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América Latina debe frenar la desigualdad para evitar el declive

Luis Alberto Moreno dice que las protestas en toda la región muestran la necesidad de cambios fundamentales

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05 de marzo de 2020 a las 14:08

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Por Michael Stott
El jefe del principal banco de desarrollo de la región ha advertido que Latinoamérica debe abordar la peor desigualdad del mundo, mejorar los servicios públicos y obtener la ayuda del sector privado para crear una sociedad más justa, o arriesgarse a quedar aún más rezagada que las economías rivales.

Luis Alberto Moreno, el presidente saliente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), dijo que las protestas callejeras, las cuales se extendieron por la región en 2019 después de varios años de estancamiento económico, señalaron la necesidad de cambios fundamentales.

"Antes, había presidentes que decían ‘esto es lo que voy a hacer’, y todos más o menos obedecían", comentó Moreno durante una entrevista con el Financial Times (FT). "Hoy en día, un gran cambio social significa que la gente les está diciendo a los líderes: ‘esperen un minuto, lo que les exijo no son sólo mejores servicios públicos sino, lo que es más importante, mejores oportunidades’".

En octubre, una serie de disturbios estallaron en Chile, un país que había sido considerado como la gran historia de éxito económico de la región, con manifestantes exigiendo mejores pensiones, educación y atención médica. Violentas protestas sacudieron a Ecuador y a Bolivia; el parlamento se disolvió en Perú; y el país natal de Moreno, Colombia, también experimentó manifestaciones masivas.

Analizando las razones del descontento, Moreno — quien se está preparando para dejar su cargo en la institución con sede en Washington después de cumplir tres mandatos de cinco años — señaló que Latinoamérica ha logrado significativos avances en sacar a 60 millones de personas de la pobreza y en mejorar la provisión de servicios básicos como saneamiento, electricidad y agua. Pero todavía existen serias preguntas acerca de la calidad de esos servicios y del acceso a una buena educación.

"Creo que equilibrar todas estas cosas representa el mayor problema de nuestros tiempos en Latinoamérica, y sigue siendo la discusión que aún estamos esperando. Es un nuevo despertar a una realidad que es muy palpable y que está en la calle", comentó Moreno.

El sector privado tuvo un papel clave que desempeñar en mejorar la productividad y darse cuenta de que "el papel de las empresas implica que tienen que ser más parte de la solución y no simplemente quedarse al margen", agregó.

El crecimiento en Latinoamérica ha sido el peor del mundo desde el final del auge de las materias primas, con un promedio de sólo el 0.8 por ciento anual desde 2014. Los economistas han predicho que este año difícilmente será mejor, incluso antes del debilitante efecto del brote de coronavirus en el crecimiento global.

Pocas de las economías de la región han logrado desarrollar sofisticadas industrias de exportación que vayan más allá de la venta tradicional de materias primas. Como resultado, países asiáticos como Corea del Sur, Malasia y Taiwán han superado a sus rivales latinoamericanos durante los últimos 40 años.

Moreno lamentó que muchas de las políticas que él había señalado como necesarias en un artículo de 2010 para el FT — como una mejor educación, servicios públicos de mejor calidad, una mejorada infraestructura y una energía más limpia — no se habían implementado.

"De alguna manera en Latinoamérica, nos cuesta gestionar los buenos tiempos y nos olvidamos de nuestros principales retos", él comentó.

La imagen no es tan sombría. El año pasado, Brasil logró que se aprobara una histórica reforma de su inasequible sistema estatal de pensiones. Uruguay ha desarrollado una economía digital avanzada, en parte gracias al Plan Ceibal, y Costa Rica cuenta con una próspera economía de externalización de procesos comerciales.

El BID presta más de US$12 mil millones al año a la región, y Moreno aludió a un proyecto de US$120 millones para mejorar la salud neonatal y reproductiva en el sur de México como un ejemplo de lo que se pudiera lograr combinando la filantropía del sector privado, la experiencia bancaria, y un sistema que pague de acuerdo a los resultados con el fin de garantizar dichos resultados.

En el sector privado, la economía digital está comenzando a desarrollarse, particularmente en Brasil, donde São Paulo cuenta con un próspero sector de tecnología financiera y con una creciente presencia de capital de riesgo.

Pero éstos siguen siendo ejemplos aislados. Moreno citó la mejora de la productividad, una política fiscal más redistributiva, una mejor educación y el acoger la revolución digital como algunos de los retos claves de la región.

También han surgido nuevos retos, él comentó. La implosión económica de Venezuela bajo el gobierno socialista revolucionario del presidente Nicolás Maduro, y la migración masiva que ha provocado a los países vecinos, representan una "gran amenaza" para la estabilidad regional: "La capacidad de desestabilizar el resto de la región es real".

En cuanto a Argentina, donde el nuevo gobierno peronista está tratando de sacar a la economía de la recesión, de reducir la inflación de más del 50 por ciento, y de renegociar más de US$100 mil millones de deuda externa, Moreno fue diplomático. "Yo creo que todos ven a Argentina como un caso especial", él dijo.

En general, la región tiene un largo camino por recorrer para garantizar la prosperidad futura, conforme Moreno se prepara para entregarle el cargo a un sucesor que será elegido a finales de este año.

Se dice que los principales candidatos incluyen al secretario especial de Comercio Exterior y Asuntos Internacionales de Brasil, Marcos Prado Troyjo; al ministro de Economía y Finanzas de Ecuador, Richard Martínez Alvarado; a la expresidenta de Costa Rica, Laura Chinchilla Miranda; y a Gustavo Béliz, un funcionario presidencial argentino. El voto de EEUU, el principal accionista del BID con una participación del 30 por ciento, será crucial.

Moreno ha indicado que su sucesor tendrá que bregar con la creciente velocidad del cambio, así como lidiar con una cantidad sin precedentes de retos simultáneos que van desde el cambio climático hasta la revolución digital, el crimen, los problemas fiscales y la comunicación.

"¿Cómo puede el banco ser un socio para ayudar a que todo esto se cumpla?" él preguntó.

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