¿Qué tanto se valora tener una maestría del exterior en Uruguay?

En algunos casos, se invierten decenas de miles de dólares para estudiar en el extranjero, lo que hace que estos profesionales se pregunten por el impacto a nivel laboral al regresar

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09 de julio de 2019 a las 15:09

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Esther Carballo hizo una maestría en Holanda y está convencida de que en Uruguay se están generando dos perfiles cada vez más marcados entre profesionales: el de los que se quedan y se desarrollan a nivel académico y laboral en el país, y el de los que se van a estudiar posgrados y maestrías a alguna universidad del exterior. 

Los del segundo grupo llegan a invertir decenas de miles de dólares para estudiar y mantenerse, a lo que hay que sumar el costo emocional que puede asumirse al alejarse de la familia y el círculo social habitual. Formar parte de él, entonces, no es una decisión que se tome a la ligera. 

Como en todo momento decisivo, aparecen preguntas que solo el tiempo se encargará de responder: ¿qué tanto se valorará en Uruguay esta experiencia académica y personal? ¿Se desquitará esa inversión con un ascenso en el mercado laboral uruguayo?

Como responsable de Experis, una marca especializada en reclutamiento de la consultora Manpower Group, Agustín Sedano nunca vio que una empresa haya tomado como valor agregado o requisito excluyente el tener una maestría en una universidad del exterior.

Comentó que en otros países los magísteres se buscan de forma explícita. "En mercados avanzados las empresas van a buscar a esos centros de posgrado a las personas, porque es un requisito excluyente que vengan de escuelas como Harvard o el MIT. En Uruguay no es que te lo pidan pero puede ser mucho más valorado que venga de esas universidades y mercados más amplios", apuntó. 

Sin embargo, asegura que el haber estudiado una maestría en el exterior no es un motivador para un aumento de salario en Uruguay: "Al final del día, si eso después se paga con más o menos plata, no sucede. En otros mercados, sí", aseguró el experto. 

Mirada global

Sedano realizó un MBA en Uruguay; en su clase eran 25 y todos uruguayos. Una de las ventajas de hacer maestrías en el exterior, dijo, está en el intercambio que se da entre compañeros provenientes de distintos países, mercados y realidades. "Si vos haces un máster en Buenos Aires, seguramente en las universidades vas a encontrar gente de Chile, Uruguay, Brasil y alguien de Europa. Eso en el norte se potencia aún más, entonces es mucho más rico hacer ese intercambio en el extranjero que en un mercado tan acotado como el nuestro", añadió. Debido a la creciente internacionalización de las empresas, destacó que se valora cada vez más contar con una mirada global.

El director ejecutivo de Advisory de la consultora EY, Ernesto Scayola, piensa que el éxito tras la maestría depende de las oportunidades que cada persona genere de su experiencia, que pueden ser completamente distintas aunque se haya estudiado el mismo posgrado. A la vez, cree que tener una maestría del extranjero no es condición necesaria y suficiente, aunque considera que el mercado local valora estos estudios no solo desde el punto de vista académico, sino también por las competencias blandas adquiridas.

"Es cierto que la inversión es mucha. Creo que son cosas que complementan a la persona o hacen a la construcción de la persona como profesional, y que tarde o temprano se valoran", apuntó. De todas maneras, asegura que no se trata de aparecer "con la maestría bajo el brazo" y aspirar a tener un cargo gerencial. "Eso a corto plazo no se da en Uruguay. También depende mucho de cuándo hagas la maestría. Si sos recién recibido y sin experiencia laboral, quizás no lo aproveches tanto como si tuvieras años en el mercado local. Eso, para mi, juega más que otras cosas", indicó. 

Opinó que no necesariamente todos -los posgrados- son mejores que los que pueden estudiarse a nivel local. "Eso es lo que quizás dificulta la evaluación", señaló. Por ejemplo, dijo que en el caso de que no se conozca la universidad donde el candidato realizó una maestría, se valorará igualmente la experiencia de vivir en el exterior: "No sé hasta dónde puedo tener referencias de esos estudios. Ahí suma el plus por haber vivido la experiencia". 

