La sensación es que a las autoridades del Banco Central (BCU) se les agota el tiempo para obtener la credibilidad necesaria para que los agentes económicos vean una inflación dentro del rango meta más exigente (3% a 6%), que entrará en vigencia desde el próximo mes. Las subas continuas de la tasa de interés desde hace ya un año (y anticipos de alzas adicionales) no logran cumplir el objetivo que persigue la política monetaria de anclar las expectativas inflacionarias. Para algunos, faltó un poco más de decisión y agresividad en ese camino, mientras que otros han cuestionado esa estrategia por sus efectos colaterales (enfriamiento de la economía y caída nominal del dólar). El gobierno admitió en la última Rendición de Cuentas que no podrá llevar la inflación a 3,7% para 2024 como había manejado en el Presupuesto, y ahora espera que los precios aumenten a una tasa del 5,8% (dentro del rango) meta durante su último año de gestión.
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