"Pienso, luego me divierto"

El ambiente distendido y la multiplicidad de espacios, donde predominan los colores fuertes, lo hacen posible.

Funciona con una modalidad libre, en la que la persona paga
$ 300 y puede usar todos los espacios comunes como la biblioteca, un espacio dirigido por docentes y una estantería llena de juegos para hacer ejercicios solo o con compañeros, además de servicios de cafetería. Puede asistir de lunes a viernes con horarios flexibles.

Quien desee asistir a las clases y cursos que dicta Débora Saviotti, tiene que pagar aparte un monto que ronda los $ 150 y funciona con un sistema de cuponeras.

En la actualidad, el centro tiene unos 100 alumnos de hasta 93 años.
Como uno podría imaginar, el público que predomina en el gimnasio son adultos mayores.
No obstante, asisten individuos de todas las edades.
Otro grupo etario importante es el de los estudiantes –desde liceales hasta universitarios–.

El centro tiene acuerdos con varias instituciones para ofrecerles esta actividad a sus socios, como la Asociación de Escribanos, la de Jubilados de la Caja Profesional y el Colegio de Contadores.

En el centro, además de los hermanos Saviotti, se desempeña un equipo de asistentes. Los emprendedores aseguran que los resultados son visibles en la persona luego de dos semanas. Los alumnos expresan su mejoría en poco tiempo al igual de lo que ocurre con la gimnasia física.

Inspirarse en sus alumnos
La idea de este emprendimiento nació hace más de 20 años para potenciar la enseñanza de niños. En sus días de maestra, Debora Saviotti percibió problemas de aprendizaje en sus alumnos. Notaba que el hecho de no aprender frustraba tanto a los niños como a ella como docente.

Se propuso buscar una solución. Investigando cómo enseñar a pensar mejor dio con la teoría de la gimnasia mental. Se nutrió de muchos autores y estudios para formarse en esta área. Asimismo, realizó cursos en el exterior.

Gracias a su profesión, Débora entendió que independientemente del estrato social de los alumnos los problemas de aprendizaje, acompañados de dificultades familiares, sociales y hogareños, estaban presentes. Pero que el maestro, si se lo propone, puede influir de forma positiva en los grupos familiares.

La fundadora de Gimnasia Mental aclaró que en la época en que ella ejercía la figura del maestro era muy respetada. Cuando iba a comenzar un tema difícil, invitaba a los padres y abuelos de los estudiantes y les explicaba sus técnicas para que luego pudieran ayudarles a los niños.

A los adultos les costaba ayudar a sus hijos a resolver los ejercicios, al tiempo que les seducía descubrir el resultado. Manifestaban frecuentemente interés en participar y conocer la metodología. Por esa razón, con el correr de los años, decidió generar espacios para adultos. En 2012 se jubiló, y cuando su hermano Walter retornó a Uruguay –luego de una década en Brasil– decidieron crear el emprendimiento.

Método oficializado
Débora se esforzó para que el método fuera reconocido en Primaria y en 2005 lo consiguió. Por siete años brindó charlas para trasmitir la herramienta a sus colegas.

No obstante, nunca se generó el cargo de “instructor” de gimnasia mental. Su puesto seguía siendo el de maestra, solo que en lugar de dar clases para niños, lo hacía para docentes, inspectores y directores.

Cuando se jubiló en 2012, el programa no continuó. “A pesar de que estuvo oficializado y de los resultados fantásticos que tienen registrados cientos de maestros que hablan de sus virtudes y de los resultados que ven en sus alumnos al aplicarlo, el programa cesó”, puntualizó Débora Saviotti.

En la actualidad, los hermanos visitan instituciones educativas privadas y públicas para brindar charlas de gimnasia mental.

Pero eso depende de cada centro de enseñanza, no hay una política de Estado que impulse el tema.

Asimismo, forman a personas que quieran enseñar esta herramienta. Hace unos años, instruyeron a un grupo de 19 sicólogos y docentes peruanos que querían aprender esta metodología, pero no hallaban una institución que lo hiciera en su país. Débora viajó con una asistente para llevar adelante la capacitación.

Walter manifestó su deseo por difundir el método: “Queremos que la gimnasia mental sea vista como algo natural, como lo que es, porque mucha gente no sabe de qué se trata y tiene muchos beneficios”.

No hay límite de edad para emprender

Los hermanos Saviotti siempre se llevaron bien y sienten que es natural emprender juntos. Consideran que comenzar un negocio a su edad es un desafío, pero que conlleva muchas gratificaciones. “Emprender a nuestra edad es fantástico porque te permite ver qué limitadamente se trabajaba antes, cuando cada uno trabajaba en su terreno sin compartir el conocimiento, sin abrirte a la prueba de entenderte con los demás”, expresó Débora.

Asisten a talleres y charlas de emprendedurismo en el que predomina la gente joven, pero lo sienten como una ventaja, ya que aprenden mucho de las nuevas generaciones. En esas instancias no se sienten desplazados, sino por el contrario, respetados e integrados.

Por su parte, Walter, opinó que no hay una edad para emprender, al igual que no la hay para hacer gimnasia mental.

“Nosotros queremos llegar a los 80 como llegan los alumnos nuestros. Porque acá viene gente de 80, 90 años con actitud de que los años no me van a vencer, y es increíble”, confesó el emprendedor.