En primera persona

Mauricio Carballo hizo un MBA en Alemania

Una tía viviendo en Alemania y las "facilidades" de tener pasaporte italiano despertaron en Mauricio Carballo -contador público y MBA, 37 años- la idea de continuar sus estudios de posgrado en ese país. Tras navegar en internet, encontró que Darmstadt Business School cumplía con todos sus requisitos.

"Me encantaba la propuesta y que el MBA era en inglés y general". El costo para contadores era de US$ 19 mil para los dos años. Trabajó desde los 18 para pagar el viaje de Ciencias Económicas y financió la mitad de la maestría con la venta de su auto. Una vez terminado el máster, la empresa donde trabajaba en Alemania -Telekom- le ofreció extender el contrato, pero Carballo priorizó la cercanía a su familia y volvió a Uruguay. "Ya había hablado con gente que había hecho maestrías y te dicen que lo que te sale el máster no lo desquitas. Lo haces como un gusto personal", contó el uruguayo.

Comentó que en Alemania tener un MBA "es un plus muy grande" y que "sin duda desquitas la inversión". "Si pongo en la balanza la calidad de vida y el desarrollo de carrera, no hay punto de comparación. Si el objetivo es un salario y llegar a cierto puesto, sin duda hay que quedarse en el primer mundo, que es donde las empresas invierten en gente capacitada con maestrías. Acá, no noto hasta ahora que se valore como se valora en el exterior", señaló. En Alemania, dijo, se educa a magísteres dentro de la empresa para ser gerentes. "Esa persona después que termina el máster no empieza desde abajo como en Uruguay". 

Si bien encontró trabajo enseguida, no ocupa aún ningún cargo de liderazgo -no tiene ningún equipo a cargo- más allá de que considera que tiene un puesto de responsabilidad. Trabaja en la empresa BASF en la creación y actualización de informes financieros para todas las unidades de negocios de América.

"Estoy bien calificado y no tengo problema si quiero conseguir un empleo, te da esa seguridad. Pero tal vez si no hubiera conseguido empleo me hubiera vuelto. La incógnita en Uruguay siempre está", admitió. 

Etelvina Guerra tuvo las dos experiencias: estudió un máster en finanzas en Uruguay y un MBA en el exterior

Etelvina Guerra pasó por las dos experiencias. Hizo una maestría en finanzas en la Universidad de Montevideo y a los años un MBA, dividido en un semestre en la Universidad de Cataluña y otro en Pace University (Nueva York). Su principal objetivo no era acceder a la mejor maestría, sino tener la experiencia de estudiar en universidades del exterior y en inglés. Obtuvo una beca de 40% en una universidad de Estados Unidos pero su costo seguía siendo alto (US$ 60 mil), hasta que finalmente encontró en una feria de maestrías la opción elegida, que le costó US$ 22 mil. Invirtió aproximadamente otros US$ 20 mil para mantenerse, ya que se dedicó de lleno al estudio.

Actualmente trabaja en Puente -corredor de bolsas- y se desempeña en el mismo cargo que ocupaba antes de irse, como business manager y customer service. "Cuando decidí irme sabía que tenía que dejar mi trabajo, pero me ofrecieron la posibilidad de tomarme un año de licencia sin goce de sueldo, algo que no tenía antecedentes", recordó. Aceptó la oferta al plantearse que al volver, la inserción laboral podía ser compleja. Además, sus posibilidades de quedarse en España eran bajas, ya que no tiene pasaporte europeo. "No era un buen momento para probar suerte y si no hubiera tenido trabajo hubiera hecho un esfuerzo más por quedarme". 

