Aranceles de carbono

Para revertir el cambio climático necesitamos mejores mercados; la Unión Europea anunció detalles de un nuevo arancel a las emisiones de gases de efecto invernadero

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18 de julio de 2021 a las 05:03

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Es frecuente que cuando se manifiesta alarma ante la crisis climática, como es mi caso, se obtengan respuestas del tipo “ahí tenés tú y los libre mercados que defiendes”, asume las consecuencias.

Esta ha sido una semana en la que los mercados de carbono han dado saltos cualitativos, llegan para instalarse y para Uruguay marcarán en el mediano plazo un cambio fundamental a la hora de exportar.

Tras varios sucesos de esta semana, medir las emisiones de gases de efecto invernadero para Uruguay se vuelve urgente. 

Lo principal: la Unión Europea ha anunciado detalles un nuevo arancel a las emisiones de gases de efecto invernadero (en una semana de tremendas inundaciones), es decir que a la hora de exportar, cuánto más haya emitido la cadena de producción de ese producto más pagará. Pagará lo mismo que también pagará una empresa europea, porque en Europa el mercado del carbono ya está funcionando. Y si el que exporta no lo puede medir quedará a merced de las paramétricas de emisión que establezca la Unión. Esto es parte de un ambicioso plan, uno de doce líneas estratégicas que incluyen por ejemplo más impuestos al querosene usado por los aviones.

En principio los alimentos no estarán incluidos en este nuevo impuesto, pero sí los fertilizantes. La industria del cemento y las siderúrgicas, son las principales involucradas. Pero el resto no demorará. Que el impuesto se vuelva más abarcativo es solo una cuestión de tiempo. 

La medida europea causó alarma en países tan distintos como Australia o Bangladesh. Australia es uno de los países con peor balance de carbono, mientras Bangladesh tiene como rubro principal de exportación textiles altamente contaminantes exportados a la Unión Europea.

El impuesto ya empezaría a regir en 2023, aunque habrá una transición y su implementación completa será en 2026. Para la complejidad e implicancias que tiene el tema se puede considerar que empezará en el corto plazo. No solo es revolucionario un arancel de este tipo sino que es también revolucionario el salto que dará el mercado de bonos de carbono, porque esa será el mecanismo de pago de este impuesto que variará de acuerdo a cuánto emita el producto que se quiera exportar a la Unión.

El arancel del carbono se llama Carbon Border Adjustment Mechanism o mecanismo de ajuste de emisiones de carbono en la frontera” (CBAM) funcionará de la siguiente manera: los importadores de la UE comprarán certificados de carbono correspondientes al precio del carbono que se habrían pagado si los bienes se hubieran producido bajo las normas de fijación de precios del carbono de la UE.

“El CBAM ayudará a reducir el riesgo de fuga de carbono” es decir evitar que las empresas eruropeas migren sus fábricas contaminantes fuera de la Unión y al mismo tiempo se propone alentar a los productores de países no pertenecientes a la UE a mejorar la calidad ambiental de sus procesos de producción. Lo ideal sería que el arancel no cobrara un euro porque ningún producto emite. Pero mientras llegamos a esa utopía, el arancel va a recaudar abundante, posiblemente unos 10.000 millones de euros.

Un cambio trascendente para todo el comercio internacional.  ¿Qué considerará la Organización Mundial del Comercio?  Es decir, lo que aplica para los europeos, que deben comprar bonos de carbono para compensar lo que emitan en la generación de un producto, también vale para los productos que ingresen a Europa. 

Para las finanzas europeas este impuesto será relevante. Al menos unos 10.000 millones de euros cada año, que servirán para amortiguar el impacto que la reconversión energética tendrá para los ciudadanos europeos y financiar los subsidios a las ramas verdes de la economía que se quiere estimular. A su vez  el mercado de bonos de carbono se consolida, en volumen y en el precio, que de EU$ 5 por tonelada en 2017 ha pasado a  EU$ 55 en el presente.

