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¿Es prematuro hablar del colapso del populismo?

Conforme se desmorona su variante derechista, la versión izquierdista pudiera aumentar en popularidad

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10 de enero de 2019 a las 15:09

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Gideon Rachman

¿Es posible que éste pudiera ser el año en el que veremos la implosión del populismo? En 2016, los votos a favor del brexit y de Donald Trump sorprendieron a las clases políticas dirigentes en el Reino Unido y en EEUU. Pero 2019 tiene una buena probabilidad de ser el año en que el proyecto populista degenere en la incoherencia, conforme se vuelva cada vez más evidente que las malas ideas acarrean malas consecuencias.

Las optimistas afirmaciones realizadas a favor del brexit en 2016 ya han colapsado. El acuerdo de Theresa May con la Unión Europea (UE) ha sido denunciado como una traición por la mayoría de los antiguos líderes de la campaña que apoyaban la salida. Sin embargo, un brexit "sin acuerdo" — el cual actualmente defienden muchos propugnadores de la salida de la UE — amenaza con dejar una secuela de dificultades y de humillación a su paso; mientras que la decisión de celebrar un segundo referéndum representaría un alejamiento aún más marcado del pico del populismo de hace tres años.

Las perspectivas de la rama estadounidense del proyecto populista no parecen ser más atractivas. Los índices de las encuestas en referencia a Trump están cayendo de nuevo, y el mercado de valores — su medida de éxito preferida — se ha desplomado. La investigación de Robert Mueller pronto producirá su informe y pudiera desencadenar procedimientos de juicio político. Tal vez lo más peligroso para el presidente sea que los republicanos de alto nivel se están inquietando debido a los contratiempos en las elecciones de mitad del período y a la renuncia de Jim Mattis como secretario de Defensa.

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Pero si bien es tentador argumentar que el populismo ha alcanzado su punto máximo, también es prematuro declararlo. Existen tres razones principales para esto. La primera es que, aunque las políticas populistas están teniendo dificultades, las fuerzas económicas y culturales subyacentes que impulsaron el movimiento todavía están presentes. La segunda es que el populismo viene en versiones tanto de derecha como de izquierda. Aunque la versión de derecha está teniendo problemas en EEUU y en el Reino Unido, la variante de izquierda pudiera adquirir fuerza este año.

La tercera razón es que el populismo ahora representa un fenómeno global. Los políticos populistas están en el poder de Brasilia hasta Budapest y de Roma hasta Manila. Las elecciones italianas y las brasileñas de 2018 fueron particularmente significativas. Los gobiernos del país más grande de Latinoamérica y de una importante nación de Europa occidental están dirigidos por partidos populistas.

Jair Bolsonaro, el presidente de Brasil, ha adoptado varios de los temas retóricos del ‘trumpismo’, incluyendo denunciaciones con respecto a China, al "globalismo" y a las élites culturales. Pero Bolsonaro, a diferencia de su ‘modelo’ norteamericano, pudiera tener un período de ‘luna de miel’ en 2019, con un aumento de la confianza por parte de las empresas y de los consumidores, en parte debido a su promesa de implementar reformas económicas liberales.

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Matteo Salvini, la imagen del populismo italiano, también pudiera tener un buen año. Italia parece haber evitado una confrontación con la Comisión Europea (CE) en relación con el déficit presupuestario del país, y numerosos italianos están encantados de tener un gobierno que adopte una postura más agresiva ante Bruselas. Si al partido la Liga de Salvini le va bien en las elecciones al Parlamento Europeo (PE) en mayo, él pudiera desencadenar una elección a nivel doméstico, permitiendo que la Liga surgiera como el poder político dominante en Italia. La debilidad de las finanzas públicas del país significa que el populismo italiano es vulnerable a una reacción impulsada por el mercado. Pero, por el momento, la popularidad de Salvini sigue aumentando.

Diversos líderes populistas han elogiado a Trump. Por lo tanto, un juicio político del presidente estadounidense ciertamente ocasionaría un efecto negativo sobre la moral de los populistas a nivel mundial, al igual que la implosión del brexit. Pero incluso si el ‘grupo de avanzada’ del populismo angloestadounidense enfrentara dificultades, las fuerzas globales que impulsan el movimiento aún parecen fuertes. El miedo a la migración, la inseguridad económica y el conservadurismo cultural siguen siendo un potente cóctel. El llamamiento por el retorno a un pasado de apariencia más simple continuará ocurriendo. Damares Alves, la ministra de la Mujer del gobierno de Bolsonaro, prometió la semana pasada que en el nuevo Brasil "los niños visten de azul y las niñas visten de rosado".

Las cuestiones culturales alimentan el populismo derechista. Mientras tanto, la variante izquierdista del populismo continuará enfatizando los derechos de las minorías y la economía. El año que viene pudiera resultar fructífero para los populistas de izquierda. La carrera para convertirse en el próximo candidato demócrata a la presidencia estadounidense ya ha comenzado. La mayor parte de la energía en el partido parece estar concentrada en su ala "progresista", ejemplificada por Elizabeth Warren, Bernie Sanders y Alexandria Ocasio-Cortez. Éstos son políticos que atacan a los ricos y a los privilegiados de una manera que solía ser tabú en la política estadounidense convencional.

En el Reino Unido, la ‘aflicción’ pos-brexit pudiera fácilmente brindarle a Jeremy Corbyn, el líder del Partido Laborista, la oportunidad de convertirse en primer ministro. Una victoria de Corbyn en el Reino Unido inspiraría a los populistas de izquierda a nivel mundial a creer que la historia se está inclinando a su favor, de la misma manera en que los populistas de derecha — incluyendo a la campaña de Trump — fueron inspirados por el voto a favor del brexit.

El populismo de la izquierda tiene una importante rama latinoamericana. La elección de Andrés Manuel López Obrador como presidente de México en 2018 fue recibida con entusiasmo por la extrema izquierda a nivel mundial. Corbyn, quien alguna vez fuera un entusiasta admirador del venezolano Hugo Chávez, es un viejo amigo de López Obrador, y fue invitado de honor en su inauguración.

Los centristas pragmáticos sospecharán que tanto al experimento mexicano como al brasileño con el populismo les irá tan bien como al brexit y a la presidencia de Trump. Pero el centro necesita algunas melodías nuevas. Las voces de políticos como el presidente de Francia, Emmanuel Macron — cuya respuesta al populismo es tocar viejas canciones, sólo que a un mayor volumen —, corren el riesgo de ser ahogadas. El populismo está enfrentando dificultades, pero el ímpetu populista no ha pasado.

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