se percibe un clima de “crispación permanente” y “malhumor” de buena parte de la sociedad, que quedó instaurado en los estallidos sociales y protestas que se desataron a fines de 2019. “A esta edad ya no estoy para que me estén gritando todo el día en la calle”, me comentó Alberto.

“Te diría que hace dos años ibas a Santiago y era muy complejo convencer a un inversor chileno de que mirara a Uruguay; apuntaban a Miami. Hoy es otra realidad”, me dijo Juan José Varela, CEO de Balanz Uruguay, uno de los brokers más importantes de Argentina que también puso su pata en Uruguay hace un par de años. 

El ejecutivo indicó que en los últimos meses se incrementó el interés de family office (empresa privadas que gestionan grandes patrimonios) y de inversores que consultan por Uruguay por sus clásicos atributos como la “seguridad jurídica”, las “reglas de juego claras” o la “estabilidad social”.

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Alberto era un pequeño empresario chileno que se dedicaba a vender motores para embarcaciones deportivas que son utilizadas en los lagos para distintas actividades náuticas. Cuando ya consideró que era tiempo de dar un paso al costado (tiene unos 70 años) optó por venderle su participación a su socio y enfiló rumbo a Montevideo para disfrutar su retiro. En un pasaje de la charla le recordé que Uruguay no se caracterizaba por ser un país barato para vivir y me retrucó: “Pero mirá que en Chile también tenemos hartos precios”, me respondió en su clásico acento trasandino. 

Tras una suba de los precios de 1,9% en marzo, la inflación anualizada chilena cerró en 9,4%, su mayor nivel desde la década de 1980. En los 12 meses a abril la inflación en Uruguay se ubicó en 9,37%, tras una suba de los precios de 0,5% el pasado mes.

Empresas chilenas y campos en el radar 

El interés de Chile por Uruguay en el último tiempo también puede traer noticias en materia de nuevas inversiones o la expansión de las distintas firmas trasandinas que ya operan en el país desde hace algunos años. Actualmente hay una empresa relevante de ese país que está evaluando instalarse en una zona franca uruguaya donde tiene previsto contratar a unos 600 trabajadores para su emprendimiento. 

 “Hay empresas que hoy están analizando seriamente hacer (más) inversiones en Uruguay”, aseguró Varela. 

Un rubro poco explorado (hasta ahora) por los potenciales inversores chilenos —que se contactan con distintos estudios profesionales para iniciar los primeros contactos— era los campos. Sin embargo, eso también cambió y se nota una marcada avidez en cerrar negocios inmobiliarios. El precio de la tierra en Chile más que duplica el valor de unos US$ 10 mil por hectárea que pueda costar campos agrícolas en la zona del litoral, los de mayor productividad. Los campos ganaderos se ubican más sobre un eje de US$ 4 mil por hectárea. Mientras no esté culminada la segunda pastera de UPM en Paso de los Toros, la inversión privada más grande que ha recibido el país tiene su origen en Chile con los US$ 2.000 millones que desembolsaron Arauco (Chile) y Stora Enso (Suecia-Finlandia) para construir su planta de celulosa en Conchillas (Colonia) en 2009. 

También ya hay otras firmas chilenas que han incursionado en el nicho del retail como Frous y Komak —compraron Aldo y SiSi en 2019— o el desembarco de las tiendas Sodimac. En 2017, el Grupo Schandy (Montecon) fue adquirido por la empresa chilena Ultramar, mientras que en 2012 la compañía cervecera chilena CCU se quedó con el 100% de Nix y Nativa. El grupo chileno Enjoy se quedó con el emblemático hotel Conrad en Punta del Este en 2017, por citarte algunos ejemplos de la última década. 

Otro cambio que también está procesando Chile es qué estrategia se toma para canalizar el ahorro. Los chilenos solían tener un fuerte sentido de pertenencia con su país y buena parte de sus ahorros estaba colocado en instrumentos locales y en su propia moneda —como la UF—, un símil de la UI en Uruguay, con un nivel de dolarización prácticamente nulo. De hecho, no es habitual que los usuarios del sistema bancario tengan cuentas en moneda extranjera. Sin embargo, ahora hay una fuerte corriente y demanda de los chilenos por abrir cuentas en dólares y también por “diversificar” sus inversiones fuera de su país. Así como ocurrió en las últimas dos décadas con el arribo de capitales brasileños y argentinos, ahora los chilenos parecen seguir sus pasos en un contexto donde la captación de inversión cumple un rol central para sostener el crecimiento de la economía uruguaya y la generación de empleo a futuro. 

Temas:

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