A 40 años de la Copa de Oro, el torneo que organizó FIFA y que se niega a homologar como oficial

Este 10 de enero se celebran los 40 años de la obtención de la Copa de Oro por parte de la selección uruguaya; un torneo organizado por FIFA y que el organismo se niega a homologar como oficial; varios jugadores hablaron con Referí

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09 de enero de 2021 a las 05:04

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¿Cómo se puede explicar que un torneo que organizó FIFA por los 50 años del primer Mundial disputado en Uruguay, que se llamó Copa de Oro, no sea homologado por el propio organismo como un título oficial? ¿Por qué es el único trofeo que ganó la selección uruguaya que no está en el Museo del Fútbol y se encuentra en una caja de seguridad de un banco?

A fines de 2017, bajo la presidencia de Wilmar Valdez, los neutrales de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF), al mejor estilo “investigador privado”, buscaron por todas partes el trofeo de la Copa de Oro, hasta que lo encontraron en un esa caja de seguridad. Nunca fue llevado al Museo del Fútbol debido a que no está asegurado.

El uruguayo Walter Pagella fue el orfebre que lo confeccionó en solo dos semanas con el diseño del pintor y escultor Lincoln Presno.

Este 10 de enero se celebran los 40 años que Uruguay obtuvo lo que también se llamó Mundialito tras derrotar 2-1 a Brasil en la final en el Centenario.

Wilmar Valdez y los neutrales de la AUF, a fines de 2017 encontraron la Copa de Oro en un cofre fort de un banco

Sin embargo, pese a que la copa fue organizada por la FIFA y que el discurso inaugural lo dio su presidente de entonces, Joao Havelange, esta se niega a aceptar el título como oficial.

El 30 de marzo del año pasado en su web, se posteó un artículo titulado “La AUF cumple 120 años”, en donde se puede leer “el fútbol en Uruguay: una historia repleta de éxitos”. Entre ellos, escriben de las medallas olímpicas de 1924 y 1928, de las Copas del Mundo de 1930 y 1950, de las 15 Copas América obtenidas, y de todos los títulos internacionales que consiguieron Peñarol y Nacional. La Copa de Oro no existe. Es un misterio que la Asociación aún no resolvió y sobre el que FIFA mira para el costado.

La idea que había surgido de Washington Cataldi quien ocupaba un cargo en FIFA y contó con el apoyo del presidente de entonces, Joao Havelange, que consistió en juntar a los seis campeones mundiales de entonces y hacer un torneo. Además de los celestes, Argentina, Brasil, Alemania e Italia, aceptaron. Inglaterra, debido a que la copa se jugaría entre el 30 de diciembre y el 10 de enero, declinó de participar debido a que tenía mucha competencia clubista, por lo que se invitó a Holanda, segunda en los Mundiales de 1974 y 1978.

El gobierno de facto que desde 1973 se había instalado en el comando del país, aceptó el reto y se aportaron US$ 2 millones para remodelar el Centenario.

Meses antes, había venido Artemio Franchi a Montevideo, presidente de la Federación Italiana, de la UEFA y vicepresidente de FIFA, y no podía creer que la iluminación del Estadio fuera solo la que le mostraban. Por esa razón colocaron cuatro torres y un tablero electrónico, entre otras cosas.

Walter Pagella, el orfebre que hizo la Copa de Oro en acción

Eran otros tiempos, y Alemania no tuvo problemas de instalarse en el Hotel Oceanía –de tres estrellas–, en Punta Gorda, mientras Brasil iba a Los Aromos –totalmente remodelados para la ocasión– y Uruguay concentraba en la Hostería del Parque de San José, entre otros.