Para Guerra, en Uruguay "se basan mucho en la experiencia laboral y antigüedad". "No es que se te abren las puertas de todos lados y te empiezan a llamar. Igual ya lo sabía. Viendo el mercado, el país no se encuentra en situación de redituar lo que invertirse en una maestría en el extranjero. No podés buscar retorno económico o financiero. Tenés que evaluar en base a lo que significa la oportunidad, la experiencia de vida, convivir con personas de distintas realidades, idiomas. La riqueza pasa por otro lado", comentó. 

Haldo Spontón realizó una maestría en matemática aplicada en Francia y un máster en gerencia de empresas de tecnología en la Universidad ORT

Haldo Spontón (ingeniero electricista/procesamiento de señales) también tiene dos maestrías pero hizo el camino inverso. En 2012 realizó una maestría en matemática aplicada en Francia, a la que accedió gracias a una beca otorgada por el gobierno francés. A los años de volver quiso "ablandar" su formación y estudió un MBA en gerencia de empresas de tecnología, en la Universidad ORT.

En Francia estudió en la Escuela Normal Superior de Cachan, y vivió en el campus de la universidad con la mensualidad de US$ 1000 que formaba parte de la beca. En aquel momento (2011) había renunciado a su cargo como responsable de alta de instalaciones en Plan Ceibal para dedicarse a la academia, trabajando como docente en la facultad de Ingeniería de la Universidad de la República. "Naturalmente el camino cuando uno está dedicado a la academia es hacer carrera académica. Tenía inquietudes de estudiar afuera, probar un tiempo en otro lado", recordó. En su área, dijo, es bastante común hacer maestrías fuera de Uruguay.

Sus estudios en la universidad francesa le aportaron una formación específica en un área "bastante incipiente" en aquel momento en Uruguay. "Una mala fue que no tuve mucho dónde aplicarlo en su momento. Había gente que había estudiado lo mismo antes, pero el único camino era continuar la docencia y pensar en el doctorado". De todas formas, al tiempo de retornar dejó la docencia en la facultad de Ingeniería -donde obtuvo el cargo de grado 2- para comenzar a trabajar en la industria. Volvió a Plan Ceibal, esta vez como responsable del departamento de Ingeniería. Allí estuvo tres años hasta que ingresó a Globant en 2016, donde fue ascendiendo hasta ocupar el cargo de director de tecnología de un área de inteligencia artificial.

Esther María Carballo hizo una maestría en Holanda

Tras recibirse de economista, Esther Carballo estudió una maestría en economía, finanzas y negocios en Erasmus University de Rotterdam (Holanda). Por tener pasaporte europeo, obtuvo un subsidio mediante el que accedió a la maestría por unos US$ 2.000 al año. Sin pasaporte, costaba alrededor de US$ 10 mil. En alquiler y comida gastaba unos US$ 700 mensuales, lo que cubrió con un trabajo de medio tiempo en un call center y luego trabajando como profesora de español. "Allá el salario mínimo te da para vivir de sobra" aseguró. Actualmente, el salario mínimo de Holanda es de US$ 1.800. 

Ni bien terminó la maestría entró a trabajar en Unilever como analista financiera, lo que impulsó su decisión de quedarse en ese país. Sin embargo, al igual que su hermano Mauricio, terminó volviendo. "Extrañaba Uruguay, a mi familia, mis amigos. Si me quedaba allá hubiera vivido muy bien, pero no me arrepiento de haber vuelto", comentó. Al regresar, la búsqueda de trabajo tardó más de lo esperado y volvió a vivir con sus padres. Las oportunidades que se presentaban "pagaban muy mal" y no valoraban su experiencia en el exterior. "Me hubieran pagado como si nunca hubiera trabajado en una multinacional en el exterior, como si nunca hubiera estudiado una maestría, como si fuera recién recibida", enfatizó.

