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América Latina no está en auge, pero eso podría cambiar

El populismo y la pandemia han interrumpido la prosperidad vinculada a los productos básicos en la región

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23 de junio de 2021 a las 05:04

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A pesar de todos los dramas marquezianos producidos por las guerras civiles y de clases, el colonialismo y la corrupción que han asolado a América Latina, la historia muestra que su destino económico sube y baja en base a un solo factor: los precios del petróleo, el mineral de hierro, el cobre y otras materias primas.

Ahora, a pesar de una caída reciente, los precios de las materias primas han aumentado considerablemente desde principios del año pasado, pero las economías de América Latina no han reaccionado de la misma forma. Se espera que se reduzcan en un uno por ciento este trimestre a medida que la economía mundial se expande en un cinco por ciento. Si se grafican los precios de las materias primas contra el crecimiento del producto interno bruto (PIB) de América Latina, estas líneas que se movieron juntas durante décadas se han separado repentinamente. ¿Por qué? Por la pandemia y el populismo.

Siete de las 10 tasas de mortalidad por covid-19 más altas del mundo se encuentran en América Latina. El número de víctimas está alimentando el apoyo a los políticos antisistema en un período inusualmente agitado de campañas políticas, con 11 países latinos celebrando elecciones este año. Brasil y Colombia siguen con elecciones el próximo año. En muchos casos, la derecha estaba en el poder cuando golpeó la pandemia, por lo que el creciente descontento está beneficiando a los candidatos de izquierda o de extrema izquierda.

Un marxista-leninista está a punto de convertirse en el próximo presidente de Perú. Un comunista está entre los principales candidatos para reemplazar a Sebastián Piñera, el presidente de centroderecha de Chile. Las violentas protestas contra el gobierno de Iván Duque Márquez en Colombia están mejorando las perspectivas de sus rivales de izquierda.

En Brasil, la postura del populista de derecha Jair Bolsonaro está ayudando a su competidor de izquierda, el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, a establecer una ventaja en las encuestas.

El miedo a lo que vendrá después está frenando la inversión en un momento vulnerable. La década de 2010 fue una década perdida. El crecimiento se vio socavado por la caída de los precios de los productos básicos, que representan más de la mitad de las exportaciones en la mayoría de las economías de la región. Los inversores extranjeros comenzaron a alejarse de las acciones y bonos latinoamericanos cuando los precios de las materias primas colapsaron, los cuales aún no han repuntado. El pesimismo envuelve al continente.

A largo plazo, los precios de las materias primas no aumentan más rápido que la inflación, y eso ha dejado a América Latina — que es en gran parte dependiente de los recursos — esencialmente incapaz de funcionar con eficacia. Mi investigación muestra que Brasil, Chile, México y Colombia no son más ricos en ingresos per cápita, en relación con EEUU, de lo que eran en 1850 (cuando comienzan los registros comparativos). Argentina, Perú y Uruguay son significativamente más pobres. El ingreso promedio argentino es ahora el 33 por ciento del ingreso promedio estadounidense, por debajo del 55 por ciento en 1850.

No obstante, en las décadas en las que los precios de las materias primas se dispararon, también florecieron las economías de América Latina. Cuando los precios subieron bruscamente en las décadas de 1970 y 2000, también lo hizo el ritmo de crecimiento y el número de economías de la región que crecieron lo suficientemente rápido como para que sus ingresos promedio convergieran con los de EEUU. En las décadas en que los precios de las materias primas se tambalearon, también lo hizo América Latina, más recientemente en la década de 2010.

Sin embargo, dada la naturaleza cíclica de los precios de las materias primas, una década mala era a menudo un presagio de una mejor por venir. En la década de 2010, los precios bajos desalentaron la inversión en campos petrolíferos, minas y otras producciones de materias primas en todo el mundo. Ahora, los suministros son escasos y los inventarios son bajos. A medida que la economía mundial se va recuperando, está aumentando la demanda de productos básicos de todo tipo, en particular los necesarios para los coches eléctricos y los hogares y edificios más ecológicos.

En general, las materias primas parecen estar entrando en un nuevo “superciclo” de precios al alza. Los países latinoamericanos, como principales exportadores de soja, metales ‘verdes’ y otros productos básicos, deberían beneficiarse más que la mayoría. Perú y Chile por sí solos suministran el 40 por ciento del cobre mundial.

La esperanza para la región es que el auge de las materias primas sea fuerte y lo suficientemente prolongado como para superar las dudas sobre la nueva ola de populistas. Las crisis financieras tienen una forma de moderar el comportamiento incluso de los radicales más comprometidos.

Lula da Silva asumió el cargo después de la crisis de la década de 1990 y sorprendió a muchos al concentrarse, al menos en sus primeros años, en mantener la inflación baja y controlar sus impulsos de gasto. En México, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha confirmado los temores de los inversores de muchas maneras, excepto cuando se trata de un crítico tema: la disciplina presupuestaria. Su negativa a gastar mucho en el alivio de la pandemia ha alarmado a algunos, pero ha dejado a México menos endeudado que muchas otras naciones emergentes.

La actual cosecha de socialistas y comunistas podría resultar menos exitosa en las urnas o menos radical en el cargo de lo que se temía. Si los dramas políticos retroceden, América Latina sería libre de ser ella misma: una región de economías dependientes de los productos básicos, que aumentan con los precios mundiales, mientras dure la oscilación ascendente.

Nota: el autor es el estratega global en jefe de Morgan Stanley Investment Management
 

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