Todas las selecciones vinieron con sus mejores figuras. Argentina con Diego Maradona, Ramón Díaz y varios campeones del mundo de 1978. Brasil tenía a Sócrates como estandarte futbolístico, con Toninho Cerezo, Júnior, Serginho y Eder. Alemania al arquero Harald Schumacher, Manfred Kaltz, Rainer Bonhof –campeón del mundo en 1974– y Karl-Heinz Rummenigge, entre tantos. Holanda contaba con los hermanos Willy y Rene Van der Kerkhof y Ernie Brandts. Italia trajo a todos los mejores, salvo Paolo Rossi –recientemente fallecido– porque estaba suspendido por el “Totonero”, las apuestas clandestinas del calcio. Vinieron Antognoni, Bergomi, Scirea, Cabrini, Gentile, Tardelli, Altobelli, Conti, Graziani y Carlo Ancelotti, entre otros, quienes dos años después serían campeones del mundo en España.

Esa copa de campeones mundiales se jugó en un contexto de país muy especial que no le llegó a los jugadores. El 30 de noviembre el pueblo se había pronunciado por el No en el plebiscito para cambiar la Constitución. Fue un golpe duro para el gobierno cívico-militar, que en la Copa de Oro comenzó a probar (solo para el exterior) la TV en colores por primera vez. En Uruguay se vio en blanco y negro, ya que se instaló el 25 de agosto de 1981.

“Los militares no se metieron en nada. Teníamos todo en bandeja porque a ellos les servía que ganáramos porque un mes antes habían perdido el plebiscito”, comentó a Referí, Fernando Álvez, quien integró el plantel celeste.

Así se vivían los instantes finales del partido decisivo entre Uruguay y Brasil: Julio César "Cascarilla" Morales, Fernando Álvez, el kinesiólogo Dante Cocito y el técnico Roque Máspoli en el banco

El gobierno dictatorial le encargó al músico Leslie Muniz la canción oficial que se llamó “Bajo un sol y nueve franjas” y que se grabó en el sello Sondor y se vendía en un simple de 45 RPM.

Pero Víctor Hugo Morales llamó al dúo de Alberto “Beto” Triunfo y Roberto Da Silva, quienes trabajaban sobre todo en jingles. Compusieron “Uruguay, te queremos ver campeón” y el simple no solo se agotó en las casas de música, sino que la gente en el estadio la cantaba por encima del himno oficial.

Uruguay ganó su grupo al derrotar bien a Holanda 2-0 y a Italia por el mismo marcador. Brasil lo hizo luego de empatar 1-1 ante Argentina y vencer 4-1 a Alemania.

En octubre en La Paloma

Los trabajos del técnico Roque Máspoli y el preparador físico, Jorge Trigo, comenzaron en La Paloma en el mes de octubre de 1980. Trigo hacía entrenar a los futbolistas en triple turno todos los días.

“Se trabajó mucho en La Paloma con frío, con muchas ganas y poca infraestructura”, recordó a Referí el arquero y capitán, Rodolfo Rodríguez.

“Fue un grupo espectacular y por eso también ganamos”, explicó a su vez Fernando Álvez. Rodolfo comparte: “Existía compañerismo y complicidad entre nosotros”. Y añadió: “Era un grupo con jugadores con la base de Nacional que venía ser campeón de la Libertadores, y muchachos jóvenes de Peñarol y el Indio (Olivera), muy parejo, equilibrado, de gente que hasta el día de hoy se aprecia. Máspoli y el profe Trigo eran dos fenómenos. Encontraron gente que quería ganar y confiar en ellos”.

El capitán Rodolfo Rodríguez, rodeado del Chifle Barrios y de Víctor Diogo, levanta la Copa de Oro tras el título

Jugaban amistosos en el Mario Sobrero de Rocha y con el tiempo, estuvieron por momentos en el Hotel Oceanía y también en Los Céspedes.

Álvez, quien jugaba en Peñarol, recuerda que la convivencia era tan espectacular entre los futbolistas de los grandes se hacían bromas entre ellos.

“Íbamos para Los Céspedes y daba tiempo para una siesta. Los Aromos estaban hechos a nuevo porque allí concentraría Brasil. Jodíamos a los jugadores de Nacional; ‘Mirá lo que es esta cueva’, y ellos se reían con nosotros, porque claramente no era así”.

Waldemar Victorino, el goleador del torneo con tres goles, –uno a cada rival– también recuerda las bromas.

