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Leonardo Pereyra

Leonardo Pereyra

Historias mínimas

¿Qué imágenes reflejan dos espejos enfrentados?, Raphael y otras rarezas

Hasta ahora, nadie ha podido revelar el enigma de los espejos que se miran cara a cara. Acaso el niño Raphael tenga la respuesta.
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20 de noviembre de 2012 a las 00:00

La pregunta no es nueva y la falta de respuestas concluyentes tampoco: ¿qué imágenes reflejan dos espejos enfrentados? “La multiplicación de la imagen”, dice uno pero no aclara a qué imagen se refiere. “Si logras que los espejos estén paralelos entonces se reflejaran el uno al otro hasta el infinito”, intenta otro sin saber a ciencia cierta qué es lo que se refleja.

El pensador Luis Prats –quien se enteró de la existencia del infinito mirando las latas de pulidor Bao- termina con cualquier intento de seguir buscando explicaciones. “Cuando era niño hice la prueba pero, cuando iba a mirar, aparecía mi ojo”, relata. Ese inconveniente es conocido en la jerga científica como "el ojo de Prats" y, hasta ahora, nadie ha podido revelar el enigma de los espejos que se miran cara a cara.

Al final del video que acompaña este apunte, el enorme Raphael (de pie) le sugiere qué hacer con los espejos cuando se ponen un poquito insoportables.

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Futbol y patria

Uno de por acá se queja de que los uruguayos festejan mas los triunfos deportivos que las fechas patrias. Sin embargo, ese espontáneo festejo futbolero es oportuno, ya que las fechas patrias siempre ocurren mientras que los partidos ganados son contingentes. A veces suceden y a veces no. El 18 de julio es un recuerdo mientras que el triunfo de hace un rato es constante y sonante.

Me contestan que yo no entiendo qué es la patria. Sin embargo, el relato de muchos de esos partidos memorables tal vez tenga mucho más de èpico y de amor por las raíces que cualquier batallita de morondanga en los campos de esa Patria con mayúscula que tan poco nos representa.

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Cuando los gay juegan para los contras

A veces parece que a los propaladores de la diversidad y a la comunidad gay les falta un estratega eficaz. ¿Qué necesidad hay de llamarle “chuponeada” a un encuentro en el que la gente se dio besos? El ejemplo parece menor, pero son muchísimas las actividades en las que los homosexuales parecen más preocupados en escandalizar con menudencias que en convencer. El objetivo es lograr una sociedad más tolerante, no asustar viejas. Lo primero es dificilísimo, lo segundo se logra tirando unas cuantas bombitas brasileras.

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Los toques de Facebook que misterio

La Santísima Trinidad y los toques de facebook ¡qué misterio! Nadie sabe decirme exactamente para qué sirven. Cuando me aseguran que es una forma de saludo me acuerdo de los toques que no devolví y me siento un ingrato. Pero ahora una amiga me avisa que los toques sirven para transmitir algo así como “mirá que te tengo presente pero con intenciones nada santas”. Y me dio miedo, porque ayer le respondí un toque a un señor barbudo y ahora me están golpeando la puerta.

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Menores

Hace no muchos años la palabra "menor" tenía un sentido familiar. "Es el hermano menor de.." "es menor que ella", etc. En algún momento que nadie registra pasó a tener otro significado. Quien hoy escucha la palabra "menor" sabe que se está hablando de cosas vinculadas a la violencia.

No importa si la culpa de este espantoso trueque en el lenguaje es de la policía, de los jueces, de los políticos, de los periodistas o de las señoras del barrio. Ojalá que, mas allá de cualquier avatar, nunca llegue el día en que la palabra "niño" deje de ser una palabra felíz para remitirnos a cosas espantosas.

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Socrates y Fidel

Antes de la pasada Navidad y a los 57 años se murió Sócrates, un crá de la selección brasileña de fútbol que se movía en la cancha con una elegancia inusual y era, además, médico y gran lector. Sócrates Brasileiro Sampaio de Souza Vieira de Oliveira también era admirador de Fidel Castro, tanto que a uno de sus hijos le puso el nombre del comandante cubano. “Cuando le puse a uno de mis hijos Fidel, mi madre me dijo: ‘Es un nombre un poco fuerte para un niño’. Y le respondí: ‘Madre, mira lo que me hiciste a mí”.

Porque este Sócrates brasileño, sensible, borracho y rebelde, prefería mirar los indesmentibles aciertos de Fidel –ninguneados por sus adversarios más enconados- que sus inocultables errores –obviados por sus admiradores más fanáticos.

Cada cual de nosotros, gente del montón, ya absolvió o condenó a Fidel Castro. Pero la historia grande –la de los libros, la de los mitos, la que libra de polvo y paja la mirada final sobre los seres y las cosas- será la encargada de la sentencia final sobre este hombre del que se seguirá hablando y escribiendo cuando usted y yo nos hayamos convertido en polvo vulgar o enamorado. Un jugadorazo, Sócrates.

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