Según Carballo, a diferencia de Uruguay, en Holanda la maestría es prácticamente parte de la carrera y se considera una especialización. Resaltó el valor que a su entender tiene el haber trabajado y vivido en Holanda. "No es un tema de contenido académico, el contenido en Uruguay es muy bueno, en algunos casos hasta mejor. El tema es la experiencia. Aprendés otra forma de hacer las cosas. Acá se hace todo a la uruguaya y no hay mucha gente que muestre otras formas de trabajar", subrayó. 

Finalmente entró a trabajar en Johnson & Johnson como analista de Business Intelligence. "Es complicado el retorno porque venís de cobrar una cosa y volvés para atrás cinco años de tu vida, cobrando la mitad. Allá tenía otra independencia y acá no te da", manifestó. Luego de trabajar 3 años para la empresa, entró a la multinacional de ciclismo Specialized como analista financiera, donde a partir de julio asumió el cargo de gerenta financiera a nivel global. A su entender, el "perfil internacional" es cada vez más valorado y pese a que también están quienes deciden quedarse y desarrollarse profesional y académicamente en el país, estas personas "nunca van a tener ese perfil". 

Joaquín Bazzano obtuvo una beca Chevening y estudió un máster en la Universidad de Londres. La beca es otorgada por la embajada británica y la Agencia Nacional de Investigación e Innovación

Joaquín Bazzano -médico, 32 años- es presidente de la Asociación de Graduados de Universidades Británicas (GBUA, por sus siglas en inglés) rol que pasó a desempeñar luego de volver de estudiar una maestría en Salud Pública orientada a la Administración de Servicios de Salud en la London School of Hygiene and Tropical Medicine de la Universidad de Londres. 

Obtuvo una beca Chevening, otorgada en Uruguay por la embajada británica y la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII). "En mi clase teníamos alrededor de 70 nacionalidades distintas al mismo tiempo. La experiencia de compartir con ellos, ver cómo trabajan, los problemas que encaran en su vida laboral es algo súper útil, más allá de lo que uno aprende con docentes que son referentes", indicó. Bazzano continúa en contacto con sus compañeros. "No es raro para mi estar con contacto con compañeros de las maestrías consultando cuestiones específicas", sobre todo por las distintas maneras de encarar problemas que pueden ser similares. 

Al volver, luego de terminar la especialización de la carrera (en ASSE) comenzó a trabajar como médico asistente en el Fondo Nacional de Recursos y como asesor de la dirección general de Salud. Para Bazzano, en Uruguay existe un mercado de trabajo competitivo para personas especializadas con maestría y de rápida inserción. 

"Me fui con alguna duda de cuán valorable era por comentarios previos de quienes habían tenido alguna dificultad al volver. Pero yo tuve el apoyo de la cátedra donde estaba en la facultad, que me presentaban posibilidades laborales de diferentes organizaciones. Creo que mi caso no es excepcional; la mayoría de mis compañeros que han estudiado afuera tuvieron inserción en diferentes áreas, públicas y privadas", señaló. "El nivel de conocimiento del magíster es útil para el mercado laboral uruguayo", puntualizó. 

Becas

En Uruguay existe la posibilidad de acceder a maestrías en Reino Unido, España o Estados Unidos a través de becas; Chevening (Reino Unido), Fundación Carolina (España) y Fulbright (Estados Unidos) son algunas de las opciones. En este momento, de los casi cien que aplicaron el año pasado, siete uruguayos que obtuvieron las becas Chevening -con fondos del gobierno británico y la ANII- están culminando sus estudios en universidades británicas. Un requisito para postular a las becas Fulbright y Chevening es regresar al país una vez terminada la maestría para volcar lo aprendido y aportar al país. 
La directora de Comunicaciones de la embajada británica en Uruguay, Verónica Psetizki, señaló que aunque la búsqueda laboral al retornar corre por cuenta de cada persona, los graduados continúan vinculados a la embajada y además pasan a pertenecer a la Asociación de Graduados de Universidades Británicas. "Algunos retornan a sus trabajos previos pero también se les abren nuevas oportunidades", señaló. 

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