“Chicharra (Ramos), Paz, Álvez, Hugo De León, Rodolfo (Rodríguez), éramos un grupo amalgamado y siempre hacíamos bromas, con los clásicos que veníamos jugando. ‘¿Te acordás la patada que me pegaste?’, decía uno. Y el otro le contestaba: ‘Sí, ¿y vos el codazo que me diste?’”, dijo entre sonrisas.

Venancio Ramos fue otro de los grandes valores de Uruguay en la Copa de Oro

De allí se instalaron en la Hostería del Parque de San José y entrenaban en el Estadio Casto Martínez Laguarda.

“En San José se veían las casas humildes con niños y motivaba a cualquiera. Y un país que quería tener una alegría para festejar”, recordó Rodolfo.

Las fiestas de fin de año llegaron en medio de la preparación o de la propia copa.

Álvez sostuvo que Nochebuena pasaron “con la familia y a las 12 un bus nos pasaba a buscar a algunos por su casa, a otros en determinada esquina, y de ahí, nos íbamos para San José. El 31 de diciembre de 1980 lo pasamos con la familia en San José y a las 12 de la noche, todas se fueron”.

Victorino fue el goleador de Uruguay y del torneo con tres goles: le hizo uno a cada rival.

Daniel Martínez en la marca de Toninho Cerezo en la final ante Brasil

Así lo recordó para Referí: “Fue un campeonato tremendo, con todos los campeones del mundo y sus figuras, y Uruguay es el único país del mundo que tiene ese título”.

Y añadió: “Durante mucho tiempo, la prensa no le dio tanta trascendencia a ese título porque estaba la dictadura militar. Pero fue lo más grande, ser campeón de campeones del mundo. Mirá que vinieron Maradona, Rummenigge, Sócrates, los mejores de cada país”.

El exgoleador de Nacional sostuvo que entrenaba “mucho”, y se quedaba “pateando al arco después de hora y estaba a la altura de mis compañeros. Los rivales me hablaban y yo no me calentaba, me preocupaba por jugar al fútbol. Tenía que jugar para el equipo, hacer lo positivo para el equipo y a medida que pasaban los partidos, yo veía que tenía razón”.

Habla con mucho respeto del técnico Roque Máspoli. “Lo tuve en River; era un fenómeno. Se ponía a jugar al tute con las cartas y corría a los jugadores de la mesa y los sacaba para jugar él. Era como un padre”.

Uruguay había clasificado a la final y esperaba rival. Máspoli estaba convencido que sería Argentina y no Brasil. Tanto fue así que en las prácticas, hizo entrenar a Ruben Paz “de Maradona”.

Ernesto Vargas, el Chifle Barrios, Nelson Marcenaro y Julio César Morales viviendo el final del partido ante Brasil desde el banco

En la final, Brasil tuvo un penal a favor y Sócrates se paró ante la pelota. Rodolfo Rodríguez recuerda que le dijo algo, pero la clase del volante pudo más e igualó transitoriamente el partido.

Con el paso del tiempo, Rodolfo se fue a jugar al fútbol brasileño y se hizo amigo de Sócrates.

“Era un compinche bárbaro y nos dejó lamentablemente (falleció en diciembre de 2011). En 1984 yo jugaba en Santos y lo enfrenté en la final a él en Corinthians y le ganamos. Cuando terminaba el Brasileirao, el 4 o 5 de diciembre, se hacían partidos con estrellas de América con un caché importante, y allí lo conocí aún más. Además de él, a Júnior, Zico y Dunga que recién se hacía conocido”.

Victorino recuerda como grandes figuras del Mundialito a “Ruben Paz, Chicharra (Ramos), El Hugo (De León). Eran los que sabían más con la pelota. (Eduardo) De la peña que le pegaba con las dos, una persona extraordinaria que se embromó y se lesionó en la final y entró el Chifle Barrios”.

