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El Talibán está de vuelta en las calles de Herat

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Afganistán: "El día que los talibanes se llevaron a mi padre"

Friba, quien reside en Londres, tenía 10 años cuando vio por última vez a su padre en su casa de la ciudad de Herat, al oeste de Afganistán
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30 de agosto de 2021 a las 15:46

Mientras el Talibán se prepara para formar un nuevo gobierno en Afganistán, una mujer cuenta la historia de cómo su familia fue destrozada cuando su padre desapareció durante el dominio talibán en 1999.

Friba, quien reside en Londres, tenía 10 años cuando vio por última vez a su padre en su casa de la ciudad de Herat, al oeste de Afganistán.

Su familia cree que fue secuestrado por los talibanes.

Esta es su historia. Los nombres se han eliminado para proteger la identidad de los afectados.


Vivir bajo el control del régimen talibán es como estar en medio de una relación abusiva. Al principio está bien. Hacen muchas promesas, vigilan cada paso que dan, incluso cumplen alguna de sus promesas.

Pero mientras estás empezando a sentir una falsa sensación de seguridad, ellos están llevando a cabo sus planes.

Pronto, cuando poco a poco el mundo se va cansando de Afganistán y los medios de comunicación pasan a centrarse en otras noticias, los talibanes van reforzando su poder cada día, y el ciclo salvaje comienza de nuevo.

Mi padre nació en Herat y se graduó en la Universidad de Kabul.

Tras la universidad se casó y comenzó a trabajar dentro de un pequeño equipo para el gobierno afgano de entonces.

Cuando los rusos se marcharon y el Muyahidín pasó a controlar el poder, mi padre encontró trabajo en una ONG.

Con la llegada del Talibán a Herat, mi padre tuvo la oportunidad de huir, pero se quedó. Él amaba su trabajo y amaba Herat.

Nunca olvidaré la cara de mi madre

La vida era brutal bajo el régimen talibán. Mi padre tenía cuatro hijas, a las que se le había arrebatado la educación, y un niño pequeño.

Pero su trabajo era gratificante, tenía ambiciones, para él y para nosotros, y trabajar con animales hacía la vida un poco más llevadera.

Una mañana a mediados de junio de 1999, mi padre acababa de terminar de desayunar y se estaba preparando para salir hacia el trabajo.

Me miró y sonrió mientras se montaba en su bicicleta y se marchó.

Unos minutos después, algunos vecinos aparecieron en nuestra puerta con su bicicleta. Dijeron que los talibanes se lo habían llevado.

Nunca olvidaré la cara de mi madre. Estaba en estado de shock.

Tomó la mano de mi hermano de cinco años y salió corriendo por la puerta, desesperada por encontrarlo.

Aquella noche mi madre regresó con el peso del mundo sobre sus hombros.

No había noticias de mi padre, de dónde podía estar o ni siquiera si estaba vivo.

Mis tíos y algunos amigos intentaron sin suerte averiguar dónde estaba retenido.

Una mujer entra en un edificio en Herat
AFP

Cada día, mi madre visitaba las oficinas de los talibanes, pero se negaron a escucharla.

Tras agotar todas las vías posibles, mi tío fue a Kandahar ya que había escuchado que el Talibán había llevado allí a algunos prisioneros. Pero no hubo noticias.

Después fue a Kabul y a Mazar-i-Sharif, pero tampoco estaba allí.

Nuestros vecinos que habían sido testigos de su arresto estaban seguros de haber visto cómo los mismos talibanes se habían llevado a otros vecinos y después los habían liberado de una prisión de Herat.

Mi madre era fuerte, una leona, y no se iba a rendir.

Contra el consejo de la familia, tomó a mi hermano (porque bajo el dominio talibán, solo podía viajar junto a un hombre, aunque fuera un niño) y fue a Kandahar a la oficina del líder de los talibanes, Mullah Omar.

Los talibanes la golpearon y la amenazaron. Dijeron que si volvían a verla, sería apedreada hasta la muerte.

Mi madre regresó a casa decepcionada y derrotada.

No podemos perdonar al Talibán

La vida bajo el Talibán paso de ser un infierno en vida a un agujero negro de la desesperanza.

Mi madre, temiendo por nuestras vidas, decidió dejar Afganistán y llevarnos a Mashhad, Irán.

En 2004, cuando las cosas habían mejorado en Afganistán, regresamos. Queríamos estudiar y hacer algo por nosotros mismos.

Nuestro padre tenía unas esperanzas que nosotros queríamos cumplir.

Aún recuerdo su agradable sonrisa, y conservo el bolígrafo que me dio.

No podemos llorarlo, y no podremos olvidarlo.

Mientras vemos las noticias sobre cómo el Talibán está tomando Afganistán de nuevo, temo que la historia se repita.

Ahora estoy casada y vivo en Inglaterra. Pero tengo miedo por mi madre, mis hermanas y mi hermano, quienes siguen en Afganistán, y por los millones de familias que sufrirán el dolor y la pérdida como nosotros lo hicimos.

Su único crimen, nacer en Afganistán.

Producido por Rozina Sini


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