El mismo día del anuncio europeo, desde el partido Demócrata se daba un explícito apoyo a los europeos: “Los Estados Unidos y la UE. tenemos que pensar en términos del liderazgo que podemos brindar y el mensaje que tenemos que enviar a China y otros países que sacan ventajas de nuestros altos estándares ”, explicó al New York Times el Senador Edward J. Markey, de Massachusetts. China es el país que más emite en el mundo estos gases y aunque ahora está en una veloz reconversión todavía usa abundantemente carbón.

Tanto que  esta misma semana el carbón marcó un récord de precios.  El arancel se mide en toneladas de  carbono, pero grava a todas las emisiones de distintos gases. La industria de fertilizantes emite el muy peligroso NO2. ¿Qué equivalencia entre  metano y CO2 usarán los europeos? Una pregunta clave en el largo plazo de la ganadería.

El anuncio llega pocos días después de que el G20 diera luz verde a considerar a los mercados de carbono “herramientas útiles para enfrentar el cambio climático”, algo a lo que la administración Trump se había opuestos tajantemente.

Canadá, Japón y Gran Bretaña ya evalúan el arancel de carbono. Suiza y California ya tienen fuertes impuestos al carbono en funcionamiento.

Dos días después que los europeos, este viernes China inauguró su mercado de carbono. El subsecretario de Ambiente Zhao Yingmin, en conferencia de prensa explicó que el mercado “pondrá la responsabilidad de contener las emisiones en las empresas que emiten y al mismo tiempo provee un incentivo económico a quienes capturan carbono o mitigan las emisiones”. 

Un mercado que  debe gravar una externalidad, no se construye de un día para el otro. China empezó en 2015 a trabajar en el diseño para medir con precisión cuánto emite o captura cada sector y al mismo tiempo evitar que las empresas trampeen en la declaración de sus emisiones como ha pasado varias veces en la industria automovilística. El mercado empieza en el sector eléctrico y luego se expandirá a las industrias más emisoras como el acero y el cemento.

El precio del carbono empieza mucho más bajo que en Europa (US$ 8 por tonelada frente a US$ 60 en la UE) . En el primer día de operativa una empresa eléctrica pagó US$ 1,2 millones para ganar el derecho a emitir 160 mil toneladas de carbono. En esta semanana justamente Bloomberg informó que el precio del carbón en China está en niveles récord, porque con la ola de calor los millones de hogares con aire acondicionado generaron demanda récord en el uso de energía eléctrica, que en buena medida se produce con el contaminante carbón.

Para Uruguay podría ser una oportunidad en la medida en que se demostrara la neutralidad climática. Para eso deberá compensar el metano emitido por los rumiantes con el carbono capturado en el suelo y en los árboles y seguir en la reconversión de toda su economía que ya cuenta con una matriz energética renovable. Medir no es fácil y no se pone en práctica fácilmente. 

Algún defensor tajante de los mercados podría argumentar que esto es proteccionismo encubierto. La revista The Economist reflexionó al respecto: “The Economist normalmente rechaza los aranceles por principio. Las importaciones baratas traen precios más bajos, más opciones, mayor productividad e incentivos para innovar.”, editorializó. 

Sin embargo, los aranceles al carbono no serían intrínsecamente proteccionistas. Son un intento de ampliar el alcance de las fuerzas del mercado en lugar de limitarlas. La oportunidad de contaminar la atmósfera sin penalización es en sí misma una especie de subsidio distorsionador; más aún si existe de manera desigual a través de las fronteras. La prevención del cambio climático es un bien público mundial, lo que significa que los ciudadanos de todos los países tienen un interés directo en reducir las emisiones dondequiera que ocurran. Por lo tanto, fijar el precio del carbono en la frontera debe verse como un caso especial, y no como un precedente para usar los aranceles como un garrote con el que imponer regulaciones o estándares locales en el extranjero.”

Para revertir el cambio climático además de innovación y un gran cambio cultural, precisamos más y mejores mercados, y resolverlo desde la libertad.
 

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