Ruben Paz, una de las grandes figuras uruguayas en la Copa de Oro

Por su parte, Rodolfo, quien recibió y aún lo tiene, el trofeo al arquero menos vencido del torneo, habla de varios: Waldemar hizo goles en todos los partidos, lo de Venancio (Ramos) fue de película, la experiencia de Cascarilla (Morales) con10 años más que nosotros, la solvencia del Indio Olivera, la fuerza de Víctor (Diogo) y Daniel Martínez, De la peña, El Cabeza (Ruben Paz), el Chifle. Nadie bajó de 7 puntos en cada partido”.

El auto y tres que se lo perdieron

Además del premio al campeón, los futbolistas antes de jugar la final pidieron algo extra al presidente de entonces de la AUF, Yamandú Flangini. Y allí surgió la posibilidad de un automóvil 0 km para cada uno si eran campeones. Pero se arregló a último momento y con la final jugándose.

“Ganábamos 1-0 y por el túnel entró un edecán y se arrimó al banco: ‘Dicen los comandantes que está arreglado lo de los autos’. Dijo eso y llegó el penal para Brasil. Roque (Máspoli) lo sacó volando de allí porque tenía sus cábalas y entendía que nos había traído yeta. Por suerte tuvimos la libre importación del auto 0 km”, explicó Álvez a Referí.

Pero llegó el segundo luego de un centro de Ramos y el cabezazo de Victorino: “Siempre entraba al segundo palo y ahí le puse la cabeza para abajo, dejé que me pegara, porque si yo le pegaba con la cabeza, se iba por arriba del palo. Me pasé en la carrera y tuve que volver el cuello hacia atrás para que la pelota me pegara y cayera adentro del arco. Cuando grité el gol dije ‘deber cumplido’. Porque después del segundo era muy difícil que Brasil nos ganara. Cuando saludaba a la gente, decía “este campeonato no lo perdemos más”.

Waldemar Victorino celebra el gol de la victoria en la final contra Brasil; detrás, el Indio Olivera sale festejando

Cuando terminó la final con la consagración celeste, Hugo De León se colocó la camiseta de Gremio, club al que se iba a jugar. Eso molestó mucho en la organización.

“Hubo calentura porque el Hugo se puso la camiseta de Gremio. Entonces, para no hacerlo tan personal nos dijeron: ‘Los que se van a jugar al exterior no tienen auto’. Fue una excusa para no dárselo a De León, pero con eso perdieron también Ariel Krasouski, quien se iba a Boca, y Jorge Siviero, a Cobreloa”, dijo Álvez.

Victorino agregó que “tras ser campeones, nos tiramos todos al agua del foso a festejar y dijimos ‘deber cumplido’. Le habíamos dicho a los de la Hostería que si éramos campeones, retornábamos a San José. Festejamos con todos ellos y la gente de San José. Nos habían tratado maravillosamente y era como retribuirle todo”.

Arriba aparece Ariel Krasouski con un allegado y abajo, Víctor Diogo, José Hermes Moreira, Fernando Álvez y Nelson Marcenaro en el festejo tras la final en la Hostería del Parque en San José

Allí, al final del partido, se escuchó por primera vez y en plena dictadura, corear a las cuatro tribunas: “Se va a acabar/se va a acabar/la dictadura militar”.

Álvez sostiene que le dieron “muchísima importancia al título. Aparte, se decía que iba a quedar instalado en el futuro a jugarse cada cuatro años, pero no se hizo más”.

Por su parte, Rodolfo opinó: “Fue una gran hazaña. Quizás pocos creían en nosotros porque en cuanto a figuras, éramos los que menos teníamos. La gente ayudó muchísimo”.

Y agregó: “A muchos les cuesta reconocer este título porque lo atribuyen a intereses políticos, pero nosotros no tenemos nada que ver. La alegría más grande fue ver al pueblo en las calles, gente mayor, niños, padres y madres”.

Al día de hoy, Victorino reflexiona y piensa que “no se le dio el valor que tiene. Campeón de campeones mundiales, fuimos los únicos. Ese título lo tiene solo Uruguay. Lo recuerdo con mucha pena porque con ese título tan importante para el futbol uruguayo, creo que los dirigentes tendrían que haber hecho mucho más de lo que hicieron hasta ahora”.

