Opinión > EL HECHO DE LA SEMANA - MIGUEL ARREGUI

Bancos y marihuana: al borde de un ataque de nervios

Bancos y personas sondean los límites del sistema por el negocio de la marihuana y la "inclusión" financiera
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12 de agosto de 2017 a las 05:00
Es un mundo abrumado: demasiadas pequeñas cosas están enloqueciendo a las personas. Claves, cuentas, contratos, reglamentos, cajeros, más electrónica, más rapidez y servicios en el teléfono y en la computadora, más botones en el auto, más espacio en el avión, diez dólares más para alcanzar por fin la felicidad.

Y después están los bancos. La ley de inclusión financiera, que en los hechos obliga a usar tarjetas e integrarse al sistema, le puso un nombre bonito a una nueva fase de la eterna lucha entre el contribuyente y el recaudador.

La "bancarización" completa, que ya es un hecho en otras regiones del mundo, ciertamente tiene ventajas. El efectivo tiende a desaparecer, salvo para operaciones menores; se ordenan las cuentas personales y se reducen los riesgos de hurto; se sistematiza aún más el crédito y el ahorro –y el Estado da un paso enorme hacia un más completo control de los ciudadanos.

Todavía la cuarta parte de los trabajadores uruguayos no están registrados en la seguridad social, y alrededor del 30% de la economía es informal o "en negro". Pero es cada vez más difícil comprar algo significativo con dinero en mano, volando por debajo del radar de los cobradores de impuestos.

Los plebiscitos que se gestan contra la ley de inclusión financiera se basan en una rara combinación de miedo y espíritu libertario. Los ancianos y los humildes suelen tener un temor reverencial ante los servicios on line y los bancos. El pequeño comercio y el empresario cuentapropista sobreviven sólo si evaden impuestos. Y algunas personas detestan el chaleco de fuerza que les impone el gobierno.

marihuana bancarización
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Una parte de la población tiende a ver a los bancos apenas como un mal necesario, como la Policía. Pero los bancos no ven mucho negocio en la administración de una multitud de cuentas pequeñas, plagadas de trámites ínfimos y usuarios ignorantes.

Los bancos, atenazados por un creciente fárrago de reglamentaciones nacionales e internacionales, también se han puesto en el centro del debate en torno a la legalización de la marihuana en Uruguay.

Uno de ellos cerró cuentas de farmacias y plantadores vinculados al cannabis, en cumplimiento de normas internacionales contra el narcotráfico. Las miradas se dirigieron de inmediato hacia el Banco de la República que, por ser oficial, debería ofrecer una alternativa.

Sin embargo el República es un jugador pequeño en el mercado internacional, y también está presionado por convenios con sus bancos corresponsales. Pero el negocio de la marihuana ha ingresado al capitalismo, en Uruguay y en otras partes, principalmente Estados Unidos, por lo que tarde o temprano habrá una solución para los bancos.

La única forma de golpear al narcotráfico es blanquear el negocio por completo: reglas claras, sencillas y visibles. La quinta parte de los estadounidenses, más de 60 millones de personas, vive en territorios donde la marihuana ya es legal. Sólo una minoría la consume, pero la mayoría entendió –como antes con la "ley seca" – que la prohibición ocasiona más daños que la libertad. Los cultivadores, comerciantes y consumidores ahora pagan impuestos. Y las transacciones no sólo se hacen en efectivo, sino que también se reciclan en el sistema financiero formal.

Ya en 2014 el Departamento de Justicia de Estados Unidos dictó reglas para facilitar que los bancos pudieran dar créditos a los distribuidores de marihuana. La marihuana hoy tiene muy poco que ver con los valores hippies y la contracultura, su trinchera original. Inversionistas, comerciantes y municipios con problemas financieros compiten desde Colorado a Alaska por un pedazo del enorme negocio que antes estaba reservado al narcotráfico.

Los muros irán cayendo. Si en California, el estado más rico y más poblado de la Unión, la marihuana es legal, al igual que en Massachusetts, la regia Nueva Inglaterra, ¿por qué los bancos de un ignoto país del sur no podrían llevar las cuentas de pequeños negocios farmacéuticos barriales?

A la larga o a la corta, en Uruguay habrá una solución, aunque sea mojigata, del tipo no preguntes, no hables: un doble estándar funcional. El problema de fondo es otro: la excesiva regulación y la escasez, que mantienen la mayor parte del mercado de la marihuana en manos del narcotráfico.

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