Además, añadió: “La Copa de Oro es el trofeo más valioso que tiene el fútbol uruguayo en cuanto al valor del mismo, y pregunto por qué el futbol uruguayo no hizo lo que tenía que hacer con este título y me respondo que eran épocas difíciles. Pero después de la dictadura, debieron hacer algo más. Uruguay está en el debe, sobre todo, por no reactivar lo que fue el Mundialito después de la dictadura militar”.

“Lo último que ganó Uruguay a nivel mundial fue el Mundialito, porque se ganaron Copas América, pero no a ese nivel mundial. ¿Cuánto tiempo ha pasado? Y teniendo buenos jugadores, no llegan a conseguirlo”, finalizó el goleador de aquel recordado torneo que ya cumple 40 años.

 

 

Frases de los jugadores uruguayos

Víctor Hugo Diogo, Lateral de aquel equipo en diálogo con Referí: 

“Me acuerdo que la última práctica, Roque (Máspoli) iba a eliminar a los que quedaban fuera del plantel. Fue un partido de hacha y tiza porque todos queríamos quedar. Le tiraron una pelota larga al Chicharra (Ramos) y lo tiré con pelota y todo para afuera. Cuando vi que era él, me quería morir. Le dije: ‘Disculpame, Chicharra’”.

“La FIFA fue la que organizó el torneo y no le dio el lugar que le corresponde. Y la AUF, no sé. Hoy le dan trascendencia a otras cosas y no a la parte deportiva; en el momento, se le dio una gran importancia a la Copa de Oro y fue importante. Y lo es. No se ha organizado otro campeonato de campeones del mundo. Hubo uno y lo ganó Uruguay. Se debería reconocer. Son las personas. Los hechos están, pero las personas a veces no lo quieren reconocer. Contra eso no se puede ir”

Nelson Marcenaro, Integrante de aquel plantel en diálogo con Referí: 

“Fueron tres partidos y hasta hoy, lamentablemente nadie lo reconoció. ¡Cómo cambian las cosas!; hoy se reprochó el Mundialito a nivel dictatorial, de dictadura. En esa época, a nadie le importaba un carajo eso. Cuando ganamos el Mundialito, la gente fue impresionante lo que festejó. Entonces te da bronca que después de tantos años no haya un reconocimiento –no a mí–, a los muchachos que realmente la ganaron”

“Creo que a todos los muchachos les duele. Que una Copa de Oro como esa que ganamos, esté guardada en un banco... ¿Cuánto hace que la ganamos? ¡40 años! Y está guardada en un banco, no está ni siquiera en el Museo del Fútbol, no está exhibida”

Ruben Paz, Volante de aquel equipo en diálogo con Referí: 

“El que se la jugó conmigo fue Máspoli. Me tiró de ‘10’. Desde ahí, la camiseta número 10 empezó a surgir, porque en Peñarol era imposible con Ildo (Maneiro) (se ríe). Jugamos un torneo con todas las fieras: Alemania, Holanda, Italia, Argentina y Brasil. Poder competir con esas fieras y ser campeón, fue espectacular”

 

EL PLANTEL

Jugador   Equipo
 
Rodolfo Rodríguez  Nacional
 
Walter Olivera Peñarol
 
Hugo De León Gremio
 
José Moreira   Nacional
 
Ariel Krasouski       Wanderers
 
Daniel Martínez      Danubio
 
Venancio Ramos    Peñarol
 
Eduardo De la Peña       Nacional
 
Waldemar Victorino        Nacional
 
Ruben Paz      Peñarol
 
Julio César Morales       Nacional
 
Fernando Álvez      Peñarol
 
Jorge Siviero   Sud América
 
Nelson Marcenaro  Peñarol
 
Víctor Diogo    Peñarol
 
Arsenio Luzardo     Nacional
 
Jorge Barrios  Wanderers
 
Ernesto Vargas       Peñarol
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